sábado, 29 de octubre de 2016

JOSÉ FRANCISCO BERMÚDEZ

Resultado de imagen para jOSÉ fRANCISCO bERMÚDEzEl General José Francisco Bermúdez, quien había participado en la Campaña de Guayana y Toma de Angostura en 1817, fue designado Intendente y Comandante del Departamento Orinoco en diciembre de 1823, con asiento en la ciudad Cumaná y José Manuel Olivares Gobernador de la Provincia de Guayana.
Pero después de siete años de ejercicio de la libertad postcolonial, el germen de la sublevación civil y militar prendió en Guayana ese mismo año bajo la gestión del gobernador José Manuel Olivares y persistió para no detenerse hasta la separación de Venezuela de la Gran Colombia.
         El 11 de febrero de 1822, el Gobernador Coronel de artillería José Ucroz, se despidió de los guayaneses con una proclama publicada en el penúltimo número del Correo del Orinoco, dejando interinamente al coronel Francisco Conde hasta que llegase de Bogotá el titular General José Manuel Olivares.
         José Manuel Olivares, caraqueño, había participado en la Batalla de San Félix, en la Toma de Angostura y actuado como testigo en el juicio contra Piar. Se hallaba representando a Guayana  en el Congreso de Cúcuta cuando regresó con el cargo de Gobernador. Olivares tornó posesión en octubre de 1823 y ese mismo año su hija Rosa Olivares Fernández contrajo matrimonio con Diego Villapol, hijo de Manuel Villapol, quien expedicionó sobre Guayana en 1811, luego que ésta retiró su apoyo a la Junta Suprema surgida en Caracas el 19 de abril de 1810.
         Los angostureños no estaban contentos con el criterio que privó en Bogotá para nombrar al Intendente del Departamento Orinoco y al Gobernador de la Provincia de Guayana tal vez por su sentimiento piarista toda vez que los nombrados tuvieron mucho que ver con el destino trágico del héroe de San Félix y, por otra parte, porque deseaban de Gobernador a uno de la propia tierra, de los tantos que habían prestado excelentes servicios durante la guerra de independencia. Ello quedó de manifiesto a los pocos meses cuando los militares Anizeto Maldonado y Félix Figuera armaron una conspiración para derrocar al Gobernador, pero ambos, al ser descubiertos, fueron pasados por las armas el 9 de agosto en la misma Plaza Mayor donde fuera ejecutado Piar seis años antes.
         La muerte de Maldonado y Figuera poco sirvió de escarmiento como se pretendía, pues el 19 de octubre de 1826 se sublevó por completo el Batallón de Cazadores desconociendo al Comandante de Armas de las plaza, coronel José Gregorio Monagas, quien abandonó la ciudad al ver que la población secundaba la acción al grito de ¡Federación!.  La Federación implicaba la separación de Venezuela de la República de Colombia.  Era un sentimiento que ya se estaba generalizando nacionalmente y que a la postre terminará liderando el General José Antonio Páez.
         “Angostura, 19 de Octubre de 1826. Al Sr. Comandante general del Departamento de Maturín (José Francisco Bermúdez).
Supuesto que anoche a las once  la tropa ha proclamada la Federación respaldada por el pueblo, se ha nombrado Comandante de Armas de esta Provincia al Sr. Coronel Gobernador Civil de ella José Manuel Olivares, por renuncia que hago a virtud de que yo jamás podré dominar semejante tumulto, y por cuanto la tropa, Jefes y Oficiales reunidos en este día me han desobedecido,  me marcho para la Capital de la República a dar cuenta de tal ocurrencia… Dios guarde a V. S. J. Gregorio Monagas”.
         Comenzamos a hablar de Federación desde el momento inicial de la Independencia. Nuestra primera Constitución era Federal. Sin embargo, Bolívar siempre fue opuesto a ella y las razones están precisas en su Mensaje del 15 de febrero de 1819 al Congreso de Angostura en el que aboga por un gobierno republicano, democrático, pero centralista, unitario, y con un poder ejecutivo fuerte, tal como quedaría plasmado en la constitución sancionada en Angostura y sobre la que se fundamentó la Carta Fundamental de la Gran Colombia.
         Sin embargo, la Constitución de la Gran Colombia no logró sostenerse por mucho tiempo debido a la inmensa extensión de su geografía y a los defectos propios de un centralismo que cada vez parecía asfixiar más la tendencia autonómica de las provincias. Desde Bogotá se imponían los Intendentes, los Gobernadores y se dictaban leyes nacionales que afectaban por igual a las provincias sin tomar en cuenta las realidades económicas y sociales de cada una como era el caso, por ejemplo, de leyes impositivas que afectaban la economía de Guayana.
         La provincia de Guayana, particularmente, estaba harta y tan pronto José Antonio Páez, jefe civil y militar del Departamento Venezolano se rebeló contra tal situación, los guayaneses no vacilaron en plegarse apoyados en la tropa que guarnecía la plaza.
         En Guayana las cosas no pasaron a mayores porque el Batallón de Cazadores, tras desconocer a su Comandante de Armas, coronel José Gregorio Monagas, abandonó la ciudad para reforzar la plaza de Cumaná que igualmente se había sublevado y quedaba a riesgo de ser sometida por el comando General del Departamento Maturín al frente del cual estaba el General José Francisco Bermúdez.
         En conocimiento el Libertador de los conatos separatistas, abandonó el Perú llegó a Bogotá el 23 de noviembre (1826). Asumió la Presidencia de Colombia que venía ejerciendo en su lugar el Vicepresidente Francisco de Paula Santander. Dictó una serie de Decretos, entre ellos, varios relativos a la Hacienda Nacional e inmediatamente salió para Venezuela a imponer el orden constitucional a través del diálogo, lo cual implicó liberar de sanciones a quienes se alzaron; pero, antes de llegar a Maracaibo en el curso de su viaje hacia Caracas (19 de diciembre), dictó un Decreto poniendo bajo sus órdenes inmediatas, los Departamentos de Maturín, Venezuela Orinoco y Zulia.
         Al regresar a Bogotá, el Libertador convocó a un Congreso (Convención Nacional de Ocaña), a fin de sancionar una nueva Constitución más adecuada a la dinámica realidad de los Departamentos. Mientras ello ocurría, ordenó a los Intendentes se desplazaran a las provincias de sus departamentos respectivos para hacer efectivos los decretos de reorganización del gobierno dictado por él.
         A eso llegó a Angostura a fines de julio el Coronel José Félix Blanco, Intendente del Departamento Orinoco con asiento en la capital  Barinas, pero no tuvo suerte, pues justo a los tres meses de permanencia estalló localmente una revuelta en contra de sus medidas dirigidas a asegurar mayores ingresos para la Hacienda del Estado y a combatir a sangre y fuego el contrabando. Los conjurados con el apoyo del Ayuntamiento, lo expulsaron de la ciudad habilitando un Steelboat del comerciante inglés James Hamilton, en tanto que el Gobernador José Manuel Olivares fue destituido y suplantado por el Alcalde Felipe Domínguez. La comandancia de Armas fue confiada al Coronel Remigio Femayor.




miércoles, 26 de octubre de 2016

JOSÉ LAURENCIO SILVA RESTABLECE EL ORDEN EN ANGOSTURA

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Los conjurados dominaron la provincia durante 48 días, al cabo de los cuales fue reestablecido el orden al hacerse presente desde San Fernando de Apure, al mando de una escuadrilla, el General José Laurencio Silva, Comandante del Departamento Orinoco.
         Sometidos los revolucionarios fueron apresados los concejales Felipe Domínguez, Nicanor Afanador y Lorenzo Lezama para ser remitidos a Bogotá. Asimismo los militares Francisco Pildaín, Ramón Contasti, José María Sifontes, Juan Antonio Camejo, Capitán Vernau y algunos españoles, para ser remitidos al Cuartel General de Venezuela, donde se le formaría Consejo de Guerra.
         Los cabecillas José María Silva, Manuel Echeverría y el español Agustín Rodríguez, se fugaron hacia las Antillas. Manuel Bermúdez y Felipe Cardier fueron reclamados por la Intendencia de Maturín.
         El 24 de diciembre el Comandante José Laurencio Silva dictó un Decreto haciendo reconocer en toda la provincia “con el decoro correspondiente al Gobierno la autoridad del benemérito Coronel José Félix Blanco como Intendente del Departamento, y la del benemérito General José Manuel Olivares como Gobernador de al misma provincia…” El citado decreto prohibía las reuniones tanto de día como de noche de tres personas “porque sino tienden a fomentar la discordia, al menos inspiran desconfianza a los habitantes”.
El General José Laurencio Silva permaneció en Angostura hasta el 28 de diciembre de 1828 cuando por orden del Libertador se trasladó a residir en la Capital de Barinas. Guayana quedó en aparente tranquilidad. Había logrado acabar con el contrabando y tomó previsiones para hacer la provincia más defendible. Construyó cuatro flecheras para cañones de grueso calibre y dejó iniciada otras seis. Asimismo dotó e hizo importantes reparaciones a las fortalezas de la Baja Guayana. Al año siguiente marcharía sobre Antioquia al frente de una División para someter al General José María Córdova que se había sublevado. Los departamentos de la Gran Colombia estaban realmente convulsionados por los frentes políticos en discordia y la dictadura implantada por el Libertador a raíz del fracaso de la Convención de Ocaña, todo lo cual tendrá como epílogo la disolución definitiva de la Gran Colombia y la muerte del Libertador el 17 de diciembre de 1830.


domingo, 23 de octubre de 2016

DISOLUCIÓN DE LA GRAN COLOMBIA

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Ante el fracaso de la Convención de Ocaña, el Libertador había convocado a otro Congreso Constituyente instalado el 20 de enero de 1830 y ante el cual renunció en marzo de ese mismo año por estar enfermo y en el fondo, por sentirse terriblemente decepcionado ante el desmoronamiento de su monumental obra libertaria. El movimiento separatista en marcha era irreversible, tanto, que antes de instalarse la Constituyente, ya Venezuela (13 de enero) había declarado su soberanía bajo la égida del Jefe político y militar de Venezuela, General José Antonio Páez, quien convocó a un Congreso representativo de las once Provincias (Caracas, Cumaná, Carabobo, Barcelona, Margarita, Coro, Maracaibo, Mérida, Barinas, Apure y Guayana) que entonces conformaban lo que es hoy el territorio nacional. Este Congreso constituido con asistencia de 33 diputados, presidido por el Dr. Miguel Peña, se reunió en Valencia el 6 de mayo, ratificó la separación absoluta, elaboró una Constitución que fue sancionada el 22 de septiembre y designó a Páez Jefe Supremo.
            Por la Provincia de Guayana asistieron al Congreso los diputados J. Álvarez y Antonio. Soublette, pues cinco días antes de la declaración, el Gobernador Juan Antonio Mirabal se había plegado al movimiento separatista.   El diputado eñlectoTomás de Heres se inhibió de asistir.
            La Constitución de la cual Venezuela se estabilizaba como República independiente y soberana eliminó la figura departamental, pero conservó la de Provincia con la misma división de Cantones y Parroquias. Igualmente conservó el sistema electoral, pero adecuado a la nueva realidad. Vale decir, elecciones generales a través de Colegios Electorales formados por electores escogidos en elecciones primarias efectuadas cada dos años el primero de agosto de cada parroquia del Cantón.
            Los Colegios Electorales constitucionales debían asimismo reunirse cada dos años, pero el primero de octubre, para votar por el Presidente de la República que excepcionalmente duraba cuatro años en sus funciones; el Vicepresidente, Senadores y Diputados al Congreso, más los diputados provinciales.



viernes, 21 de octubre de 2016

GOBERNADOR EUSEBIO AFANADOR


El Gobernador de la Provincia lo nombraba el Presidente de al República, escogido de una terna presentada por la diputación provincial. A don Eusebio  Afanador, quien había sido diputado del Congreso de Angostura, le tocó ser el primer Gobernador que tuvo Guayana tras la separación de Venezuela de la Gran Colombia.
         Las primeras elecciones constitucionales se realizaron el primero de agosto de 1931, pero antes el General Páez debió movilizarse para sofocar brotes rebeldes partidarios del integracionismo grancolombiano sostenido por el Libertador. Una de las sublevaciones más importantes fue la del General José Tadeo Monagas que siempre tuvo dudas sobre la separación, pero que al saber la muerte del Libertador justificó su revolución abogando por un “Estado Oriental” constituido por las provincias de Barcelona, Cumaná, Margarita y Guayana. Esta última fue comprometida al calor de un movimiento insurreccional encabezado por el Coronel Remigio Femayor, el cual sometió al Comandante de Armas Juan Antonio Mirabal y derrocó al Gobernador Eusebio Afanador, que ejercía tal función tras ser declarada Venezuela como República soberana e independiente.
         Páez tratando de consolidar la unidad en torno al proyecto de soberanía venezolana, evitó el enfrentamiento con los sublevados y abrió negociaciones, especialmente con Monagas, de quien logró un acuerdo suscrito el 23 de junio que incluía indulto pleno para todos los jefes comprometidos y respeto absoluto a las vidas, bienes y grados militares. Más esto no valió para Guayana, pues el Coronel Pedro Hernández, recién nombrado con el grado de General de Brigada, Comandante General de Operaciones de la Provincia, ordenó sin fórmula de juicio el fusilamiento (6 de agosto) en la Plaza de Angostura, del Coronel Remigio Femayor junto con el teniente Nicolás Quiroga y el Sargento Justo Prieto.
         Pedro Hernández, natural de El Chaparro, a pesar de su jerarquía de General no sabía leer ni escribir, pero fue un valiente soldado de la Caballería de Piar al igual que Remigio Femayor, pero ambos no se pasaban hasta el día en que “El Chingo Hernández” como era apodado, se aprovechó de la coyuntura para quitar definitivamente del medio al Coronel Femayor y a otros tres de sus hombres de confianza.  El coronel Remigio Femayor, había sido Jefe del Escuadrón de la Guardia de Honor de Piar y fue soldado de caballería desde 1812 al lado de Villapol y José Tadeo Monagas.  Fue fusilado en la misma plaza que le sirvió de cadalso a su otrora comandante Piar.
          Este fusilamiento ocurrido el Día de nuestra Señora de las Nieves (5 de agosto) provocó la protesta indignada y renuncia del Gobernador Eusebio Afanador, enrolado en la causa independentista desde 1811 junto con sus cinco hermanos.  Había sufrido prisión por esa causa y consolidada la República, representó a Guayana en el Congreso de Angostura y como Senador en el Congreso de Bogotá de 1825.  Apoyo decididamente la disolución de la Gran Colombia y separado de la magistratura regional se retiró de la vida política.  Falleció en Angostura el 12 de julio de 1849.
         Ejerciendo provisionalmente su cargo de Gobernador  quedaron en su calidad de Vicepresidentes Bibiano Vidal y finalmente Pedro Volastero, bajo cuyo mandato estalló la sublevación de los negros que en Angostura y desde los mismos tiempos de la Colonia trabajaban en las casas familiares de los blancos. .
         . La sublevación estalló el 24 de febrero de 1832,  Tomaron el Parque de Artillería, pero luego fueron sometidos. Tres de ellos murieron en la refriega y los cabecillas del movimiento fusilados al mediodía del 7 y 8 de mayo en los antiguos predios del Fuerte San Gabriel entonces ocupados por el Mercado. Otros con menos cargos sufrieron condena por cinco años en los presidios de Maracaibo y Puerto Cabello.
         Los cabecillas de la llamada Rebelión de los Negros pasados por las armas fueron: Eusebio Contasti, esclavo de la familia Contasti; Francisco y Bruno Basanta, Felipe y José del Carmen Ferrán, esclavos de la familia Ferrán y Ezequiel, esclavo de la familia Burmeister.
         La libertad de los esclavos proclamada por el Libertador y establecidas en las leyes, no terminaba de surtir efecto y los negros esclavos desesperados prefirieron acelerar el camino hacia la muerte mediante la rebelión, antes que adaptarse a la parsimonia hipócrita de quienes ostentaban el Poder.
Los negros esclavos que traían a Angostura los ponían en cuarentena debajo de una frondosa Ceiba del puerto de La Trinidad, antes de ser entregados a los compradores.  De ese tiempo es este canto y baile “El Papelón” (tipo guasón) rescatado por Fitzí Miranda:
         “Mi amita chupa caña / mi amito bebe ron / y yo tengo un hermanito / que se roba el papelón / Los blancos usan zapatos / y chinelas con tacón / los negros manumisos / llevan pelao el talón / Suda el negro en el trapiche / para hacerle el amo el ron / escupiéndole a la caña / la saliva del rencor / Ceiba de la Trinidad / cuna de la rebelión / sombra de la libertad / grito de revolución”.
         En Guayana, al igual que en el resto de las provincias, los colonizadores introdujeron negros esclavos, generalmente para el servicio de hacendados, comerciantes y particulares. Hasta el dinámico y progresista Manuel Centurión tenía esclavos, los cuales libertó al separase de la Gobernación, pero nadie en Angostura siguió su ejemplo. Todavía en 1845 se vendían esclavos como lo demuestra un documento registrado en el Cantón de Upata en diciembre de ese año en que José de la Cruz Arias da en venta pública a José Odremán un esclavo de nombre José, de estatura regular, color sambo claro y como de 36 años, por al cantidad de 300 pesos de los de ocho reales.

          

miércoles, 19 de octubre de 2016

GOBERNADOR RAMÓN CONTASTI


Superada la rebelión de los esclavos en Guayana, el General José Antonio Páez quien había sido electo Presidente Constitucional de Venezuela en las elecciones generales del primero de agosto para el período 1931-1935, procedió a nombrar sus Gobernadores de Provincia conforme a la norma de la nueva Carta Fundamental. La diputación provincial guayanesa presentó una terna de la cual fue escogido Ramón Contasti, oficial angostureño que se distinguió en la guerra de independencia.
         Ramón Contasti ascendió a la primera magistratura regional a la edad de 37 años luego de participar en la Guerra de Independencia junto con su hermano Orocio, desde Angostura en 1817 hasta la Batalla de Ayacucho dada el 9 de diciembre de 1824.
         Casado con Casimira Grillet Canales e hijo del escribano  público Agustín Contasti y de  Hermenegilda Arcadio, Ramón Contasti vio por primera vez la luz en Angostura el 14 de octubre de 1795 y falleció el 5 de diciembre de 1852.
Al igual que Tomás de Heres, tan pronto regresó de la campaña del sur tomó parte activa en la vida militar y política de Guayana.
         Puesto que fue siempre partidario de la separación de Venezuela de Colombia, su influencia en la provincia una vez materializada esta aspiración, fue determinante en numerosas situaciones. 
Acompañó a Contasti en la Comandancia de Armas, primero el caicarense Venancio Riobueno e inmediatamente después Juan José Conde, capitán de la Guardia que custodió la prisión de Piar y quien después de este suceso se había quedado en Angostura, casado con la guayanesa  Agustina Peña
En 1932, Nueva Granada reconoció la Soberanía de Venezuela y regresaron al país los Obispos que se habían negado a aceptar la Constitución Nacional, entre ellos, Monseñor Mariano Talavera y Garcés, quien había sido preconizado el 24 de diciembre de 1828, por el Papa León XII, Vicario Apostólico de Guayana, aún la Catedral estaba sin concluir.
A fines de 1834 se realizaron las elecciones de segundo grado para elegir el Presidente de la República y resultó electo el doctor José María Vargas, quien se juramenta el 20 de enero de 1835, pero luego fue depuesto por Golpe de Estado encabezado por el Comandante Pedro Carujo.  El General Páez reaccionó contra los sublevados y repuso en el Poder al Doctor Vargas, pero al siguiente año renunció por su fracaso al tratar de castigar a los conspiradores.  Se encargó entonces de la Presidencia Narvarte y finalmente el General Carlos Soublette, quien gobierna hasta las elecciones de 1838.
Cumplido el trienio del coronel Ramón Contasti, el Presidente Soublette, designó al General Tomás de Heres, Gobernador del Estado Bolívar, para el período 1836-1839.  Entonces Contasti pasó a la Comandancia de Armas.

         

lunes, 17 de octubre de 2016

TOMÁS DE HERES


El General Tomás de Heres, nacido en Angostura el 18 de septiembre de 1795, figura entre los próceres de la Independencia Sudamericana. Además de militar de la emancipación, fue periodista, gobernador, parlamentario y creador de uno de los dos primeros partidos políticos que existieron en Guayana.
            Era hijo de José Fernández de Heres y de María Josefa Rivero Morín. El primero procedente de Asturias y llegado a la provincia en tiempos del Gobernador Manuel Centurión y la segunda, hija de Antonio Rivero teniente del Real Cuerpo de Artillería destinado a Guayana.
            Tomás de Heres nació a los tres años y nueve meses del matrimonio y a la edad de diez fue internado en el Seminario Tridentino de Caracas donde estudió hasta 1810 que fue llamado por su padre, primer alcalde de la ciudad. Preocupado por los acontecimientos caraqueños del 19 de abril.
            De nuevo en el seno familiar y al lado de sus hermanos José María, Manuel María, Luisa, Petronila y Trinidad. El joven Tomás de Heres se preparó militarmente para ser alistado al lado de los intereses políticos realistas representados por su padre que para entonces y en calidad de Primer Alcalde, había suplantado a Felipe Inciarte en la gobernación de la provincia de Guayana.
            Heres debutó como soldado en los combates de 1812 que desde Soledad habían provocados los coroneles Francisco González Moreno y Francisco Javier Solá en un intento infructuoso por ocupar Angostura cuyo Cabildo que secundó en un principio a la Junta Suprema de Caracas, había sido objeto de un golpe de estado por funcionarios realistas de la ciudad.
            La capital de la provincia, empinada sobre una colina que tenía por norte al Orinoco, era militarmente difícil de tomar, tanto por su posición estratégica dominante como por el cuidado proteccionista que le dispensaba España. 
            En 1813, Tomás de Heres pasó a formar parte de un Batallón que había adoptado el nombre de una antigua ciudad española sitiada y destruida por Escisión Emiliano y cuyos habitantes, los numantinos, prefirieron perecer envueltos en las llamas que rendirse.
            Este nombre “Numancia” de signo heroico, lo rescataron los realistas para este batallón que fue enviado a los Llanos ese año de 1813 donde se reconcentraban las fuerzas realistas para invadir el centro que había sido ocupado por el Libertador en el curso de la Campaña Admirable.
            El “Numancia” integrado a la División de Yáñez, se adueñó de Barinas, Apure y Guanare. Luego las fuerzas de Yáñez se unieron a las de Ceballos que venían desde Coro y en Araure fueron derrotados por el Ejército patriota al frente del cual venía el Libertador desde San Carlos.
            En la batalla de Araure, muy bien representada en un cuadro de Tito Salas, el Numancia perdió hasta el estandarte, el cual quedó en manos de un batallón al que Bolívar se negaba a ponerle nombre hasta tanto no se lo ganara en el campo de batalla. Desde entonces el batallón sin nombre fue bautizado como el “Vencedor de Araure”.
            El Numancia, no obstante esa derrota siguió avanzando  en Venezuela y Nueva Granada hasta 1815 cuando fue destinado por el General Pablo Morillo a la vanguardia del Ejército realista que en Lima comandaba el general español Jerónimo Valdez.
            Los oficiales del Numancia no se las llevaron bien con los batallones peninsulares destacados en Perú. Había un creciente descontento llegado hasta los oídos del General San Martín que ya había libertado a Chile, Argentina y avanzaba hacia el Perú. Hubo contacto efectivos y el 2 de diciembre de 1820 los Oficiales del Numancia, entre ellos Joaquín Cordero, Lucena y Heres, se pronunciaron por la causa republicana y tan pronto como San Martín lo supo, resolvió que desde ese momento se considerara el batallón Numancia como el más antiguo del Ejército Libertador de Perú.
            Entonces Tomás de Heres fue ascendido a Coronel y el Numancia siguió a San Martín hasta su entrada en Lima con el Ejército Libertador el 13 de julio de 1821.
            En 1822 cuando San Martín cede el campo a Bolívar en su entrevista de Guayaquil y el Congreso peruano lo llama para que emprenda la batalla final contra el Ejército español que permanecía intacto en la Sierra, el Libertador dispone por decreto la incorporación del Numancia con el nombre de “Voltíjeros” a la primera brigada de la Guardia.
            Diez días luego de la adhesión del Numancia a al causa republicana, Antonio José de Sucre asigna a Heres su primera gran tarea cual era la de convenir con Andrés de Santa Cruz, la unión del Ejército Libertador del Perú con la División del Sur del Ejército Libertador de Colombia.
            Cumplido este cometido que permitió dos meses después la ocupación de Cuenca, el Coronel Tomás de Heres despejó su estrella y comenzó a ascender, primero como adjunto y luego como Jefe del Estado Mayor de la División que sitiaba a El Callao; Ministro en el Despacho de Relaciones Exteriores; Ministro de Guerra y Marina por segunda vez. En 1826 hizo la campaña del Sur por cuestiones de límites contra los peruanos que concluyó con la batalla de Tarqui el 27 de febrero de 1829 y cuya victoria a favor de Colombia le valió su ascenso a General de División.
            Siendo Ministro de Guerra y Marina en Perú, el General Tomás de Heres tuvo a su cargo la redacción de los semanarios “El Observador” y “El Peruano” que todavía circula al igual que lo hizo Zea, Roscio y Revenga con el “Correo del Orinoco” en Angostura.
            El Libertador sabedor de la importancia que tenía la prensa como instrumento de lucha, no la llegó a descuidar en ningún momento. La consideraba “tan útil como los pertrechos” al tiempo que “fiscal de la moral pública y freno de las pasiones”. Cuidaba de su contenido, elaboración y presentación como bien se puede apreciar en su cartas de 1820 y 1823 al General Santander acerca de la “Gaceta de Bogotá” y “El Correo de Bogotá” y especialmente la dirigida al General Tomás de Heres relativa a “El Observador de Lima”, en el cual, entre otras cosas, le dice: “Los artículos deben ser cortos, picantes, agradables y fuertes. Cuando se hable del gobierno, con respeto y cuando se trate de legislación, con sabiduría y gravedad. Yo quiero que se proteja un periódico; pero que se organice con elegancia, gusto y propiedad”.
            En carta de Heres al Libertador desde huamachuco, el 17 de abril de 1824, hace algunas observaciones sobre “El Centinela en Campaña”, un periódico que se editaba en una imprenta portátil que siempre cargaba consigo el Libertador. Tales observaciones se referían a que todo allí se escribía “con mucha frialdad y poca gracia”. Un oficial de apellido Devoti que era el redactor del El Centinela, no le parecía bueno para sostener una disertación académica.
            Heres, en cambio, cuando regresó a Angostura, no tuvo periódico a pesar de que fue objeto de recios ataques a través  de “El Filántropo”, semanario de los liberales liderado por Juan Bautista Dalla-Costa (padre).
            Después de la recia campaña del sur que le valió el título de prócer de la independencia sudamericana, el General Tomás de Heres retornó a Angostura el 20 de octubre de 1829. Retornó luego de 16 años de ausencia. La ciudad ya no era la misma ni él tampoco. Ambos habían cambiado con el tiempo, la experiencia y los resultados de la guerra. El, más adusto, severo y de conducta militarmente inflexible, estrictamente apegado a la ley, y la ciudad liberalmente más abierta y acentuadamente mercantil.
            Antes que él habían regresado Ascensión Ferreras, Ramón y Orocio Contasti, también angostureño y próceres de la independencia sudamericana. Pero Heres, con mayor jerarquía militar, nivel político y experiencia de estado, los desplazó en el sentir electoral de la ciudadanía.
            Tan pronto se domicilió en la antigua y espaciosa casa de sus padres, entre las calles Amor Patrio y Libertad, comenzó a recibir la simpatía y adhesión de mucha gente acicateada por el acontecer político nacional. De una parte los que pugnaban por la separación de Venezuela de la Gran Colombia y de la otra, quienes como Monseñor Mariano Talavera y Garcés permanecían fieles al pensamiento bolivariano.
            Heres se negó a tomar partido hasta el punto de no asistir como diputado electo al Congreso reunido en Valencia el 6 de mayo de 1830, el cual acordó la separación de Venezuela y pidió la expulsión del Libertador del territorio de la Gran Colombia.
            Una vez materializada la separación y sin el impedimento de Bolívar y Sucre, desaparecidos por muerte de la escena política grancolombiana, el General Tomás de Heres decide tomar bandera al lado de Páez, Soublette, Vargas que a nombre del Partido Conservador detentaban el Poder.
            Heres se convierte en el representante del Partido Conservador surgido en Caracas en el segundo período presidencial de José Antonio Páez y or lo tanto en el gran elector desde la Gobernación o la Comandancia de Armas, pero cada vez encuentra mayor resistencia por parte de los liberales liderados por Dalla Costa, los Afanador y Juan Manuel Sucre, entre otros. Los liberales se autodenominan “Sociedad Filantrópica” y condenan a los Conservadores con el cognomento de “Antropófagos”.
            Heres, no obstante su experiencia en la prensa a través de El Observador y El Peruano, deja este campo libre a los liberales que tienen mucho que decir a través de su semanario “El Filántropo” que por temor a la represalia busca refugio en Soledad para poder tildara sus adversarios de “numantinos, heresiarcas, serviles, provincialistas, antropófagos”, aunque los partidarios de Heres no se quedaban atrás a la hora de responderles con los calificativos de “Forasteros, contrabandistas, logreros, obstruccionistas”.
            La situación de encono político y personal entre ambos bandos se agravó y trascendió a otros periódicos del país como “El Venezolano” que al comentarlo en su edición 143 dice “…dos partidos fuertes, extensos y bastante poderosos para destrozarse entre si y dar a la República días de luto si el patriotismo y la razón no se interponen”.
            A fines de 1838 se realizan elecciones para Presidente de la República y nuevamente los conservadores postulan al General José Antonio Páez, quien al siguiente año (1839) es proclamado por el Congreso tras escrutar 212 votos a su favor.
            Comenzando 1840, Tomás de Heres fue ratificado en la Gobernación del Estado, pero solo permaneció durante diez días pues tuvo que viajar a Caracas para atender la citación del Congreso que examinaba una acusación por irregularidades cometidas durante su gestión, formulada contra él por los liberales.  A partir de entonces la controversia política alimentada ferozmente por las páginas del Semanario “El Filántropo” produjo inestabilidad en el Poder Ejecutivo Regional toda vez que los gobernadores escaso tiempo permanecían en su cargo como en el caso de Manuel Zerón, sucesor de Heres, quien solo pudo gobernar durante cinco meses y seis días del mismo año; Manuel Capella, quien tuvo el honor de instalar el Colegio Nacional de Guayana el 24 de junio de 1840, apenas duró dos meses y catorce días, pues debió darle paso al coronel  Ramón Burgos debido a que el General Tomás de Heres regresaba de Caracas absuelto por el Congreso a ocupar ya no la Gobernación sino la Comandancia de Armas, lo cual produjo visible indignación entre los partidarios de Dalla Costa. Burgos gobernó desde el primero de septiembre hasta el 8 de enero de 1841 cuando fue sustituido  por Florentino Grillet, quien el 25 de marzo, le tocó presidir la ceremonia de inauguración de la Catedral terminada con mucho esfuerzo por Monseñor Mariano Talavera y Garcés gracias a una paciente colecta de 18 mil pesos que logró recaudar entre los 8 mil habitantes que para entonces tenía Angostura.
La inauguración de la Catedral, aunque sin Torre y los sermones de concordia lanados desde el púlpito, no apaciguó los ánimos políticos tan exacerbado.  A falta de conciliación patriótica los días de luto, tal como lo presagiaba el periódico de Antonio Leocadio Guzmán en Caracas, no se hicieron esperar, el General de División Tomás de Heres fue víctima de un atentado mortal a las nueve de la noche del 9 de abril de 1842 cuando se hallaba en torno a una mesa y a la luz mortecina de una lámpara de combustible, conversando con el Vicario apostólico de la ciudad Mariano Talavera y Garcés.  Tenía entonces 47 años de edad y Comandante de Armas de Guayana. Nunca se supo quien disparó el trabuco homicida, pero el atentado fue sin duda alimentado por la forma enconada y primitiva como solían en Venezuela dirimirse los asuntos políticos.


sábado, 15 de octubre de 2016

RAFAEL URDANETA, GOBERNADOR DE GUAYANA

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El General Rafael Urdaneta, prócer de la Independencia y quien desempeñaba la Secretaría en los Departamentos de Guerra y Marina,  fue nombrado por el Presidente Páez, Gobernador provisional de Guayana, con especiales facultades enderezadas a resolver el enconado conflicto entre dos bandos políticos que indujo al asesinato del prócer  Tomás de Heres.
            Urdaneta había estado en Guayana en 1818 junto con Sucre después de haber abandonado a Mariño en el Oriente para plegarse a Simón Bolívar que desde Angostura trazaba los planes  definitivos que conducirían a la independencia de Venezuela y la Nueva Granada.  Ahora volvía con una misión del General Páez a ver qué había pasado con su “amigo del corazón” como le había dicho a Heres en su última carta, cuáles las consecuencias y si era posible una reconciliación entre las facciones en pugna.  No tuvo suerte recibió una andanada a través de “El Filántropo” que no veía con buenos ojos los cambios que había producido en el Gobierno de la provincia.
            Urdaneta, quien llegó a Angostura el 29 de mayo de 1842 nombró Comandante de Armas al coronel Ramón Burgos y Jefe Político al coronel Ramón Contasti, pero ninguno de los dos bandos quedó satisfecho con la nueva estructura del Gobierno.  Sin embargo, el General Urdaneta creyó que su misión fue cumplida y lograda hasta donde es posible dentro de un ambiente libre de ideas y regresó a Caracas el 31 de octubre dejando encargado de la Gobernación al coronel Ramón Burgos, muy instruido y ganado con el propósito de cambiar el nombre de Angostura por el de Bolívar como homenaje a quien empezó en esta tierra la gesta de la libertad de América.

            El 19 de enero de 1843 un grupo de notables angostureños encabezado por el propio Gobernador Burgos, Monseñor Mariano Talavera y Garcés, el Rector del Colegio Nacional Elías Valenzuela, Antonio y Juan Bautista Dalla Costa, Ascensión Farreras y J. B. Siegert, formularon la solicitud ante el Congreso Nacional, la cual tuvo receptividad aunque tardía.

jueves, 13 de octubre de 2016

JUAN BAUTISTA DALLA COSTA


En la edición 34 del Correo del Orinoco aparece al final de la última página el siguiente aviso: “El 25 del mes pasado ha desaparecido de la Casa del Ciudadano Juan Bautista Dalla Costa un Anillo, cuyo circulo es de Diamante, y su roza en medio de un solo Diamante. Ofrece gratificar generosamente a quien se lo presente. Angostura 24 de julio de 1819”. Es el primer Aviso sobre hurto que publica el hebdomadario de los patriotas y en el que figura como agraviado Juan Bautista Dalla Costa (padre), sembrador de este apellido en tierra orinoqueña. Pero Dalla Costa no estaba ni vino a Guayana, como tantos otros, enrolado en la campaña libertadora, sino que se hallaba radicado como próspero comerciante desde 1814, cuando Angostura aún permanecía en manos del Gobierno español.
         Juan Bautista Dalla Costa, tal vez por ser italiano pues nació en Verona el 13 de mayo de 1791, no acompañó al brigadier Miguel de La Torre después del sitio sino que se quedó en Angostura donde tenía establecido un comercio y, por supuesto, los patriotas necesitaban de su condición de tal y lo trataron muy bien, hasta el punto de convertirse en tertuliano del Libertador. Bolívar hablaba un poco de italiano pues en 1805 había estado en Roma visitando el Monte Aventino después de una interminable caminata desde París en compañía de don Simón Rodríguez, su gran maestro. Conocía a Venecia, Verona, Padua, Farrera y Florencia, por lo que la conversación siempre le resultó agradable con Juan Bautista Dalla Costa que en esos días de marzo de 1818 terminó casándose con Isabel Soublette Jeres Aristiguieta, hermana del General Carlos Soublette que era el Jefe del Estado Mayor General del Ejército Libertador con su Cuartel General en Angostura. 
         De ese matrimonio nacieron siete hijos, entre ellos, Antonio, Gobernador de Guayana en 1872; Teresa, casada con Leandro Miranda, hijo del Generalísimo y Juan Bautista, Gobernador de Guayana en tres períodos.
         A la muerte de su esposa Isabel en octubre de 1833, contrajo matrimonio con Belén Fortique y tuvo siete hijos más, entre ellos, Federico que fue Gobernador de Guayana entre 1865-66; Alfredo que se casó con Emilia Boulton y Teresa con Alfredo Boulton.
         Desde 1820 que formó parte del tercer Concejo Municipal de Angostura durante la República, en calidad de Síndico Procurador, Juan Bautista Dalla Costa (padre) comenzó a alternar su próspera firma mercantil “Juan Bautista Dalla Costa e hijos” con la política y la acción pública. Quería y en ese sentido hizo esfuerzos por materializarlo, que Angostura fuese como algunas ciudades italianas con sus calles empedradas, aseo y ornato organizado al igual que su alumbrado público, escuelas, arquitectura civil y mercado. Aquel Mercado pintoresco y bullicioso que moró hasta la época de Eudoro Sánchez Lanz en el Mirador Angostura, fue obra de Juan Batista Dalla Costa y el cual llevó al geógrafo y militar italiano Agustín Codazi (1793-1859) escribir en su geografía de Venezuela que “Angostura es la única ciudad de esta República que tiene un edificio elegante y a propósito para mercado público a imitación de los Estado Unidos, pero proporcionado a la población”.
         Juan Bautista Dalla Costa siempre estuvo y quiso estar detrás del Poder, por supuesto, en función de su gran Casa Mercantil que comercialmente dominaba todo el arco sur del Orinoco.  Por eso se casó con una hermana de Carlos Soublette y enderezó a sus hijos varones, especialmente Antonio, el mayor;  Juan Bautista y Federico, por ese camino.  Solo tuvo un inconveniente: la llegada al Poder del General Tomás de Heres, prócer de la Independencia a la par que Páez y Soublette, quienes siempre respetaron su jerarquía y lo favorecieron como caudillo de la provincia de Guayana a pesar de la oposición rotunda de la gente intelectualmente notable que logró Dalla Costa agrupar a su alrededor con el atractivo nombre de Sociedad Filantrópica que sólo pudo acceder al Poder cuando a causa de un atentado alevoso, Heres quedó  sepultado dos metros bajo tierra.
         Efectivamente, después de Urdaneta cuyas acciones nunca convencieron a los filántropos, vinieron las elecciones de 1843 que llevó por segunda vez a Carlos Soublette al Poder y en Guayana a Francisco Avendaño, respetable por su hoja de servicio a favor de la Independencia y con la experiencia de haber sido Gobernador de la Provincia de Cumaná y Ministro de Guerra de Carlos Soublette.  Su designación fue el resultado de un acuerdo previo de Soublette con Dalla Costa, por eso el viejo zorro genovés pudo sonreír a sus anchas para desconsuelo y amargura de los antiguos seguidores de Heres que asumieron en la oposición la misma rebeldía implacable de los liberales.   Avendaño, quien era nativo de Cumaná, asumió el Poder el  9 de mayo y en febrero de 1845, fue ratificado en la Gobernación para un segundo período que se vio obligado a interrumpir en agosto exigido por Soublette para ocupar la Secretaría en los Departamentos   de Guerra y Marina. Entonces dejó en su lugar al sustituto legal, Capitán José Tomás Machado.  Pero Soublette que ya cumplía su último año en el Poder no quería irse sin dejar cumplida su promesa de cambiarle el nombre a Angostura por el de Ciudad Bolívar y así el Congreso Nacional presidido por el senador Rafael Enriquez debatió el decreto sancionado el 30 de mayo de 1846 y ejecutado al siguiente día por el Presidente Soublette con la disposición expresa de comenzar a cumplirse con todas las formalidades el 24 de julio de ese mismo año.



martes, 11 de octubre de 2016

JOSE TADEO MONAGAS

Resultado de imagen para José Tadeo MonagasEn octubre de 1846 se realizaron las elecciones y Páez impuso la candidatura presidencial de José Tadeo Monagas no obstante la popularidad de Antonio Leocadio Guzmán, lo cual produjo descontento general, alzamientos, persecuciones y condenas contra liberales entre ellos, Antonio Leocadio Guzmán y Ezequiel Zamora.  Este último, junto con el General Juan Crisóstomo Falcón terminaría liderando la Guerra Federal que duró cinco años. Monagas tomó posesión el primero de marzo de 1847 y terminó el período el 20 de enero de 1851.  Durante su gestión tuvieron lugar graves acontecimientos, entre ellos el 24 de enero de 1848 cuando los oficialistas armados atacaron el edificio del Congreso muriendo varios congresales.  Monagas decretó por 18 años el privilegio  de navegación por los ríos Orinoco y Apure obligando a la compañía a llevar gratis el correo.  Impuso a su hermano José Gregorio para sucederlo en la Presidencia y con él mismo ejerció una hegemonía por espacio de doce años. José Gregorio trascendió en sus ejecutorias por la libertad de los esclavos y cuando su hermanos José Tadeo fue derrocado al iniciar un tercer período, por una alianza de los liberales con los conservadores encabezada por Julián Castro, fue preso en Barcelona y remitido a la Cárcel de Ciudad Bolívar de donde fue remitido al Castillo de Puerto Cabello y de allí al San Carlos.  Aquí enfermo y cuando era trasladado a Maracaibo para ser atendido, falleció Durante la hegemonía de los Monagas gobernaron la Provincia de Guayana: Pedro Murguera, Emeterio Emazábal, José Tomás Machado, José Miguel La Grave,  Capitán Biviano Vidal, Francisco Capella, Juan Vallés, Santos Gáspari, Manuel Planchard, Esteban Salom y Juan Bautista Dalla Costa Soublette, a quien su padre había enviado a Europa a prepararse política e intelectualmente, previendo junto a él un mejor destino para Guayana.



domingo, 9 de octubre de 2016

J. B. DALLA COSTA SOUBLETTE


En el tiempo ardoroso de los Filántropos y Antropófagos, Juan Bautista Dalla Costa (hijo) tenía 17 años y andaba por Europa ilustrándose en las más acreditadas academias, aprendiendo idiomas, viajando y conociendo las culturas de los pueblos más avanzados. Estaba prácticamente ajeno, aunque informado a través de las cartas con su padre y hermanos, de la realidad político-social de Venezuela y de su Provincia. Ello pudo verificarlo ya en los umbrales de la Guerra Federal, cuando en Guayana por influencia del Gobierno de Carlos Soublette, hermano político de Dalla Costa, los filántropos se volvieron centrales y los antropófagos liberales.
         El joven Juan Bautista Dalla Costa, a quien su Padre y su hermano mayor Antonio le habían preparado el terreno en medio de la pugnacidad política que agitaba a la provincia por el mismo efecto de lo que pasaba en Venezuela a nivel central, entró en escena en junio de 1858, justo cuando Julián Castro había desplazado a José Tadeo Monagas de la Presidencia de la República y la Guerra Federal comenzaba a tomar cuerpo en Juan Crisóstomo Falcón y Ezequiel Zamora desde Coro. Desde entonces hasta 1871 que fue expulsado del Gobierno y enviado al ostracismo por la Revolución de Los Azules, Dalla Costa gobernó en 1858, varios meses; luego de 1861 a 1863 y finalmente desde 1866 a 1871.
         Durante la Guerra Federal, la más cruenta sufrida por el país después de la Independencia, Juan Bautista Dalla Costa Soublette gobernó la provincia de Guayana haciendo un esfuerzo enérgico e inteligente por mantenerla al margen del conflicto federalista. Los brotes que se presentaron en diferentes puntos del interior, fueron rápidamente sofocados permitiendo con relación a otras entidades del país un importante margen de estabilidad, seguridad al comercio y la actividad industrial, de suerte que aunados a la explotación del oro y del caucho que ya se había iniciado en la región, contribuyeron acentuadamente a un auge económico envidiable.
         Triunfante la Guerra Federal en 1863, Dalla Costa resignó el Gobierno ante la Asamblea Legislativa presidida por Miguel Aristeguieta y el 31 de julio de ese año el cuerpo legislativo declaró la provincia Estado Soberano mientras se cumplía la reorganización del país bajo el sistema federal. Al efecto nombró un Gobierno provisorio presidido por el mismo Dalla Costa; Florentino Grillet, Vicepresidente y Merced Ramón Montes en calidad de designado, el cual tuvo vigencia hasta el 16 de diciembre de ese mismo año 1863 cuando Guayana quedó incorporada al pacto federal después de una entrevista entre Dalla Costa y el General José Loreto Arismendi, Jefe Superior del Circuito Militar de Oriente que comprendía a Guayana y Barcelona. Dalla Costa entonces tomó el camino del autoexilio hasta 1867 cuando la Asamblea  Legislativa lo eligió Presidente del Estado para concluir el período de Gobierno que había sido interrumpido y el cual ejercía en calidad de designado su hermano Antonio Dalla Costa.
         Esta fue la más larga y productiva de sus gestiones, pues duró cinco años y se inició con su famosa circular del 20 de julio sobre instrucción pública que “abrió en Venezuela a los desheredados de la enseñanza la era de su redención intelectual”. Las primeras escuelas para niños pobres fueron creadas por Decreto del 27 de julio de 1867 en el Distrito Borbón. Dos años después, el 28 de octubre, le fue erigida en la Plaza mayor de la ciudad, una estatua al Libertador realizada en Italia y al cual fue costeada con una colecta pública de 12.516.21 pesos. (Rafael Pineda dice que es copia del original de Pietro Tenerani, erigida en Bogotá en 1846).
         Ignoraba Dalla Costa en ese momento que su padre hacía dos días que había muerto en Génova donde se hallaba procurando remedio para sus males. Falleció a la edad de 78 años y sus restos fueron trasladados al Cementerio de la ciudad, donde reposan.
         Por lo demás y en conjunto, Dalla Costa resultó ser un extraordinario administrador e impulsor constante de la economía local obviando cuanto pudiera ser escollo. La estimuló ofreciendo toda clase de facilidades y exploró la factibilidad de otros recursos como la minería y el caucho. Dictó las primeras disposiciones sobre minas que tuvo Guayana, incentivó la inmigración, decretó medidas de protección para las comunidades indígenas, construyó nuevas calles, plazas, alamedas, paseos, edificios públicos, organizó el servicio postal y estimuló las organizaciones gremiales, pero lo más importante a su favor fue el haber evitado que la provincia participara en la cruenta Guerra Federal. No pudo evitarlo, en cambio, durante la llamada Revolución de los Azules que pretendía nacionalmente volver por sus fueros con la dinastía de los Monagas. Fue imposible que Guayana escapara a los efectos perniciosos de esta guerra que al final y luego de 117 acciones de armas en todo el país pudo ser liquidada definitivamente en enero de 1872, casi a un año de haber asumido el Poder el General Antonio Guzmán Blanco.
         La Revolución de los Azules lo aventó hacia el ostracismo, cumplió un periplo por varios países hasta radicarse en los Estados Unidos como Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Gobierno de Guzmán Blanco, terminado lo cual, ya fatigado de la diplomacia, el ajetreo político y los negocios públicos, regresó a la Angostura que desde el 30 de mayo de 1846 ostentaba el nombre de Ciudad Bolívar.
         Falleció en la mañana del 10 de febrero de 1894, a la edad de 71 años y en un ambiente de sencilla pobreza que contrastaba con el de riqueza que marcó su nacimiento, infancia y adolescencia. La acaudalada casa mercantil que giraba bajo la razón social de “J. B. Dalla Costa e hijos” hacia años que se había extinguido y su jefe principal, Antonio Dalla Costa, se hallaba radicado en Trinidad.