La muerte de Fernando de Berrío
mientras permanecía cautivo en manos de piratas argelinos, produjo un vacío en
la gobernación de la provincia de Guayana, llenado inmediatamente después por
el capitán Luis de Monsalve (1619-1635), quien trató de imprimirle a Santo
Tomás el mismo ritmo de su antecesor. Entonces la capital de la provincia
tenía, además del convento-hospicio San Francisco, una iglesia y 140 viviendas
livianas. Su relación mayor y más directa la tenía con Santa Fe de Bogotá,
donde ya existía desde abril de 1550 la Real Audiencia, suerte de Tribunal
Superior que representaba al Rey y solía
asumir los cargos vacantes de su jurisdicción hasta que Su Majestad nombrase
sucesor.
El 18 de septiembre de 1676 a la
Provincia de Venezuela se les concedió el privilegio a los Alcaldes para que
gobernasen en vacante de los Gobernadores, pero este privilegio fue derogado
por Cédula Real fechada en San Idelfonso el 14 de septiembre de 1736. En la
provincia de Guayana se siguió ese procedimiento impuesto más por la necesidad
que por mandato real.
El gobierno de España, por abandono del
Rey Felipe IV, estaba en manos del Conde-Duque de Olivares cuando el capitán
Luis de Monsalve asumió en 1629 la Gobernación. Ese año debió afrontar otra
invasión. Los países Bajos que se hallaban en guerra contra España, enviaron al
Orinoco una flota de nueve buques al mando del Almirante Adrián Janson Pater y
el Gobernador antes que enfrentarla resolvió quemar la ciudad y mandar por
ayuda a Bogotá mientras los pobladores buscaron refugio internándose en la
montaña.
Un refuerzo de 50 soldados al mando de
Juan Campos llegó meses después y con ellos el Gobernador Monsalve decidió
reubicar la capital seis leguas más abajo en la parte elevada de un Caño al que
los indios guaraunos llamaban Usupamo. Así la antigua y asediada capital de la
provincia pasó a llamarse Santo Tomás del Usupamo que no aparece en el mapa
actual, pero que puede ubicarse en lo que se conoce en la actualidad como
Piacoa. Piacoa es una serranía que no pasa de un mil metro de altura y en la
cual existen yacimientos de hierro.
Pues bien, reubicada Santo Tomás en
parte alta del Caño Usupamo, se alejaba así esta capital del radio
jurisdiccional de Santa Fe de Bogotá, pero se aproximaba a través de la
comunicación fluvial-marítima con Trinidad, Nueva Andalucía y el Gobierno
eclesiástico de Puerto Rico al que estaba sujeta. De esta manera se le facilitó
la visita pastoral a Juan López Agurto de la Mata, obispo de aquella Diócesis,
quien dejó constancia de su paso por allí y del estado de miseria en que vivían
los habitantes.
Monsalve concluyó su período en 1635 y
mientras el sucesor, Diego López de Escobar, dejó interinamente en el gobierno
a su lugar teniente Cristóbal de Arana, a quien al parecer no le alcanzó el
tiempo sino para alimentar un conflicto de autoridad con los miembros del
Cabildo cuyos Alcaldes se sentían con natural derecho a llenar la vacante.
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