Obedeciendo
al mandato de Jesús “Id y enseñad a todas las gentes”, los cristianos, desde
los tiempos de los apóstoles, recorren los caminos del mundo sellando muchas
veces con sangre el testimonio de su religión. En 1622 la Iglesia Católica
organizó la Congregación de Propaganda Fide para centralizar la vasta obra
misional que se realiza en las áreas escasamente desarrolladas del planeta.
Apenas
descubierto el Nuevo Mundo, el cristianismo halló en él un amplio cauce para
sus empresas heroicas. La primera comunidad en recibir autorización para enviar
Misiones a América fue la Orden Franciscana. El Papa León X expidió la Bula en
1521 autorizándola y doce franciscanos partieron para Nueva España (México)
poco después.
También fueron franciscanos los
primeros en llegar a la provincia de Guayana explorada y poblada por el Capitán
Antonio de Berrío entre 1582 y 1597 y quien falleció en Santo Tomás de la
Guayana, ciudad fundada por él después de San José de Oruña en Trinidad.
De manera que los primeros religiosos
que se establecieron en Guayana fueron los franciscanos, llegados en la
expedición de Antonio de Berrío. Los frailes domingo de Santa Águeda y Juan
Paralta vinieron con el fundador y de ellos fue la empresa de levantar el
Convento y Hospicio de San Francisco a la cual se sumaron posteriormente los
Reverendos Luis de Mieses, Luis de Pozuela, Juan de Suazo y el fraile
Manosalbas. Otro fraile del grupo que vino con el contingente de pobladores
traídos por Domingo de Vera, lugarteniente de Berrío, fue el Reverendo
Francisco de Leuro, quien estaba destacado como cura vicario de Santo Tomás, muerto
cuando Walter Raleigh mandó desde Trinidad a ocupar la ciudad el 13 de enero de
1618. El Vicariato pasó entonces a manos del Reverendo Juan de Moya, Guardián
del Hospicio de San Francisco.
Además de la Misión de Santo Tomás, los
franciscanos habían explorados más al Sur tratando de hacer contacto con poblados
indígenas y a distancias de tres leguas localizaron Mar-uaca, donde vivían los
indios Aruacas. Allí fundaron una segunda Misión que al igual que la de Santo
Tomás fue abandonada en 1670.
Los últimos frailes que pasaron por
allí fueron los jesuitas Dionisio Melena, de origen francés; Francisco Llauri,
quien falleció en febrero de 1665; Ignacio Cano y Julián Vergara, quienes
debido al estado extremo de pobreza y despoblada como estaba quedando la
ciudad, se ausentaron en 1670 para continuar su labor misionera en los llanos
de Casanare. De manera que cuando Diego Jiménez de Aldana asumió el Gobierno de
la Provincia en 1670, las dos únicas misiones de Guayana estaban acéfalas.
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