También a los Capuchinos les
tocará su turno, pues sus Misiones quedaron liquidadas y pasadas a jurisdicción
civil y militar al extenderse a Guayana en 1817 la Guerra de Independencia.
Todos los pueblos misioneros sometidos terminaron fatalmente con la ejecución
de veinte religiosos.
Veinte
misioneros, dos legos enfermeros y otros que escaparon, fueron apresados en las
distintas Misiones que regentaban y encerrados en el Templo de San Ramón de
Caruachi, por considerar los patriotas que siempre estuvieron al lado de los
realistas, eran sus principales proveedores y ejercían gran influencia sobre
sus territorios. Pero cuando se cría que los misioneros no pasarán de ser meros
presos políticos a los que finalmente se castigarían poniéndolos de vuelta a
España, aparecieron degollados en masa sobre una laja cercana al pueblo de la
Misión de San Ramón de Caruachi, al poniente de Upata el 7 de mayo de 1817.
Para
eses año de 1817 existían activas en Guayana 31 poblaciones misioneras, que
sumaban cerca de 25 mil habitantes, todos indios. Las Misiones de Guayana
adquirieron gran prosperidad y su organización honra a sus autores. Los
misioneros establecieron sabias ordenanzas y en los pueblos que fundaron
pusieron autoridades locales utilizando a los mismos indios, quienes gobernaban
bajo la vigilancia del Prefecto misionero. Las Misiones tenían un tesorero
común y un Procurador que compraba las mercancías necesarias para todo el
pueblo.
Para
el sostenimiento, los Capuchinos fundaron hatos con 28 vacas y un toro que en
1726 les proporcionó un hacendado de los llanos al norte del Orinoco llamado
Pedro Figuera. Fundaron asimismo labranzas, forjas y un ingenio azucarero que
abastecía a todas las misiones.
A
partir del cruento suceso de 1817, atribuido a los indios y del que las
autoridades republicanas no se responsabilizaron, las Misiones como tal
quedaron paralizadas por más de una centuria, vale decir, hasta 1922 que
volvieron por sus fueros al llegar a un acuerdo el Vaticano con el Gobierno
venezolano presidido por el General Juan Vicente Gómez.
El
4 de marzo de 1922, Su Santidad Pío XI dictó la Bula Quoties Romani Pontifices por medio de la cual quedó erigido el
Vicariato Apostólico del Caroní y confió su Gobierno a los Frailes Menores
Capuchinos Nicolás de Carmenes, Fray Gabino de San Román y Mainino Castrillo,
fundadores de la iglesia de El Callao y del Palmar. Fundaron junto con Lucas
Fernández Peña la Misión de Santa Elena de Uairén en 1931. Luego las Misiones de
Luedpa, Santa Teresita de Kavanayén, Nuestra Señora de Coromoto de Kamarata y
la de Wonkén.
Las
Misiones del Caroní, Tucupita y Puerto Ayacucho funcionan bajo jurisdicción de
un Vicariato que tiene su sede en Santa Elena de Uairén, el cual fue inaugurado
por Monseñor Antonio Ristal, seguido de Monseñor Constantino Gómez Villa y
Monseñor Mariano Gutiérrez Salazar.
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