La figura de doña Isabel de Alcalá
resalta en la historia de Guayana con aureola de auténtica heroína.
Su participación ejemplar en dos hechos
trascendentales marcan su vida de mujer nacida en Cumaná, provincia de la cual
dependió Guayana cuando los dominios de la Nueva Andalucía se extendían hasta
las riberas de los ríos Amazonas y Esequibo, vale decir, en tiempo de los
gobernadores Diego Fernández de Serpa (1569) y Carlos de Sucre (1733).
Doña Isabel de Alcalá prácticamente vio
nacer a Santo Tomás de la Guayana. En ella se estableció comenzando el siglo
diecisiete con su marido, el capitán Lucas Bravo de Acuña, hermano de Juan
Bravo de Acuña, gobernador de la provincia de Nueva Andalucía (1665-1667) y con sus hermanos, Juan y Jacinto Jiménez de
Alcalá.
El apellido Alcalá es el más antiguo de
Cumaná y Guayana y a este tronco perteneció María Manuela de Alcalá, madre de
Mariscal Antonio José de Sucre y del prócer José Gabriel Alcalá, firmante del
Acta de Independencia el 5 de julio de 1811, miembro del Congreso Constituyente
de la Gran Colombia y quien vivió en Angostura en 1828.
Doña Isabel de Alcalá, junto con su
esposo y hermanos, formó parte de las 57 personas que lucharon denodadamente en
la defensa de Santo Tomás de Guayana cuando fue invadida, saqueada y destruida
por una avanzada de la expedición de Walter Raleigh en enero de 1618, asimismo
doña Isabel de Alcalá estuvo activa como un soldado más contra las invasiones
holandesas en 1619 y 1637.
Siendo Martín Mendoza y Berrío (nieto
del fundador), Gobernador de la provincia de Trinidad y Guayana, doña Isabel de
Alcalá se fue con un puñado de vecinos de Santo Tomás en 1643 a fundar aguas
arriba del Orinoco una nueva ciudad que sirviera de alternativa a la vapuleada
Santo Tomás. Tal la Nueva Cantabria,
cerca de lo que es hoy Cabruta. Esta nueva ciudad llegó a tener Cabildo,
regimiento, iglesia, plaza, cárcel, calles y hasta una fragua, pues ya en ese
tiempo los españoles habían encontrado hierro en Guayana. La ciudad tuvo vida
efímera y el único que al parecer dejó testimonio de su existencia, fue el
Reverendo Jacinto de Carvajal, quien luego de pasar los días de la Semana Santa
en el lugar, escribió sobre sus valerosas mujeres lideradas por esta doña
Isabel de Alcalá, a quien todos reconocían como la capitana.
Se ignora el final de esta gran Señora
defensora de la existencia y permanencia de la Capital de Guayana. Se cree
sepultados sus restos en la extinguida Nueva Cantabria, pero su actuación en
los tiempos más difíciles se halla reseñada en documentos de la época, como
también la actuación de quienes heroicamente defendieron la Guayana durante el
asalto de enero de 1618, entre ellos,
los alcaldes García de Aguilar y Juan Lezama, quienes asumieron el mando hasta
mayo de 1619 que don Fernando de Berrío volvió a tomar la Gobernación de por
vida.
Fernando retornó a Gobernar con la
misma dinámica de su anterior gestión y alentaba importantes proyectos que en
1622 llevó a España personalmente para discutirlos, pero antes de arribar fue capturado por piratas el barco donde
viajaba. Ese mismo año falleció en Argel estando cautivo, sin que llegase el
rescate que los moriscos habían tasado por su libertad.
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