viernes, 30 de septiembre de 2016

LA GUERRA FEDERAL

La Guerra Federal, la más sangrienta sufrida por el país después de la gesta independentista, fue generada por la odiosa rivalidad caudillista de dos grandes partidos del siglo diecinueve, de los cuales aún quedan residuos: Los Liberales o Federalistas, partidarios de la autonomía político-administrativa de los Estados y los Conservadores, partidarios del centralismo vertical como garante de la unidad republicana.
            A pesar del Libertador, partidario del centralismo, en Venezuela, desde los días iniciales de la República, se habla obsesivamente de Federación y es que quienes hicieron la guerra para darle contenido y oponerla al centralismo, al final, defraudaron a la nación, posiblemente porque no hubo convicción ideológica o las circunstancias adversas fueron tan poderosas que a los protagonistas, una vez en el Poder, no les quedó sino la alternativa de tímidas reformas, más políticas que de contenido social y económico.
            Lo de la falta de convicción ideológica lo evidencia el líder de la Federación, Antonio Leocadio Guzmán, cuando en 1867 dijo en el Congreso: “No se de donde han sacado que el pueblo de Venezuela tenga amor por la Federación cuando no sabe ni lo que esta palabra significa, esa idea salió de mi y de otros que nos dijimos, supuesto que toda revolución necesita bandera y que la Convención de Valencia no quiso bautizar la Constitución con el nombre de Federal, invoquemos nosotros esa idea, porque si los contrarios hubieran dicho Federación, nosotros habríamos dicho Centralismo”.
            Simplemente un pretexto y, por lo demás, también es cierto que con índice de analfabetismo (90%) tan alto, era difícil que el pueblo alcanzara la codificación substancial de la idea. El venezolano común sólo reclamaba su derecho a tener y poder trabajar libremente la tierra. La tierra era el principal recurso de la producción y de la seguridad económica y ella estaba en manos de unos pocos, en manos del 4% de la población que era el grupo social relativamente rico, con un consumo per cápita de 80 pesos, el doble de la clase media que constituía el 30 % de la población. Los jornaleros que constituían el grupo social mayoritario (49%) apenas consumía 15 pesos per cápita. El 20 % restante de la población estaba imposibilitado.
            Ese era el cuadro social de la Venezuela de mediados del siglo diecinueve, de suerte que para la mayoría su mejor doctrina era aquella que le ofreciera un modo de producción digno, justo y humano. Y por ello siguieron con entusiasmo casi rayano en el fanatismo, las banderas amarillas del General Ezequiel Zamora y de Juan Crisóstomo Falcón, aunque en el programa de la Federación no se toca específicamente el problema de la propiedad de la tierra que era a fin de cuentas lo que más interesaba a los miles de jornaleros desheredados de la propiedad rural y quienes trabajaban en condiciones de explotados, como siervos de la época feudal.
            No obstante, en términos generales, el régimen de libertades en el programa de la Federación o Partido Liberal, dejaba tácito o abierta  esa posibilidad que hasta entones, vale decir, desde la época de la Independencia, las guerras intestinas habían hecho más regresivo. “Más regresivo el régimen de propiedad territorial agraria porque los movimientos armados no perseguían sino el poder político que terminaba en poder tributario de las clases privilegiadas” (Maza Zabala en “Venezuela, una economía independiente”)”.
            Y ¿quiénes eran lo de la clase privilegiada? ¿Solamente los godos paecistas o conservadores? No. También había liberales que militaban en ese 4 % de la clase pudiente venezolana.
            Quien mejor representaba al Federalismo desde el punto de vista programático era Ezequiel Zamora, un militar nacido en Cúa (Estado Miranda) en febrero de 1817 cuando Piar invadía Guayana. Fue el alma de la Revolución Federal y su muerte ocurrida en el curso de la guerra-10 de enero de 1860- le hizo perder impulso al movimiento con serios descalabros favorables a los Conservadores que pudieron gracias a ellos mantenerse en el Poder por más del tiempo previsto.
            Los federalistas llegaron con Juan Crisóstomo Falcón al Poder tras la firma del Convenio de Coche  el 24 de abril de 1863 y Venezuela que comenzó a llamarse Estados Unidos de Venezuela, fue dividida en 20 estados y un Distrito Federal. Guayana pasó a denominarse entonces Estados Soberano de Guayana.
            La Guerra Federal duró cinco años (1858-1863) y protagonizó 200 acciones de guerra con saldo de unos 100 mil muertos. Es la más larga sufrida por Venezuela después de la Independencia, seguida de la Guerra Libertadora que duró tres años y sirvió menos que la Federal porque fue alentada por intereses foráneos y echó las bases para la dictadura de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez que duró 35 años.
            Ha sido calificada como “la estafa más grande de la historia de Venezuela” por algunos analistas y por otros como un mal necesario que democratizó las instituciones y suscitó en los venezolanos el sentimiento de igualdad social, aunque esto habría podido lograrse por la propia dinámica civilista sin necesidad de una guerra que empobreció al país y lo hizo más dependiente.
            Dice Maza Zabala en el libro anteriormente citado que “La estructura socio-económica del país, ya culminada la Guerra Federal, permaneció igual, sin alteraciones sustantivas; subsistía el predominio de las relaciones latifundistas de producción y sus formas señoriales de dominación que trataban el desarrollo de las fuerzas productivas, persistía el mismo orden de diferenciación social con su status de degradación y privilegios. En cierto modo había aumentado la población rural en condiciones serviles de explotación, sobrevinieron luego regímenes autocráticos y la situación política que siguió a la Guerra Federal se caracterizó por al influencia determinante de los caudillos militares”.
            Acaso sea Guayana uno de los pocos Estados venezolanos donde menos prosperó el caudillismo militar, familiar o unipersonal sufrido por otras entidades federales. Para 1858 cuando comenzó a desembozarse la guerra, ya había muerto (asesinado) el caudillo más prominente, el General Tomás de Heres, cabeza de los Conservadores, localmente conocido como “Antropófagos” versus del movimiento liberal llamado “Filántropos”. El movimiento liberal guayanés, encabezado por Juan Bautista Dalla Costa, sembró una mejor conciencia de las libertades y derechos.
            Se trataba también de que Guayana era una región territorialmente  inmensa y escasamente poblada. Cualquiera podía tener una parcela de tierra. Además, la agricultura no era propiamente su fuerte. En todo caso, la ganadería extensiva, una minería incipiente y los productos selváticos de extracción y recolección que nativos y forasteros trabajaban libremente, aunque, por supuesto, no eran bien pagados y en torno a ellos se encadenaban roscas de explotadores y usureros.
            Por otra parte, en Guayana había muchos europeos con un comercio floreciente a través del Orinoco, que tenían otra mentalidad. Aquí no ocurrió lo que en otros Estados declarados soberanos después de la Guerra Federal, como dice Antonio Arraiz en su artículo “La Guerra Larga” (El Nacional, 11/07/60): “Los que en 1862 en la guerra, eran insurgentes alzados, en 1864 en la paz, eran Presidentes de Estado o Comandantes de Armas en las misma regiones, casi con tanta independencia como entonces, y hasta el advenimiento de Gómez, los Monagas y Sotillo en los Llanos de Barcelona y Maturín; los Acosta y Ducharne, en Oriente; los Aranguren en Barinas; los Riera, Colina y Peñaloza, en Coro; los Baptista y Araujo, en Trujillo; los Urdaneta y Pulgar, en Maracaibo; los Mendoza y Lander, en los alrededores de Caracas, se continuaron trasmitiendo unos a otros el prestigio y la autoridad regional”.
            Pasaron por la Gobernación de la provincia a lo largo de esos cinco años: Esteban Salom (1958) seguido de Juan Bautista Dalla Costa y meses después Manuel Yánez hasta febrero de 1859 que se encargó interinamente Santos Gáspari, reemplazado por el Capitán Bibiano Vidal (1859-1869), Luis Soublette (1860), Florentino Grillet (1860-1861) y Juan Bautista Dalla Costa (1861-1863).
            Durante la Guerra Federal, la situación política y militar en Guayana estuvo controlada, no obstante los siguientes alzamientos a fines de 1860 y principios de 1861: Alzamiento de Juan Antonio Sotillo, el 9 de septiembre de 1860 en Barrancas; Alzamiento del Comandante Justo Berengel, en el Cantón de Upata; alzamiento de Capitán José Antonio Rodríguez, en Moitaco y Turapa y levantamiento de Magdalena Aquino, en Las Bonitas. Todos estos levantamientos fueron aplacados por el Gobierno centralista.
            En Las Bonitas se dio el caso de que le Comandante del Cantón del Orinoco, Simón García, masacró a todos los prisioneros, por lo que el Gobernador Florentino Grillet lo destituyó. Cuando Dalla Costa reemplazó a Grillet en el Gobierno, repuso al destituido en su cargo. Asimismo durante ese lapso, Caicara del Orinoco fue incendiada por Ambrosio Tapia, tras derrotar a las tropas del Gobierno centralista. El 6 de septiembre de 1861, el joven Juan Jasper fue fusilado en la Plaza de Artillería del Convento por rehusar prestar servicio militar.





jueves, 29 de septiembre de 2016

JOSÉ GABRIEL OCHOA


Prominente político y militar guayanés, distinguido durante la Guerra Federal, al lado de Ezequiel Zamora y Juan Crisóstomo Falcón, no obstante permanecer Guayana, al igual que las provincias del Zulia y de los Andes, al margen de esta larga y cruenta guerra de cinco años.
         Excepto algunos brotes puntuales y esporádicos, Guayana permaneció ajena a la Guerra Federal y este comportamiento tan beneficioso para su economía lo debe en buena parte a la habilidad del gobernante Juan Bautista Dalla Costa.
         No quiere decir esto indiferencia total por esa guerra larga y cruenta que conmovió al país durante cinco años y que tenía como bandera la justicia social. Hubo hombres importantes en Guayana que estuvieron en sintonía con el proceso, unos que participaron activamente en su propia geografía como Encarnación Martínez y otros como José Gabriel Ochoa que se fueron directamente a la guerra al lado de Ezequiel Zamora.
         José Gabriel Ochoa, nacido en Angostura en 1818, conoció al General Ezequiel Zamora cuando éste ejercía la Comandancia de Armas de la Provincia de Guayana en tiempos de José Gregorio Monagas y siendo gobernador Francisco Capella (1853-1856).
         Ochoa, administrador del prócer Tomás de Heres, quien era conservador, perteneció sin embargo a la “Sociedad Liberal de Guayana” que se había fundado el 19 de abril de 1844 y desde cuyas filas ascendió a importantes escaños de la política regional y nacional.
         Hijo de Antonio José Ochoa y de María Manuela Urbina, incursionó muy temprano en la política siguiendo las huellas de su padre, quien era heresiano, pero en el fondo lo atraía la pasión venezolanista de Antonio Leocadio Guzmán reflejada en “El Venezolano” que circulaba profusamente en Caracas, sin dejar de tocar muchas veces con retardo en ciudades importantes como Ciudad Bolívar. Algunos ejemplares llegaban ocasionalmente a Guayana y su tono combativo lo imitaba muy bien “El Filántropo” de los Hermanos Ayala, fuertemente financiado por la Casa Mercantil de los Dalla-Costa.
         La muerte del General Tomás de Heres, a quien hacían rotunda oposición los “Filántropos”, liquidó las pasiones y así con mayor tranquilidad pudo Ochoa al igual que otros amigos como José Tomás Machado, Encarnación Martínez y Justo Berenguel, participar en la fundación de la Sociedad Liberal de Guayana, a imitación de la Sociedad Liberal de Caracas que en 1840 había fundado Tomás Lander y que finalmente se transformó en lo que fue después el Partido Liberal, plataforma de la Guerra Federal.
         En 1848, José Gabriel Ochoa cumplía 30 años cuando fue electo diputado provincial y como tal puso a prueba sus dotes de orador, pues era hombre de fácil palabra, convincente y dialéctico. Al año siguiente, el presidente del Estado, José Tomás Machado, lo llamó para que lo acompañara en la Secretaría General y desde allí hizo los primeros contactos con sus amigos José Marzón, José Fermín Carreño, José Ramón Serrano, Pedro Mares y otros, para fundar la Logia “Asilo de la Paz”, la cual quedó constituida el 26 de octubre de 1854, siendo él su primer venerable maestro, grado 18.
         Durante la dinastía de los Monagas su ascenso como político era tal que ya en 1856 era Presidente de la Cámara de Representantes del Congreso Nacional. Este Congreso dividió a Venezuela en las 20 provincias que constituyeron luego los veinte Estados de la unión.
         Pero el deseo de José Tadeo Monagas de querer perpetuarse en el Poder a través de una reforma constitucional, suscitó disgusto y rechazo tanto en las filas de los liberales como de los conservadores, por lo que estos dos partidos se unieron para destronarlo presentando como punta de lanza a Julián Castro, Gobernador de Carabobo, quien, con un ejército de cinco mil hombres, marchó a Caracas desde Valencia para asumir el Poder.
         A fin de lograr el mayor respaldo a su movimiento denominado “Revolución de Marzo”, Castro prometió a los trabajadores, sirvientes y campesinos, liberarlos de las deudas contraídas con sus patronos, siempre y cuando tomaran las armas a favor de la insurrección; pero, una vez en el Poder; los conservadores alegaron inconveniencia y presionaron para que tal promesa no se cumpliera. Esto avivó el descontento y arreció la oposición de hombres como Juan Crisóstomo Falcón, Ezequiel Zamora, Wenceslao Casado, Antonio Leocadio Guzmán, José Gabriel Ochoa, Fabricio Conde y otros que a la postre fueron expulsados por decreto de Castro dictado el 7 de julio de 1858, mientras en los valles de Aragua, en la Sierra de Carabobo y en los llanos de Portuguesa se registraban brotes armados de campesinos. Se había encendido la chispa de la Guerra Federal.
         En tanto esto ocurría en Venezuela y Julián Castro intentaba la forma de conciliar las parte a través de una reforma constitucional, en Curazao y San Thomas, los expulsados líderes del liberalismo se organizaban en torno a un programa para iniciar en Venezuela una revolución, la cual estalló el 20 de febrero de 1859 cuando el comandante Tirso Salavarría, seguido de 40 hombres asaltó el cuartel de Coro y lanzó el “Grito de la Federación”, cuya fecha pasó luego a formar parte del Escudo Nacional.
         De inmediato despachó una goleta a Curazao, a bordo de la cual dos días después desembarcó en La Vela el general Ezequiel Zamora junto con José Gabriel Ochoa y otros oficiales. Posteriormente, el general Falcón desde San Thomas desembarcó por la boca del Yaracuy y Juan José Sotillo por el Oriente.
         Casi todos los estados. Marcadamente los llanos en toda su extensión y regiones circunvecinas fueron dominados por la guerra. Sólo los Andes, el Zulia y Guayana quedaron al margen de la ardorosa contienda subrayada por numerosos brotes guerrilleros entre los cuales destacaron tres batallas importantes: la de Santa Inés el 10 de diciembre de 1859 ganada por Zamora; la de Coplé, perdida por Falcón frente a la fuerzas gubernamentales al mando de León de Febres Cordero y la de Cuchivacoa.
         José Gabriel Ochoa participó al lado de Zamora en las campañas de Barinas; en las maniobras efectuadas por Zamora contra José Laurencio Silva, en San Lorenzo. Estuvo en la batalla de Santa Inés y en los combates subsiguientes del El Bostero, Maporal, El Corozo, y Curbatí en la ruta de Zamora hacia Caracas o hacia la muerte, pues en las acciones preliminares para asaltar la ciudad de San Carlos, recibió un balazo mortal en la cabeza, 10 de enero de 1869.
         Si bien la muerte de Zamora resultó un duro golpe para la revolución federalista, esa continuó adelante con Falcón y Guzmán Blanco hasta la fima del Convenio de Coche el 24 de abril de 1863, que significó el triunfo de la Federación y el ascenso al Poder del General Falcón.
         El general José Gabriel Ochoa, subsecretario de Falcón, no tuvo de acuerdo con el Convenio porque se reconocía a Páez como Jefe Supremo y a la Asamblea que debía sustituirlo, integrada en partes iguales por diputados federalistas y liberales. De todas maneras lo acató y tras la reestructuración de la República de acuerdo con el programa federalista, se lanzó como diputado a la Asamblea Nacional Constituyente por el Estado Guárico toda vez que Guayana no tenía las cuentas bien claras con la Federación.
         En efecto, triunfante la Federación, Falcón comisionó al General José Gabriel Ochoa para que se trasladara a Guayana a solicitar de Juan Bautista Dalla Costa la entrega de la provincia. Mas éste no estuvo de acuerdo con la presencia ni las condiciones de Ochoa y pidió a Falcón enviara a otro emisario que resultó ser el general José Loreto Arismendi, Jefe del 4to circuito militar que abarcaba a Barcelona y Guayana. Convencido Dalla Costa, hizo entrega formal de la provincia y una Asamblea constituyente declaró a Guayana Estado Soberano integrado a la Federación y designó por sugerencia de Arismendi, a José María Frontado, Presidente Provisional.
         La Asamblea Nacional Constituyente de la Federación por su parte, se instaló el 24 de diciembre de 1863 con 69 diputados bajo la dirección de Antonio Guzmán Blanco y José Gabriel Ochoa. Como secretario actuó el coronel José María Ortega Martínez. La diputación después aumentó a cien al irse incorporando representantes de provincias. Guayana tuvo problemas debido a que su representación integrada por Pedro Cova, Francisco Padrón, Ramón Isidro Montes, Hilarión Gambús y Elías Calderón, no fue admitida por ponerse en entredicho la forma como fueron escogidos los candidatos. Lo cierto es que todos habían apoyado la dictadura de Páez contra la guerra federal.
         El 28 de marzo de 1864 fue aprobada la Constitución de los Estados Unidos de Venezuela. El ejecútese del Presidente Juan Crisóstomo Falcón tuvo lugar en Santa Ana de coro el 13 de abril. Para entonces José Gabriel Ochoa era Ministro de Relaciones Exteriores y como tal le tocó refrendarla junto con los demás miembros del gabinete.
         Además del Ministerio de Relaciones Exteriores, José Gabriel Ochoa desempeñó las carteras de Interior y Justicia (1864, 1868 y 1874); de Crédito Público (1873 y 1875). En 1872 ejerció la Presidencia de Guayana y en ese mismo año conoció y se enamoró de Doña Ezeiza Gambús con la cual contrajo matrimonio al año siguiente, vale decir, dos años antes de su muerte, acaecida en Ciudad Bolívar el 17 de febrero de 1876, a la edad de 58 años y siendo Administrador de la Aduana Marítima. 
         Las ceremonias fúnebres fueron presididas por Jacinto Gutiérrez quien lo había sustituido en el mando y tocó al Ledo. Ramón Isidro Montes la oración fúnebre exaltando el dolor que embargaba a Guayana y también, como bien expresó, a “la Patria querida, a quien sirvió con su espada, con su palabra, con su pluma: la Nación que ha perdido en él una de sus más prominentes figuras; hombres instruido, carácter enérgico, liberal concienzudo, político doctrinario, que descolló en los Parlamentos, que presidió más de una vez las altas asambleas nacionales, que desempeñó repetidas veces diversos Ministerios del Poder Ejecutivo con honra para su país y en ocasiones solemnes para la República”.
         En agosto de 1876, el Presidente del Estado, José Tomás Machado, decretó la erección de un monumento en el Cementerio para perpetuar la memoria del General José Gabriel Ochoa y excitó a la Municipalidad para que donara el área respectiva. Ese decreto coincidió con el fallecimiento del General Justo Berenguel, ocurrido el 11 de agosto de 1876 en Ciudad Bolívar. Berenguel, al igual que Encarnación Martínez se destacaron en Guayana y Oriente como guerrilleros de la Guerra Federal. 
Prominente político y militar guayanés, distinguido durante la Guerra Federal, al lado de Ezequiel Zamora y Juan Crisóstomo Falcón, no obstante permanecer Guayana, al igual que las provincias del Zulia y de los Andes, al margen de esta larga y cruenta guerra de cinco años.
         Excepto algunos brotes puntuales y esporádicos, Guayana permaneció ajena a la Guerra Federal y este comportamiento tan beneficioso para su economía lo debe en buena parte a la habilidad del gobernante Juan Bautista Dalla Costa.
         No quiere decir esto indiferencia total por esa guerra larga y cruenta que conmovió al país durante cinco años y que tenía como bandera la justicia social. Hubo hombres importantes en Guayana que estuvieron en sintonía con el proceso, unos que participaron activamente en su propia geografía como Encarnación Martínez y otros como José Gabriel Ochoa que se fueron directamente a la guerra al lado de Ezequiel Zamora.
         José Gabriel Ochoa, nacido en Angostura en 1818, conoció al General Ezequiel Zamora cuando éste ejercía la Comandancia de Armas de la Provincia de Guayana en tiempos de José Gregorio Monagas y siendo gobernador Francisco Capella (1853-1856).
         Ochoa, administrador del prócer Tomás de Heres, quien era conservador, perteneció sin embargo a la “Sociedad Liberal de Guayana” que se había fundado el 19 de abril de 1844 y desde cuyas filas ascendió a importantes escaños de la política regional y nacional.
         Hijo de Antonio José Ochoa y de María Manuela Urbina, incursionó muy temprano en la política siguiendo las huellas de su padre, quien era heresiano, pero en el fondo lo atraía la pasión venezolanista de Antonio Leocadio Guzmán reflejada en “El Venezolano” que circulaba profusamente en Caracas, sin dejar de tocar muchas veces con retardo en ciudades importantes como Ciudad Bolívar. Algunos ejemplares llegaban ocasionalmente a Guayana y su tono combativo lo imitaba muy bien “El Filántropo” de los Hermanos Ayala, fuertemente financiado por la Casa Mercantil de los Dalla-Costa.
         La muerte del General Tomás de Heres, a quien hacían rotunda oposición los “Filántropos”, liquidó las pasiones y así con mayor tranquilidad pudo Ochoa al igual que otros amigos como José Tomás Machado, Encarnación Martínez y Justo Berenguel, participar en la fundación de la Sociedad Liberal de Guayana, a imitación de la Sociedad Liberal de Caracas que en 1840 había fundado Tomás Lander y que finalmente se transformó en lo que fue después el Partido Liberal, plataforma de la Guerra Federal.
         En 1848, José Gabriel Ochoa cumplía 30 años cuando fue electo diputado provincial y como tal puso a prueba sus dotes de orador, pues era hombre de fácil palabra, convincente y dialéctico. Al año siguiente, el presidente del Estado, José Tomás Machado, lo llamó para que lo acompañara en la Secretaría General y desde allí hizo los primeros contactos con sus amigos José Marzón, José Fermín Carreño, José Ramón Serrano, Pedro Mares y otros, para fundar la Logia “Asilo de la Paz”, la cual quedó constituida el 26 de octubre de 1854, siendo él su primer venerable maestro, grado 18.
         Durante la dinastía de los Monagas su ascenso como político era tal que ya en 1856 era Presidente de la Cámara de Representantes del Congreso Nacional. Este Congreso dividió a Venezuela en las 20 provincias que constituyeron luego los veinte Estados de la unión.
         Pero el deseo de José Tadeo Monagas de querer perpetuarse en el Poder a través de una reforma constitucional, suscitó disgusto y rechazo tanto en las filas de los liberales como de los conservadores, por lo que estos dos partidos se unieron para destronarlo presentando como punta de lanza a Julián Castro, Gobernador de Carabobo, quien, con un ejército de cinco mil hombres, marchó a Caracas desde Valencia para asumir el Poder.
         A fin de lograr el mayor respaldo a su movimiento denominado “Revolución de Marzo”, Castro prometió a los trabajadores, sirvientes y campesinos, liberarlos de las deudas contraídas con sus patronos, siempre y cuando tomaran las armas a favor de la insurrección; pero, una vez en el Poder; los conservadores alegaron inconveniencia y presionaron para que tal promesa no se cumpliera. Esto avivó el descontento y arreció la oposición de hombres como Juan Crisóstomo Falcón, Ezequiel Zamora, Wenceslao Casado, Antonio Leocadio Guzmán, José Gabriel Ochoa, Fabricio Conde y otros que a la postre fueron expulsados por decreto de Castro dictado el 7 de julio de 1858, mientras en los valles de Aragua, en la Sierra de Carabobo y en los llanos de Portuguesa se registraban brotes armados de campesinos. Se había encendido la chispa de la Guerra Federal.
         En tanto esto ocurría en Venezuela y Julián Castro intentaba la forma de conciliar las parte a través de una reforma constitucional, en Curazao y San Thomas, los expulsados líderes del liberalismo se organizaban en torno a un programa para iniciar en Venezuela una revolución, la cual estalló el 20 de febrero de 1859 cuando el comandante Tirso Salavarría, seguido de 40 hombres asaltó el cuartel de Coro y lanzó el “Grito de la Federación”, cuya fecha pasó luego a formar parte del Escudo Nacional.
         De inmediato despachó una goleta a Curazao, a bordo de la cual dos días después desembarcó en La Vela el general Ezequiel Zamora junto con José Gabriel Ochoa y otros oficiales. Posteriormente, el general Falcón desde San Thomas desembarcó por la boca del Yaracuy y Juan José Sotillo por el Oriente.
         Casi todos los estados. Marcadamente los llanos en toda su extensión y regiones circunvecinas fueron dominados por la guerra. Sólo los Andes, el Zulia y Guayana quedaron al margen de la ardorosa contienda subrayada por numerosos brotes guerrilleros entre los cuales destacaron tres batallas importantes: la de Santa Inés el 10 de diciembre de 1859 ganada por Zamora; la de Coplé, perdida por Falcón frente a la fuerzas gubernamentales al mando de León de Febres Cordero y la de Cuchivacoa.
         José Gabriel Ochoa participó al lado de Zamora en las campañas de Barinas; en las maniobras efectuadas por Zamora contra José Laurencio Silva, en San Lorenzo. Estuvo en la batalla de Santa Inés y en los combates subsiguientes del El Bostero, Maporal, El Corozo, y Curbatí en la ruta de Zamora hacia Caracas o hacia la muerte, pues en las acciones preliminares para asaltar la ciudad de San Carlos, recibió un balazo mortal en la cabeza, 10 de enero de 1869.
         Si bien la muerte de Zamora resultó un duro golpe para la revolución federalista, esa continuó adelante con Falcón y Guzmán Blanco hasta la fima del Convenio de Coche el 24 de abril de 1863, que significó el triunfo de la Federación y el ascenso al Poder del General Falcón.
         El general José Gabriel Ochoa, subsecretario de Falcón, no tuvo de acuerdo con el Convenio porque se reconocía a Páez como Jefe Supremo y a la Asamblea que debía sustituirlo, integrada en partes iguales por diputados federalistas y liberales. De todas maneras lo acató y tras la reestructuración de la República de acuerdo con el programa federalista, se lanzó como diputado a la Asamblea Nacional Constituyente por el Estado Guárico toda vez que Guayana no tenía las cuentas bien claras con la Federación.
         En efecto, triunfante la Federación, Falcón comisionó al General José Gabriel Ochoa para que se trasladara a Guayana a solicitar de Juan Bautista Dalla Costa la entrega de la provincia. Mas éste no estuvo de acuerdo con la presencia ni las condiciones de Ochoa y pidió a Falcón enviara a otro emisario que resultó ser el general José Loreto Arismendi, Jefe del 4to circuito militar que abarcaba a Barcelona y Guayana. Convencido Dalla Costa, hizo entrega formal de la provincia y una Asamblea constituyente declaró a Guayana Estado Soberano integrado a la Federación y designó por sugerencia de Arismendi, a José María Frontado, Presidente Provisional.
         La Asamblea Nacional Constituyente de la Federación por su parte, se instaló el 24 de diciembre de 1863 con 69 diputados bajo la dirección de Antonio Guzmán Blanco y José Gabriel Ochoa. Como secretario actuó el coronel José María Ortega Martínez. La diputación después aumentó a cien al irse incorporando representantes de provincias. Guayana tuvo problemas debido a que su representación integrada por Pedro Cova, Francisco Padrón, Ramón Isidro Montes, Hilarión Gambús y Elías Calderón, no fue admitida por ponerse en entredicho la forma como fueron escogidos los candidatos. Lo cierto es que todos habían apoyado la dictadura de Páez contra la guerra federal.
         El 28 de marzo de 1864 fue aprobada la Constitución de los Estados Unidos de Venezuela. El ejecútese del Presidente Juan Crisóstomo Falcón tuvo lugar en Santa Ana de coro el 13 de abril. Para entonces José Gabriel Ochoa era Ministro de Relaciones Exteriores y como tal le tocó refrendarla junto con los demás miembros del gabinete.
         Además del Ministerio de Relaciones Exteriores, José Gabriel Ochoa desempeñó las carteras de Interior y Justicia (1864, 1868 y 1874); de Crédito Público (1873 y 1875). En 1872 ejerció la Presidencia de Guayana y en ese mismo año conoció y se enamoró de Doña Ezeiza Gambús con la cual contrajo matrimonio al año siguiente, vale decir, dos años antes de su muerte, acaecida en Ciudad Bolívar el 17 de febrero de 1876, a la edad de 58 años y siendo Administrador de la Aduana Marítima. 
         Las ceremonias fúnebres fueron presididas por Jacinto Gutiérrez quien lo había sustituido en el mando y tocó al Ledo. Ramón Isidro Montes la oración fúnebre exaltando el dolor que embargaba a Guayana y también, como bien expresó, a “la Patria querida, a quien sirvió con su espada, con su palabra, con su pluma: la Nación que ha perdido en él una de sus más prominentes figuras; hombres instruido, carácter enérgico, liberal concienzudo, político doctrinario, que descolló en los Parlamentos, que presidió más de una vez las altas asambleas nacionales, que desempeñó repetidas veces diversos Ministerios del Poder Ejecutivo con honra para su país y en ocasiones solemnes para la República”.

         En agosto de 1876, el Presidente del Estado, José Tomás Machado, decretó la erección de un monumento en el Cementerio para perpetuar la memoria del General José Gabriel Ochoa y excitó a la Municipalidad para que donara el área respectiva. Ese decreto coincidió con el fallecimiento del General Justo Berenguel, ocurrido el 11 de agosto de 1876 en Ciudad Bolívar. Berenguel, al igual que Encarnación Martínez se destacaron en Guayana y Oriente como guerrilleros de la Guerra Federal. 

martes, 27 de septiembre de 2016

ESTADO SOBERANO DE GUAYANA


Habiendo fracasado la misión de José Gabriel Ochoa para que Juan Bautista Dalla Costa hiciera entrega de la Provincia de Guayana al Gobierno Federal, el Presidente Juan Crisóstomo Falcón envió al general José Loreto Arismendi, Jefe del 4to circuito militar que abarcaba a Barcelona y Guayana, quien cumplió efectivamente la misión. Entonces fue nombrado Presidente temporal para los efectos de la transición a José María Frontado
Una de las primeras tareas del gobierno de transición fue aceptar en todas sus partes y poner a circular la Constitución Federal, sancionada por la Asamblea Nacional Constituyente el 28 de marzo de 1864 y promulgada el 13 de abril en Santa Ana de Coro (cuna de la Federación) por el Presidente Juan Crisóstomo Falcón.  Luego dispuso lo concerniente para que los funcionarios públicos y todo ciudadano prestaran juramento de fidelidad a sus preceptos y convocó a una Asamblea Constituyente que estuvo integrada  por los diputados Serapio Machado (en la foto) , Carlos Valles, Facundo Vidal, José Silverio González, José I., Maneiro (Departamento Heres); Federico Alcalá, Pedro Cova, Emilio Aponte, Braulio Barrios (Departamento Upata),  J. Jerónimo Maestres, Antonio León, F. Meléndez Díaz y Eduardo Julia García (Departamento Alto Orinoco)  Secretario, Juan B. León.
El Presidente Provisorio del Estado, José María Frontado, al igual que el General en Jefe del Distrito Militar, el Obispo de la Diócesis que para entonces era Monseñor Manuel Arroyo y Niño, se trasladaron a la Asamblea Legislativa junto con la fuerza armada y el clero a prestar juramento de fidelidad a la Carta Fundamental.
         El 30 de mayo, la Asamblea Constituyente conformada por los diputados de los Departamentos Heres, Upata  y Alto Orinoco  y bajo la Presidencia de Serapio Machado, dictó y sancionó la Constitución Regional y la Provincia de Guayana pasó a llamarse Estado Soberano de Guayana conforme a su artículo primero redactado así: “El Estado Soberano de Guayana comprende la población y el territorio de la antigua provincia de Guayana, según la ley de 28 de Abril de 1856: adopta el gobierno Democrático; y forma una República federal con los Estado Unidos de Venezuela”.
         Para su administración fue dividido en cuatro Departamentos: Heres, capital Ciudad Bolívar; Upata, capital Upata; Alto Orinoco, capital Caicara y Bajo Orinoco, capital Piacoa.
         El Distrito capital (Heres) a su vez quedó dividido en tres sectores: Oriente, Centro y Occidente, terminando el primero en la calle Miscelánea (Dalla Costa); el segundo en la calle Babilonia y el tercero en la Matanza, siendo sus respectivos asientos: Santa Justa, Catedral y Santa Ana.
         El Departamento Upata dividido en los Distritos: Upata, Puerto de Tablas, Guri, San Antonio, Pastora, Tupuquén, Tumeremo, Miamo, Guasipati, Palmar, Cupapui y Nueva Providencia.
         El Departamento Alto Orinoco, dividido en los siguientes distritos: Caicara, Cuchivero, Urbana y Altagracia (Las Bonitas).
         El Departamento Bajo Orinoco (Delta) dividido en los distritos: Piacoa con los caseríos Guacara, Tórtola y Araguao; Antigua Guayana, Santa Catalina, Sacupana y Curiapo. Más Pedernales con los caseríos Macaro, Mánamo y Tucupita.
         La Asamblea Legislativa, presidida por Serapio Machado, además de la constitución sancionó otras leyes para la organización del nuevo Estado. Así se dictó una ley mandando emitir 7.500 pesos en billetes; otras sobre censo de población, de ayuda con 500 pesos a los Departamentos para instrucción Pública, sobre impuestos, papel sellado, juntas de Fomentos, división territorial, amnistía, comisión corográfica, estatua ecuestre del Libertador en la Plaza Bolívar y elecciones.
         Elecciones directas y secretas para elegir al Presidente del Estado y cuerpo deliberante. El Poder Judicial o Corte del Estado, formado por tres Ministros Jueces, lo decidía la Asamblea Legislativa. Duraban cuatro años en ejercicio de sus funciones, escogidos de una terna presentada por los Consejos Municipales. La Corte organizaba los Tribunales y nombraba a los Jueces.



domingo, 25 de septiembre de 2016

JOSÉ LORETO ARISMENDI

Resultado de imagen para José Loreto ArismendiDe acuerdo con la flamante Constitución del Estado Soberano de Guayana se realizaron por primera vez elecciones directas y secretas para designar, mandato de cuatro años, al Presidente del Estado.  El General José Loreto Arismendi, Jefe del 4to. Circuito Militar de Barcelona y Guayana resultó favorecido.
 José Loreto Arismendi, nativo del Estado Sucre (1825), había sido factor militar importante durante la Guerra Federal.  Estuvo asilado en la Nueva Granada y presente en los combates de  Palomeras, campaña de Guanare, ocupación de San Carlos de Cojedes y jefe de la línea sitiadora durante el ataque federalista a Puerto Cabello.
        En septiembre de 1863, fue nombrado  Jefe del Distrito Militar de los Estados de Barcelona y Guayana, cargo que desempeñó hasta abril de 1864.  Su inconformidad con el Gobierno de Juan Crisóstomo Falcón lo llevó a urdir planes conspirativos, pero en agosto de 1864 desistió tras un acuerdo de paz con Falcón, quien lo sugiere para que sea el Presidente del Estado Soberano de Guayana, lo cual se materializa al ser electo en octubre de ese mismo año y juramentado el primero de enero de 1865.
        Siendo Presidente del Estado Soberano de Guayana, Falcón lo nombró en mayo de 1866 Jefe del Distrito Militar del Oriente de Venezuela, lo cual cayó muy mal entre los guayaneses que nunca vieron con buenos ojos el poder civil y militar ejercido por una misma persona, de suerte que se afincaron en una recia oposición que terminó defenestrándolo.
        La gente conspicua de la ciudad aducía públicamente que el General Arismendí, Presidente Constitucional del Estado y a la vez Jefe Superior del Distrito de Oriente, de hecho reunía en su persona la Autoridad Civil y Militar “circunstancia por la cual no solo infringe escandalosamente la Constitución General, sino que somete a una dura prueba de paciencia a los ciudadanos dándose ocasión para imponer su voluntad en todos los ramos del gobierno”.
Aprovechando la ausencia del mandatario, el pueblo se reunió tumultuariamente en la Plaza del Mercado, lo desconoció como Presidente del Estado y nombró un Gobierno Provisorio integrado por  Esteban Salom, Antonio Dalla Costa y Prebendado Carlos Machado.  Para Jefe Superior de las Armas del Estado designó en ausencia al General de División  Santos Jurado. .
El acta del pronunciamiento e instalación del Gobierno Provisorio, suscrita por un millar de personas habitantes de Ciudad Bolívar, fue enviada al Ministro del Interior y publicada en la Gaceta Oficial 442  de l4 de agosto de 1866, todo lo aceptado por el Gobierno Nacional, respetando de esta manera la voluntad soberana de la región, manifestada así:
        “Nosotros los Ciudadanos que suscribimos reunidos en la plaza del Mercado de esta Ciudad, no pudiendo ya sufrir por más tiempo los abusos del Poder, de todo género, que el Gral. José Loreto Arismendi comete en los ciudadanos vecinos del Estado; y considerando: que, aunque se halla investido del empleo de Jefe Superior del Distrito Militar de Oriente, no por esta circunstancia ha dejado de ejercer directa y públicamente la Presidencia del Estado por medio del segundo Designado Ciudadano Federico Fortique, así como que su voluntad es la que impera de una manera absoluta en todos los demás ramos de al administración pública; y considerando que soportar semejante conducta es depresivo a nuestra dignidad como ciudadanos libres y una burla escandalosa a las garantías que tanto el Pacto general de la Unión, como el particular del Estado nos ofrece; y considerando que con semejante modo de proceder se lleva el engaño al gobierno General de la Unión; en uso de nuestra Soberanía radical, hemos deliberado declarar cesante, como de hecho lo declaramos al Ciudadano General José Loreto Arismendi del empleo de Presidente del Estado para que fue nombrado por los pueblos, como igualmente  del empleo militar que ejerce en este Estado, puesto que su permanencia en él es perjudicial a nuestras libertades. Declaramos también cesantes a todos los demás empleados y funcionarios públicos de la Administración del Estado, en todos sus ramos, protestando ante nuestros conciudadanos de la unión que esta nuestra deliberación no toca en nada al gobierno General de al República ejercido por el Gran Ciudadano Mariscal Presidente Juan Crisóstomo Falcón, a quien reconocemos con tal augusto carácter, en uso pues, de nuestros legítimos derechos nombramos para componer un Gobierno Provisorio a los Ciudadanos Estéban Salom padre, Antonio Dalla-Costa y Prebendado Carlos Machado; y para Jefe Superior de las Armas del Estado al Benemérito Ciudadano General de División Santos Jurado, a quien se le comunicará por una comisión, por hallarse ausente, ejerciendo entretanto sus veces el Ciudadano Comandante Juan Bautista Frontado. Facultamos ampliamente al Gobierno Provisorio para organizar la Administración pública interinamente. Invitamos a nuestros hermanos de los otros Departamentos restantes, que tampoco son indiferentes a la suerte de esta sección de la Unión, para que se adhieran a nuestra espontánea y patriótica voluntad. –Ciudad Bolívar, Junio 22 de 1866- Año 3º de la Ley y 8º de la Federación –Viva la Federación Venezolana - Viva el Pueblo de Guayana – Viva el Gran Ciudadano Juan Crisóstomo Falcón – Viva el Gobierno Provisorio”-.
        El Gobierno Provisorio nombró nuevo personal para ocupar los cargos afectados, incluyendo  el Colegio del Estado, de suerte que “En uso de la facultades con que le ha vestido el Pueblo para organizar los diversos ramos de la Administración Pública” nombró interinamente para  Rector del Colegio de este Estado, al Dr. José Miguel Núñez.  Para Vice-Rector, al Ciudadano, José Rodríguez Márquez. Para Catedrático de Física y Geografía, Dr. José Miguel Núñez. Para Catedrático de Gramática Castellano, Licdo. Brígido Natera. Para Catedrático de Aritmética Razonamiento, al Dr. Facundo Vidal. El Catedrático de Gramática Latina, Lic. Ramón I. Montes, continuará regentado la clase; así como el Dr. Luis Plassard  el Francés. Para Catedrático de la clase de Música, el Ciudadano, Federico S. Villena. Comuníquese a los nombrados y a los más que corresponda. Dado, en la Sala Gobierno Provisorio del Estado Soberano de Guayana, en Ciudad Bolívar, a 27 de Junio de 1866, - 3º y 8º - E. SalomA. Dalla CostaC. Machado – El Secretario, Pablo Rodríguez.
        Prácticamente derrocado en Guayana, el General José Loreto Arismendí fue nombrado Jefe del Distrito Militar de Occidente.
       



miércoles, 21 de septiembre de 2016

LA ESTATUA DEL LIBERTADOR


El triunfo de la Federación y la conversión constitucional de la provincia de Guayana en Estado Soberano, libre e independiente, conformando una unión republicana con otras veinte entidades, le permitió a sus poderes una serie de decisiones como la de erigirle una Estatua Ecuestre al Libertador en la Plaza Mayor de Angostura siguiendo a Perú que el 9 de diciembre de 1859 había inaugurado una de bronce en Lima realizada por el escultor Adamo Talodini.
La decisión de de la estatua la tomó el Poder Legislativo el 15 de junio de 1864, luego de una serie de consideraciones que concluyeron en el siguiente Decreto: “Art. 1º. En el centro de la plaza Bolívar de esta Capital se colocará una estatua ecuestre del Libertador Simón Bolívar, la cual será de bronce y de ocho a diez pies de alto contado desde el término superior del pedestal que será de mármol y en proporción a la altura de la estatua. Art. 2º. El Libertador estará representado con uniforme de Capitán General, con el frente al Orinoco, teniendo con una mano la brida y señalando con la otra el Occidente, en actitud de emprender la gloriosa campaña de 1819, que produjo la libertad e independencia de cinco Repúblicas Sudamericanas. Art. 3º. El Presidente dictará inmediatamente todas las medidas necesarias para que se lleve a efecto la obra y determinará las inscripciones que debe gravarse en el pedestal procurando que todos los habitantes contribuyan con dádivas a realizar el pensamiento de la Asamblea. Art. 4º. En el presupuesto de gastos del Estado colocará la Legislatura la cantidad necesaria para contribuir a la realización de la obra”. Firman el Presidente de la Asamblea, José Silverio González y el Secretario Juan G. León y tiene el ejecútese del Presidente del Estado José María Frontado y del Secretario de Gobierno Hilarión Gambús.
        Pero no fue sino el 28 de octubre de 1869 cuando el Decreto de la Asamblea Constituyente del Estado Soberano de Guayana cristalizó, siendo Presidente Juan Bautista Dalla Costa Soublette, pero modificado. En vez de una Estatua Ecuestre, se levantó una Pedestre.
        El 28 de octubre de 1867, el Presidente del Estado, Juan Bautista Dalla Costa había designado una comisión integrada por el General en Jefe Simón Briceño, doctor J. G. B. Siegert, José Lezama, Tomás Machado, Hilarión Gambús y Andrés Jesús Montes, con facultades suficientes para llevar a feliz término la decisión de la Estatua. “Esta Comisión –decía el Decreto de Dalla Costa- obrará sin ninguna limitación de ese propósito, sin que ninguna autoridad o corporación tenga ingerencia en sus deliberaciones o acuerdos”
        Dicha Comisión se instaló el 31 de octubre de ese año y designó presidente al general Simón Briceño; Tesorero, José Lezama y Secretario, Hilarión Gambús.
        Andrés de Jesús Montes, miembro de la Comisión era el Cónsul de Chile en Ciudad Bolívar y a través de él solicitó información sobre una presunta estatua del Libertador en ese país del cono sur a objeto de utilizar el mismo molde que al parecer se hallaba en la Capital del Reino de Baviera. Esta información la había obtenido directamente el propio Dalla Costa del Jefe de la Real Fundición y quien le comunicó además que para fundir una nueva estatua por ese modelo se requería previamente una orden formal y escrita del Gobierno Supremo de la República de Chile.
        El 25 de noviembre, la Comisión autorizó al Presidente del Estado para solicitar datos sobre el costo relativo a un pedestal de mármol o de granito en el exterior. Se consultó a varios países, entre ellos, Italia, Nueva York y finalmente Francia. El Pedestal terminó contratándose en París y fue ejecutado por Eugéne Thirión.
        El 26 de febrero de 1868, el Ministro de Relaciones Exteriores de Chile respondió en nota oficial fechada en Santiago el 2 de enero en la que aclara que “no tenemos en Munich ningún modelo de la Estatua de Bolívar. Acaso sea del Perú, a cuyo Gobierno podrá dirigirse el Presidente de ese Estado para obtener autorización de fundir un nueva ejemplar de la misma estatua”).
        Por decreto del 12 de febrero de 1825, efectivamente, el Congreso peruano acordó levantar una Estatua a Bolívar, pero ella era ecuestre. Realizada en bronce por el escultor Toledini, había sido inaugurada en Lima el 9 de diciembre de1859.
        El único país que había erigido una estatua pedestre al Libertador era la República de Colombia. La estatua de bronce y pedestal de mármol con bajos relieves en la Plaza Bolívar de Bogotá, obra del escultor Pedro Tenerani, fue donado por José Ignacio París.
        También existía desde el 28 de octubre de 1851 un busto de mármol del mismo escultor italiano Tenerani en la Capilla de la Santísima Trinidad de la Catedral de Caracas, trasladado en 1876 al Panteón Nacional y el cual había acordado el Congreso de Venezuela el 30 de abril de 1842.
        Asimismo existía desde 1867 una estatua pedestre de mármol en la Plaza principal de Maracaibo, decretado por el Presidente del Estado Zulia, general Jorge Sutherland. Esta estatua se desmontó en 1872 por presentar ciertos defectos irreparables.
        De manera, que a la Comisión terminó decidiéndose por la estatua de Bolívar en Bogotá. Se hicieron los trámites necesarios y se utilizó el mismo molde donde fue fundida la obra de Pedro Tenerani.
        El 28 de octubre de 1869, día de San Simón y en ceremonia espléndida, se inauguró la estatua del Libertador sobre el pedestal de mármol  realizado en París por Eugéne Thirion. La estatua que representa al Libertador en su dual condición de estadista y guerrero, con una espada en la mano derecha y la Constitución en la otra, fue develada por el Presidente Juan Bautista Dalla Costa hijo y el discurso de orden estuvo a cargo del gramático Ramón Isidro Montes. También hablaron en el memorable acto los doctores Francisco Padrón y Simón Barceló; el Pbro. Carlos Machado, el general José Gabriel Ochoa y don Serapio Machado.
        El plano de la Plano de la Plaza fue levantado por el educador guayanés Régulo Machado, hermano de Tomás Machado, quien junto con el General José Simón Briceño, doctor J. G. B. Siegert, José Lezama, Hilarión Gambús y Andrés  Jesús Montes, formó parte de la Junta designada por el Gobierno de Juan Bautista Dalla-Costa hijo para llevar a feliz término la obra, a través de una gran colecta pública que se tradujo en 11.495,43 pesos captados en el Departamento Heres; Departamento Yuruary , 545,03; Upata, 434,25; Alto Orinoco, 71,50 para un gran total  de 12. 246,21 pesos.
        Detrás de la estatua del Libertador y al frente de un templete donde se situaba dominicalmente la Banda del Estado para dar concierto se colocó posteriormente una escultura simbólica de la República de Venezuela; al noreste, otra representativa de Bolivia; al Noroeste, la de Nueva Granada; Sureste, Perú y Suroeste, Ecuador. Estas esculturas alegóricas construidas en piedra de arco, fueron costeadas por el general Raimundo Fonseca y Juan María Maninat.
        En el  Coloquio con miras al Bicentenario del Natalicio del Libertador, realizado el 28 de mayo de 1978, por iniciativa del Comité de Defensa de la ciudad, bajo los auspicios de la Asamblea Legislativa y en el cual participaron expertos representantes de Países caribeños, se examinaron experiencias de restauración en Santo Domingo, Puerto Rico y Sur de los Estado Unidos y se determinó que el Casco Urbano de Ciudad Bolívar en virtud de su valor histórico debía ser rescatado del estado de deterioro progresivo en que se hallaba, siendo esto el mejor homenaje que se le podía hacer al Libertador. A tal efecto, el Coloquio concluyó  con seis Acuerdos: 1. Trabajar en el rescate de los valores culturales del casco urbano con miras al Bicentenario del Natalicio del Libertador; 2. Participación de la ciudadanía; 3. Recomendaciones con respecto al mejoramiento físico y ambiental, directrices, visuales, alineamientos, volumetría, iluminación, señalización, arborización, textura, tráfico, relaciones entre la vieja y la nueva ciudad, bienes culturales; 4. Determinada la similitud arquitectónica del casco de la ciudad con la del Caribe, se recomendó investigar la influencia de qué países europeos; 5. Plan de rescate y 6. Recomendar la erección de una estatua en la Plaza Bolívar en representación de Panamá. 


domingo, 18 de septiembre de 2016

AZULES Y AMARILLOS


De España nos vino la tradicional Quema de Judas que aún se mantiene. Allá en la península la quema de Judas ocurre el Sábado de la Semana Santa y en vez de la pirotecnia que explota en su cuerpo bajo la acción implacable de las llamas, son proyectiles de escopetas los que estallan al ser disparados de uno y otro lado. No sabemos si a esta altura tales costumbres se conservan, pero de ella da amena cuenta Juan Ramón Jiménez en su “Platero y yo”.
         “¡No te asustes, hombre! ¿Qué te pasa? Vamos, quietecito… es que están matando a Judas, tonto.
         Sí, están matando a Judas. Tenían puesto uno en el Monturrio, otro en la calle de En medio, otro ahí, en el Pozo del Concejo. Y los vi anoche, fijos como por una fuerza sobrenatural en el aire, invisible en oscuridad la cuerdas, que de doblado a balcón, los sostenía. ¡Qué grotescas mescolanzas de viejos sombreros de copa y mangas de mujer, de careta de ministros y miriñaques, bajo las estrellas serenas! Los perros les ladraban sin irse del todo, y los caballos, recelosos, no querían pasar bajo ellos.
         Ahora las campanas dicen, Platero, que el velo del altar mayor se ha roto. No creo que haya quedado escopeta en el pueblo sin disparar a Judas. Hasta aquí llega el olor de la pólvora. ¡Otro tiro! ¡Otro!.
         “Sólo que Judas, hoy, Platero, es el diputado, o la maestra, o el forense, o el recaudador, o el alcalde, o la comadrona; y cada hombre descarga su escopeta cobarde, hecho niño esta mañana del Sábado Santo, contra el que tiene su odio, en una superposición de vagos y absurdos simulacros primaverales”.
         Una de las pocas cosas de la vieja herencia hispana que la tradición mantiene con relación a Judas es el cognomento que se le da para identificar algún personaje de deudas pendientes con la colectividad y contra el cual suelen descargarse no escopetas sino la pólvora en su variante más común la del cohete o la pirotecnia mezclada con la jocosidad de su testamento que involucra al vecindario. En ocasiones el cognomento llegó a generar situaciones terribles como esta que es parte de la historia regional y que el historiador carupanero Bartolomé Tavera Acosta narra muy bien en su libro Anales de Guayana.
         “Guayana Impasible” era el título de una columna periodística que escribía el General Agustín Contasti, hermano de Ramón y Orocio Contasti, héroes de la Independencia. Esta columna picante y agresiva chocaba contra los liberales amarillos y la publicaba en el primer diario que tuvo Guayana: El Boletín Comercial.
         El Boletín Comercial fundado el 4 de abril de 1860 por su redactor Andrés Jesús Montes se editaba en la cuarta imprenta que se instaló en Angostura, la del cumanés Carlos María Martínez. Primero circuló bisemanario y posteriormente como trisemanario hasta convertirse en diario en 1865. Ya era diario cuando Agustín Contasti escribía su famosa columna “Guayana Impasible” que tanto molestaba a la agrupación política “Sociedad Liberal”.
         Los primeros partidos políticos de Guayana fueron la Sociedad Filantrópica fundada por Juan Bautista Dalla Costa (padre) en 1842 que agrupaba a los hombres de pensamiento liberal y los conservadores agraviados con el calificativo de Antropófagos liderado por el General Tomás de Heres en el cual militaban los  partidarios de Páez y Soublette.
         Estos partidos prácticamente se extinguieron a raíz del asesinato de Heres, pero después de la Guerra Federal, en la época de Juan Crisóstomo Falcón, cuyo nombre fue puesto al Paseo Orinoco, renació el espíritu partidista en Guayana con la Sociedad Liberal que arropaba a los liberales de la divisa amarilla, jefaturaza por el general Simón Briceño, Comandante de Armas de la Provincia y la “Sociedad sostenedora de los derechos del pueblo” fundada el 25 de mayo de 1867 para apoyar al Gobierno de Juan Bautista Dalla Costa (hijo), presidida por Epifanio Franco y en la que militaban liberales y conservadores descontentos con el Gobierno central de Falcón. De esta última era prosélito Agustín Contasti, quien escribía la columna periodística “Guayana Impasible” que defendía la llamada Revolución de los Azules.
         Par entonces Guayana era Estado Soberano y al Gobernador lo designaba la Asamblea Legislativa. El Presidente de la República solo nombraba a los funcionarios y empleados nacionales. Estos últimos militaban en la Sociedad Liberal y por iniciativa de los funcionarios de la Aduana al entrar la Semana Santa, acordaron hacer un Judas con el nombre de Guayana Impasible y el cual exhibieron con una bandera azul. Los contrarios lo asumieron como una provocación política e instaron a Juan Bautista Dalla Costa, Presidente del Estado Soberano de Guayana, para evitar las consecuencias.
          “¡Eses Judas no se quemará!” prorrumpió enérgico Dalla Costa frente a los empleados nacionales de la Aduana encabezados por su Administrador el general José María García Gómez, resistidos a acatar la advertencia lanzada por el magistrado regional en aras de la tranquilidad pública.
         Era domingo 12 de abril de 1868. El edificio de La Aduana no era el que actualmente ocupa el Comando fluvial de la Armada, sino una bella casona de dos plantas, de estilo neoclásico, ubicada muy cerca del río de la calle Miscelánea, hoy Dalla Costa, y que no hace mucho fue demolida para construir locales comerciales.
         El Judas con sarcástico letrero y divisa azul parecía mirar impasible los barcos surtos en el puerto. Colgado, desde su sitio estratégico de la calle Orinoco, sólo se aguardaba la hora del Angelus para abrir el testamento y prenderle fuego a la pirotecnia que lo sumiría, suerte de simbólica inquisición, en la hoguera de su propio formato.
         El Sol aún no terminaba de ocultarse para darle pábulo a la fiesta y el Orinoco parecía un esqueleto de piedra y arena bajo la vecindad del invierno. Ambiente final de Semana Santa. Los judas colgando a la espera del fuego y la curiosidad pueblerina asomándose por calles, ventanales, celosías y azoteas.
         “¡Ese Judas no se quemará!”, exclamó vital una vez más el Presidente Dalla Costa y fue suficiente para que Adriano Regino Alcalá,  apoyado en los hombres del general Agustín Contasti, por cuya brecha periodística parecía derrumbarse la tranquilidad ciudadana, salvara al Judas de su patibulario destino lanzándolo al río para que el monigote flotase como los mogotes de invierno ante la mirada confundida de la muchachada azarosa.
         Los amarillos y los azules se habían declarado la guerra y en vez de la cohetería criolla, tronaban los disparos de revólveres y escopetas como alguna vez lo vio en otro estilo y en otro sitio el poeta Juan Ramón Jiménez, trotando sobre su burrito Platero comino hacia la calle de Enmedio.
         Monseñor José Manuel Arroyo y Niño, quien ejerció la Diócesis de Guayana durante 27 años (1857-1884), intervino junto con el general José Alcalá y José Tomás Machado en el conflicto de odios y tensiones fraccional. De un lado los seguidores de Juan Bautista Dalla Costa y, del otro, la Sociedad Liberal apoyada en el Jefe de Armas Simón Briceño y del Administrador de la Aduana García Gómez.
         En la casa de Juan Bautista Dalla Costa, situada en la entonces calle del Gobierno, hoy calle Constitución, se reunieron 400 civiles, todos armados, dispuestos a dar la batalla, pero era Domingo de Resurrección. Cristo de nuevo estaba vivo y a través del Obispo hizo sentir su palabra de paz que todos acataron.
         Más esta paz no duraría mucho, pues en la provincia solía reflejarse la lucha por el Poder central y ese mismo año 1868, los conservadores y un grupo de liberales descontentos tomaron las armas e hicieron la revolución fusionista llamada de Los Azules que en Oriente comandaba José Tadeo Monagas, quien mandó a tomar la Plaza de Angostura a sangre y fuego provocando la caída y fin de la carrera política de Dalla Costa.
         Con el triunfo de la Revolución de Abril y el comienzo de la época (1870-1884) del General Antonio Guzmán Blanco, Guayana retornó a la tranquilidad que le era necesaria para un desarrollo que entonces se fundamentó en la explotación de las minas de oro de El Callao y en la importancia de Ciudad Bolívar como centro de recepción y distribución de todo cuanto se producía por debajo del eje Apure-Orinoco y zonas norteñas de influencia, como de los que se importaba de los principales puertos europeos.

         Durante esa época comenzó a intensificase la navegación de vapor por el Orinoco; una Comisión encabezada por Miguel Tejera demarcó definitivamente los límites entre Guyana y Brasil, se estableció en Angostura la primera máquina de vapor (la de Emeterio Gómez en 1878 para editar el periódico La Prensa), se firmó con la empresa inglesa Guayana Company un contrato para establecer colonias agropecuarias y mineras en Guayana. Antes se había concedido al ciudadano norteamericano Henry Price, una extensión de 300.000 km2. La llamada concesión Prince otorgaba el derecho a colonizar las tierras de Guayana con inmigrantes confederados de los EE.UU. El 12 de agosto de 1867 había llegado a Ciudad Bolívar, procedente de Charlestón la goleta Ben Willis con los primeros 38 inmigrantes para poblar el Sur de Guayana. También durante la época Guzmancita, se contrató para la región la instalación de líneas telegráficas y se construyó el Teatro Bolívar. Asimismo, Sir Henry Alexander Wickham, Padre de la Industria Moderna del Caucho, remontó el Orinoco entrando por el Delta para establecer las posibilidades de Guayana como proveedor de goma y más tarde el explorador y naturalista Jules Crevaux, quien no dejó un importante material etnográfico. Pero no todo fue bueno durante ese tiempo. Por altos gravámenes, los herederos de Siegert se llevaron para Trinidad la Fábrica del famoso Amargo Angostura y la antigua Provincia de Guayana fue dividida (1881) en un Estado (Estado Bolívar con dos secciones: Guayana y Apure) y cinco Amazonas, capital Maroa; Caura, capital Moitaco; Yuruary, capital Guasipati y Delta, capital Tucupita). 

viernes, 16 de septiembre de 2016

NAVEGACIÓN A VAPOR

La navegación a vapor por el Orinoco tiene su antecedente testimonial más remoto en los momentos aurorales de la tercera fase de la República. Vale decir, cuando un comerciante inglés radicado en Angostura (1819) publica en el Correo del Orinoco sus observaciones sobre las dilaciones para remontar el río, especialmente durante la estación de las calmas y fuertes corrientes lo cual sugiere, podía desaparecer adoptando el uso de los Botes de Vapor.

         En 1819 el Bote de Vapor ya había llegado a Trinidad y viajaba entre Puerto España y San Fernando, reduciendo a 9 horas esa ruta que entonces cubrían barcos de vela en 3 y hasta 4 días de navegación.
         El propietario de este Steam-Boat quería extender la ruta de su novedoso barco hasta el Orinoco y con ese propósito le escribió a su paisano en Angostura, coronel James Hamilton, a objeto de que interesara en ese sentido al Libertador, pues ya el barco había realizado viajes de pruebas hasta las Bocas del Orinoco desarrollando una velocidad de 6 millas y media por hora a fuerza de leña encendida y movido por chapaletas.
         Calculando el interesado que el viaje de Puerto España a Angostura tardaría cinco horas, asoma como condición para efectuarlo “28 novillos gordos a moderado precio y leña a la mano”. Por vía de ensayo el Consejo del Gobierno Supremo con sede en Angostura, aceptó la proposición, pero el Correo del Orinoco no da cuenta si de verdad se hizo. Lo cierto es que en agosto de 1819, el Congreso de Angostura concedió al coronel James Hamilton el privilegio de exclusividad para  establecer una línea de navegación a vapor por el río Orinoco y sus afluentes, la cual prestó servicios hasta 1831 entre Angostura y Trinidad.
         El barco de vapor que navegaba en la vecina Isla de Trinidad cubriendo la ruta Puerto España-San Fernando, fue uno de los primeros en atravesar el Atlántico. Inicialmente (1818) lo hizo el “Rising Sun”, propiedad del inglés Lord Cohrane. El 15 de julio de 1819 otro buque americano de 800 toneladas, el “Savannvah” atravesó el Atlántico, desde Nueva York a Liverpool, en 26 días, durante los cuales sólo empleó las calderas durante 18 días, los restantes viajó con ayuda de las velas.
         En octubre 1827 cuando Guayana era Departamento de la Gran Colombia, había un barco de vapor en el puerto de Angostura en el cual fue embarcado y expulsado el Pbro. Eduardo Blanco y según Tavera Acosta, quien extrae la información del Diario del general Ascensión  Farreras, el 21 de febrero de 1831, salió de las Fortalezas de Guayana la Vieja hacia el puerto de Angostura, en buque de vapor, el Rvdo. Padre Fray Simplicio Matheus, cura de ese Cantón.
         En 1848, el Gobierno del General José Tadeo Monagas decretó el privilegio de navegación por el Orinoco y Apure, obligando a la compañía  favorecida a llevar gratis el Correo. Tal privilegio por el lapso de dieciocho años fue otorgado al norteamericano Vespasiano Ellis; sin embargo, el 2 de mayo de 1849 fue derogado y transferido a los socios E. A. Turpin y Frederich Anthony Beelen. Entonces los Estados Unidos de Norteamérica tenían Consulado en Angostura a cargo de Adolfo Wappaus, quien era de Hamburgo y se hallaba en Guayana asociado con Adolfo Wuppermann, George Blohm y C. A. Gellert en una casa mercantil que giraba bajo la razón social de Wuppermann y Compañía. Este Wappaus construyó la llamada hoy “Casa Wantzelius”, hermoso inmueble de estilo neoclásico ubicado en la Calle Libertad y el cual fue restaurado por el Gobierno Nacional para ser destinado a la Sociedad Bolivariana.
         Tavera Acosta en sus Anales de Guayana (pp. 511) dice que el 29 de enero de 1849 (Gobierno de José Tomás Machado) llegó al puerto de Ciudad Bolívar el “Venezuela” comandado por el capitán E. A. Turpin, el primer barco de la empresa naviera de Vespasiano Ellis y comenzó a navegar hasta el Apure en el mes de mayo. Luego la empresa incrementó su flota con “El Apure” capitaneado por George Treviranus; el “Barinas”, al mando de John G. Harmmer; el “Orinoco”, conducido por el capitán Antonio Ricci y en 1856 fue incorporado el vapor “Meta” al mando de Martín C. Kohler. Más tarde arribaron el “Guayana”, el “Toro”, el “Nutrias”, el “Héroe” y el “Bolívar”, hermoso barco de chapaletas laterales que naufragó el 26 de febrero de 1902 a su regreso de Trinidad, después de 22 años de servicio. El mantenimiento y reparaciones de estos barcos se hacían en la vecina isla antillana.
         En 1863, el Ejecutivo Nacional suscribió un contrato con Jorge Traviranus para establecer en plazo de 8 meses, la navegación entre La Guaira  y Ciudad Bolívar, con escalas en Barrancas, Carúpano, Pampatar, Cumaná y Barcelona. Dos años luego el Gobierno permitió la navegación a barcos de bandera extranjera destinados al comercio interior. Eso permitió que las unidades de la Orinoco Shipping & Tradign Company navegaran entre Ciudad Bolívar-Trinidad y La Guaira con escala en puertos intermedios hasta octubre de 1900 cuando el Gobierno de Cipriano Castro rescindió el contrato. 
         La otra empresa de navegación fluvial que explotaba las rutas del Orinoco y sus afluentes era la Compañía de Vapores La Estrella Roja con los vapores Apure, Nutrias, Guanares, Socorro, Masparro.
         El Presidente de la Estrella Roja era el doctor José de Jesús Gabaldón, quien más tarde sería Presidente del Estado. Sus barcos atracaban risueños en la rada angostureña, procedentes de puertos fluviales de San Fernando y Zamora (Barinas) y otros de las costas marítimas de Venezuela y las Antillas.
         El 28 de marzo de 1904, con la anuencia del Congreso de la República, el Ejecutivo Nacional y Manuel Corao firmaron un contrato para fundar la Compañía de Vapores del Orinoco con los activos de nueva línea inició el transporte naviero por el Río Padre con los siguientes nueve barcos: Delta, Apure, Socorro, Orinoco, Alianza, Arauca, Boyacá, La Verdad y Masparro.
         Otros barcos que con regularidad hacían escala en Ciudad Bolívar desde Trinidad y otros puertos nacionales eran el Manzanares, el Guárico y el Whitney. Este último naufragó el 27 de junio de 1904 en Río Grande, ruta hacia Trinidad, luego de chocar contra el “Zumbador”, barco de guerra. En su penúltimo viaje, desde La Guaira Libertadora, había llegado a Angostura con 2.977 bultos de un ilustre pasajero: el general José Antonio Barroeta Briceño, nombrado por el Ejecutivo, Administrador de la Aduana de Ciudad Bolívar. Tripulantes y pasajeros del Whitney sobrevivieron y fueron trasladados a Güiria por el propio barco nacional de guerra.
         Mala racha. Un mes después, naufragó el vapor “La Verdad” en las inmediaciones de la Isla Conejo. Había zarpado en la mañana del 27 de julio de Angostura hacia el Puerto de San Félix conduciendo a bordo a Bartolomé Tavera Acosta, entonces Interventor de la Aduana y Aureliano  Robles, Juez de Hacienda. No hubo pérdidas de vida ni de carga. Los auxilió a tiempo el Masparro.
         En abril de 1909, los accionistas de la Compañía Vapores del Orinoco resolvieron liquidarla y designaron liquidador al comerciante Roberto Handerson, quien la concretó y dio paso a la Compañía de Navegación Fluvial y Costanera de Venezuela” para continuar explotando el contrato que sobre navegación del Orinoco y sus afluentes aprobó el Congreso en 1904 a favor de la Compañía de Vapores del Orinoco, cuyos derechos traspasó Guillermo Montes y éste a la expresada Sociedad previa aprobación del Ejecutivo Nacional de fecha 21 y 22 de mayo. La Directiva de la nueva Compañía de navegación quedó presidida por Román Delgado Chalbaud; Vicepresidente, Roberto Handerson y Vocales: Josse Handerson, Eliseo Sarmiento y Luis Alcalá Sucre. Arrancó con un capital de 3 millones de bolívares.
         El 2 de agosto de 1911, la Fluvial Costanera se transformó en la Compañía Venezolana de Navegación (CAVN) con el mismo capital de 3 millones de bolívares.  El General Juan Vicente Gómez era el mayor accionista. La CAVN llegó a configurar casi un monopolio de la navegación naviera del país.
         Cuatro años después de haberse constituido la CAVN, naufragó uno de sus barcos heredados, El Masparro. Había zarpado el 15 de julio de Puerto de San Fernando llevando en su bordo  al General Ramón Garrido hijo: coronel Benjamín Olivieri, Gral. Ignacio Quintana, coronel Juvenal Colmanares, Enrique Pocaterra, varios oficiales, tropas y los pasajeros Tomás Márquez, Luis Trejo Esté, Arturo Saene y Francisco Lara. Viajaban con destino a La Periquera. Total 72 personas, de las cuales cinco perecieron.
         La Venezolana de Navegación tenía una línea de barcos para el Orinoco que hacían escala en Ciudad Bolívar, Almacén, Boca del Pao, Moitaco, Santa Cruz, Mapire, Las Bonitas, Caicara, Cabruta, La Urbana, Santa Bárbara, Santa María, Los Barrancos, Puerto Páez y Puerto Ayacucho.
         En enero de 1915 se estableció una nueva línea de vapores The Welcome Steamship. Fue inaugurada con el vapor Bienvenido para servir la ruta La Guaira-Ciudad Bolívar con escala en Barrancas, Trinidad, Demerara, Maroni, Cayena, Carúpano, Pampatar, Cumaná y Guanta.
         Bajo el gobierno del general Eleazar López Contreras se reglamentó pro primera vez la navegación y comercio de cabotaje por el Orinoco y se estableció la Compañía  Real Holandesa de Vapores inaugurando el servicio directo Nueva York-Ciudad Bolívar con escala en Las Antillas. El vapor de apertura de la ruta fue el “Bacchos” y servía de agente la firma comercial bolivarense Casalta y Battistini. Luego fueron sus representantes. F. R. Salazar, casa mercantil establecida en Ciudad Bolívar en enero de 1945 tras la disolución de la Casa Blohm & Cia. Por Resolución del Gobierno conforme Decreto 241 del 9 de noviembre de 1943. Tenia que ver con el boicot comercial de los aliados de la Segunda Guerra Mundial  contra la Alemania nazis. Uno de sus empleados, J. M. Sucre Ruiz (Chipo Sucre), pasó a ser Gerente de F. E. Salazar.
         En 1937 la Venezolana de Navegación adquirió La Trinidad que superó en muchos aspectos a los barcos que hasta entonces cubrían la ruta fluvial. La Trinidad tenía un camarote de lujo, cuatro especiales y trece más para el pasaje de primera con capacidad total de cincuenta cupos y seis camarotes de segunda clase par veinte personas.
         Este barco adquirido para cubrir la ruta Trinidad-Ciudad Bolívar desplazaba 970 toneladas brutas (750 netas) y desarrollaba una velocidad de diez y media millas por hora con un calado máximo de nueve pies. Tenía además, comedor de primera, salón para baile, salón para fumar y era comandado por el capitán Chity Pardo.
         Desde Angostura o Ciudad Bolívar, el puerto más importante del Orinoco, se cubría una línea fluvial y marítima que comprendía Trinidad, Cumaná, Margarita, Barcelona, La Guaira, Las Antillas y se extendía hasta el Apure, el Meta, Portuguesa, el Guaviare, Barinas y muchos otros pueblos intermedios.
         Pero un día fueron descubiertas las montañas de hierro del Trueno, La Paría y San Isidro, y la navegación por el río se circunscribió al tramo de su desembocadura, desde Boca Grande hasta Matanzas en un recorrido de apenas 341 kilómetros de 2 mil que antes eran navegados. El resto del río quedó afectado y debido a ese cambio muchos pueblos languidecen. Ciudad Bolívar perdió su Aduana y su Capitanía de Puerto Mermó de categoría dejando de ser la ciudad mercantilista y cosmopolita de otros tiempos y a la que Juan Vicente González comparó con la antigua y floreciente Fenicia.
         Todavía, entre 1959 y 1965 llegaba al puerto de Ciudad Bolívar un promedio de cuatro buques al mes con cuatro mil toneladas de carga cada uno. Se recuerda al Buar, Hecuba, Reuda, Kreon, todos de nacionalidad holandesa. El último que atracó fue el Alcoa Rommer, 8 de julio de 1966, trayendo de la República Dominicana 850 toneladas de harina. Desde entonces es triste y desierto este puerto antes famoso de Angostura, al que varias unidades del Comando Fluvial José Tomás Machado así como el mercado de la Sapoara y el Club Náutico tratan de darle vida de alguna manera.