sábado, 21 de enero de 2017

Doña Isabel de Alcalá


         La figura de doña Isabel de Alcalá resalta en la historia de Guayana con aureola de auténtica heroína.
         Su participación ejemplar en dos hechos trascendentales marcan su vida de mujer nacida en Cumaná, provincia de la cual dependió Guayana cuando los dominios de la Nueva Andalucía se extendían hasta las riberas de los ríos Amazonas y Esequibo, vale decir, en tiempo de los gobernadores Diego Fernández de Serpa (1569) y Carlos de Sucre (1733).
         Doña Isabel de Alcalá prácticamente vio nacer a Santo Tomás de la Guayana. En ella se estableció comenzando el siglo diecisiete con su marido, el capitán Lucas Bravo de Acuña, hermano de Juan Bravo de Acuña, gobernador de la provincia de Nueva Andalucía (1665-1667)  y con sus hermanos, Juan y Jacinto Jiménez de Alcalá.
         El apellido Alcalá es el más antiguo de Cumaná y Guayana y a este tronco perteneció María Manuela de Alcalá, madre de Mariscal Antonio José de Sucre y del prócer José Gabriel Alcalá, firmante del Acta de Independencia el 5 de julio de 1811, miembro del Congreso Constituyente de la Gran Colombia y quien vivió en Angostura en 1828.
         Doña Isabel de Alcalá, junto con su esposo y hermanos, formó parte de las 57 personas que lucharon denodadamente en la defensa de Santo Tomás de Guayana cuando fue invadida, saqueada y destruida por una avanzada de la expedición de Walter Raleigh en enero de 1618, asimismo doña Isabel de Alcalá estuvo activa como un soldado más contra las invasiones holandesas en 1619 y 1637.
         Siendo Martín Mendoza y Berrío (nieto del fundador), Gobernador de la provincia de Trinidad y Guayana, doña Isabel de Alcalá se fue con un puñado de vecinos de Santo Tomás en 1643 a fundar aguas arriba del Orinoco una nueva ciudad que sirviera de alternativa a la vapuleada Santo Tomás. Tal la  Nueva Cantabria, cerca de lo que es hoy Cabruta. Esta nueva ciudad llegó a tener Cabildo, regimiento, iglesia, plaza, cárcel, calles y hasta una fragua, pues ya en ese tiempo los españoles habían encontrado hierro en Guayana. La ciudad tuvo vida efímera y el único que al parecer dejó testimonio de su existencia, fue el Reverendo Jacinto de Carvajal, quien luego de pasar los días de la Semana Santa en el lugar, escribió sobre sus valerosas mujeres lideradas por esta doña Isabel de Alcalá, a quien todos reconocían como la capitana.
         Se ignora el final de esta gran Señora defensora de la existencia y permanencia de la Capital de Guayana. Se cree sepultados sus restos en la extinguida Nueva Cantabria, pero su actuación en los tiempos más difíciles se halla reseñada en documentos de la época, como también la actuación de quienes heroicamente defendieron la Guayana durante el asalto de enero de  1618, entre ellos, los alcaldes García de Aguilar y Juan Lezama, quienes asumieron el mando hasta mayo de 1619 que don Fernando de Berrío volvió a tomar la Gobernación de por vida.        

         Fernando retornó a Gobernar con la misma dinámica de su anterior gestión y alentaba importantes proyectos que en 1622 llevó a España personalmente para discutirlos, pero antes de arribar  fue capturado por piratas el barco donde viajaba. Ese mismo año falleció en Argel estando cautivo, sin que llegase el rescate que los moriscos habían tasado por su libertad. 

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