Sin
embargo, misioneros de la Compañía de Jesús, visto lo difícil que había sido
establecer y consolidar Misiones por la parte Oriental del Orinoco, decidieron
hacerlo por el lado Occidental bajando desde Colombia por el río Meta.
En 1671 los jesuitas Fray Alonso de
Neira y Fray Bernabé González llegaron hasta los Raudales de Ature poblado por
indios adoles, piaroa, mapoyos, tamanacos y yaruros y con ellos trataron de
fundar las misiones de Carichana, Sinaruco y San Lorenzo, la cual abandonaron
cuatro años después.
En 1682, el Arzobispado y la Real
Audiencia de Santa Fe previa una exploración de los Reverendos Ignacio Fiol y
Felipe Gómez, decidieron una nueva tentativa y enviaron a los misioneros Fiol,
Beck, Teobast, Radiel y Julián Vergara, este último en calidad de Procurador,
para retomar el trabajo de establecer una Misión importante en la zona de los
Raudales, lo que hicieron y a objeto de resguardar la Misión levantaron una
Casa-fuerte en Carichana dotada de doce soldados al mando del Capitán Tiburcio
de Medina.
Todo iba bien hasta que el 7 de octubre
de 1684, los indios Caribe al mando del cacique Quiara-uera invadieron e
incendiaron el poblado liquidando a los misioneros. Sólo quedó en pie la casa
fuerte de Carichana con sus soldados y el fraile Julián de Vergara.
Pero las autoridades reales no habrán
de rendirse e intentarán una penetración simultánea por Oriente y Occidente
atendiendo al interés que había manifestado el Gobernador Tiburcio de Aspe y
Zúñiga (1677-1682), de hacer una prueba con los Capuchinos catalanes. Así,
mientras los jesuitas perseverarán bajando por el Meta hasta los Raudales y La
Urbana, los Capuchinos lo harán desde Santo Tomás de Guayana.
Los Jesuitas, orden religiosa fundada
en Francia en 1534 por San Ignacio de Loyola, con rasgos de gran originalidad,
se extendieron sin restricciones por el mundo, gracias a la comprensión de
Pablo III, y así pudo establecerse en los llanos colombianos en 1664 de donde
extendieron su acción al Orinoco.
Todo iba muy bien hasta que el Rey
Carlos II decretó su expulsión de todos sus dominios siguiendo la línea
represiva de Portugal en 1759 y de Francia en 1762. La presión de estos países
contra la Compañía de Jesús era tanta que el Papa Clemente XIV ordenó su
disolución el 21 de Julio de 1773. Para la fecha, Santo Tomás de la Guayana
había sido mudado a la Angostura del Orinoco y era gobernada por Manuel
Centurión, a quien le tocó en julio de 1767 trasladarse hasta Carichana para
poner en práctica la medida de expulsión.
Una vez expulsados los padres Jesuitas,
las Misiones pasaron a control de los misioneros Capuchinos y no volverán a
tener vida en el mundo sino en 1814 cuando es reestablecida por el Papa Pío
VII.
Cabe decir que la primera gran crónica
sobre Guayana titulada El Orinoco Ilustrado y Defendido,
publicada en Madrid en 1741, la escribió el Padre jesuita José Gumilla, quien
permaneció aquí durante 35 años (1715-1750). En esa Crónica se habla por
primera vez de la Piedra del Medio y de una profundidad de 80 brazadas del
Orinoco en esa zona.
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