sábado, 12 de noviembre de 2016

DISTURBIOS EN ANGOSTURA

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La paz de los angostureños se alteró un día de 1819 en que el Gral. Juan Bautista Arismendi, contrariando los designios del Libertador, salió de la Cárcel apoyado por la oficialidad para desplazar a Francisco Antonio Zea, vicepresidente encargado de la Presidencia de la República en ausencia de Bolívar.
Como lo fue Piar en 1817, pero con mejor fortuna, el revolucionario margariteño había sido trasladado preso por desacatar una orden del Gobierno.
         Ocho años más viejo que Bolívar puesto que nació en la Asunción el 15 de marzo de 1775, Juan Bautista Arismendí nunca antes de 1819, había estado en la capital de la provincia de Guayana. Cuando estuvo en ella, fue desgraciadamente en calidad de preso. No como preso del gobernador realista Cnel. Joaquín Urreiztieta o del “pacificador” Pablo Morrillo, quienes lo congnotaban de “monstruo” y querían verlo muerto, sino como preso del gobierno patriota con sede en Angostura.
         A Angostura llegó preso del Gral. Arismendi el 21 de julio de 1819, a bordo del bergantín “Libertador” que había zarpado de Pampatar con el coronel José Manuel Torres, comisionado por el General Rafael Urdaneta con esa finalidad.
         El General Urdaneta tenía su Cuartel General Divisionario en el Norte de la Isla de Margarita a donde había llegado el 8 de mayo para tomar el mando de la expedición inglesa que estaba llegando a la isla, y el 29 de mayo redactó un oficio para le Ministro de Guerra y Marina, general Pedro Briceño Méndez, en el que le manifiesta que “todo ha terminado con la prisión del Excmo. General Arismendi (…) Está embarcado en le bergantín de guerra el Libertador, anclado en el puerto de Pampatar para sustraerlo de la vida del pueblo”.
         Evidentemente, hubo que sustraerlo de la vista del pueblo porque al igual que el General Francisco Esteban Gómez, quien venció con sólo 300 margariteños a tres mil soldados de Morillo en el Cerro Matasiete, era un ídolo. La idolatría del pueblo margariteño por Arismendi se fundamentaba en sus proezas guerreras y estaba reforzada por la conducta valerosa de su esposa Luis Cáceres, quien prefiró la prisión en el Castillo de Santa Rosa y en la ultramarina cárcel de Ceuta antes que ceder a la delación.
         El para entonces General en jefe Juan Bautista Arismendi, libertador de Margarita al igual que lo había sido Piar de Guayana, fue preso y trasladado a la Cárcel de Angostura por desacatar una orden del Gobierno que lo obligaba a entregar a Urdaneta 500 hombres para junto con las columnas de tropas inglesas que estaban llegando a Margarita organizar una expedición a Costa Firme.
         “El general Arismendi se opone a la saca de tropas, aparentando al mismo tiempo obediencia al Gobierno…” informó Urdaneta y el General Carlos Soublette, Jefe del Estado Mayor, quien ordenó “suspenderlo del mando, arrestarlo y enviarlo a dar cuenta de su conducta al Gobierno General”.
         ¿Por qué se oponían reforzar con 500 soldados margariteños a la legión inglesa? Arismendi aducía ante Urdaneta que  “la peste” había golpeado muy duro la calidad de las tropas, que había renuncia manifiesta en el seno de la mismas y que por otra parte él tenía un compromiso y una responsabilidad muy seria con la defensa de la isla. No obstante, el historiador Francisco Javier Yánez escribió que la “resolución de los margariteños se atribuyó a las sugestiones del general Arismendi, resentido de que no le hubiesen dado el mando de la expedición como lo había solicitado y a los consejos de otros jefes de influjo como Joaquín Maneiro, Juan Miguel y Saturnino Lares, por lo que fueron reducidos a prisión luego de una Junta de Guerra que convocó el general Urdaneta en su posada, siendo al mismo tiempo remitido a Angostura a disposición del Gobierno, y los demás oficiales puestos a bordo de la escuadra que se hallaban en la bahía de Juan Griego”.
         Antes de proceder a la detención del General en jefe Juan Bautista Arismendi así como del general Francisco Esteban Gómez, gobernador político de la isla y de otros oficiales, el Congreso de Angostura, a instancias del Poder Ejecutivo, llamó al general en jefe Santiago Mariño para que dejara el mando de las tropas de oriente al general José Francisco Bermúdez y él se reincorporara a las sesiones.
         Mariño disgustado por esa decisión, envió una carta al Congreso diciendo que se le había privado del mando con agravio a su reputación y con escándalo del pueblo y del Ejército. El Congreso rechazó los términos de la comunicación tras un cruce de cartas que escandalizaron a la opinión angostureña y que se complicaría con el arresto de Arismendi.
         Mariño se hallaba en Angostura fuera de mando y reincorporado a las sesiones del Congreso cuando llegó Juan Bautista Arismendi (julio 21) y fue internado en la casa de prisiones que flaqueaba la Plaza en su lado más alto junto con la casa de la Guardia y los cuarteles militares. La Cárcel que se había comenzado a construir durante la gestión de Miguel Marmión en tiempos de la colonia aun se hallaba inconclusa.
         Arismendi es llamado a rendir declaraciones y procura sincerarse diciendo que quien se oponía a la expedición era el Gobernador Político de la isla, general Francisco Esteban Gómez y pidió ser juzgado por el Congreso. El Congreso examinó el expediente en agosto y lo devolvió esperando mejor oportunidad para decidir al respecto.
         En septiembre, los diputados por Margarita licenciado Gaspar Maracano y Dr. Domingo Alzurú replantearon el asunto y atacaron al Libertador por haber pasado a Nueva Granada sin autorización del Congreso. Asimismo atacaron al Vicepresidente del Poder Ejecutivo, Francisco Antonio Zea diciendo que por ser granadino y civil, desconfiaban de él algunos generales venezolanos. A tal efecto propusieron el reemplazo de Zea, nada menos que por Arismendi, quien se hallaba preso. Las intervenciones de los diputados resonaron favorablemente en la barra del Congreso atestada de oficiales y civiles promovidos por Mariño que pedían la renuncia de Zea.



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