jueves, 24 de noviembre de 2016

CLERO Y CONSEJO DE ESTADO

El primero de noviembre de 1817, el Libertador nombró e instaló un Consejo de Estado destinado a  las funciones de un Cuerpo Legislativo. Esto por supuesto, hasta que se convocara el Congreso General de Venezuela o Congreso de Angostura.
Una vez designado, a él correspondió la iniciativa de las leyes, reglamentos y aquellas institucionales necesarias a la salud de la República en ciernes.
Este Consejo de Estado quedó formado por un Ministerio de Hacienda, a cargo del Lic. Francisco Antonio Zea, con los siguientes vocales: Fernando Peñalver, José María Ossa y Vicente Lecuna. Guerra y Marina a cargo del Almirante Luis Brión con los siguientes vocales: Manuel Cedeño, Tomás Montilla, Pedro Hernández y Francisco Conde. Interior y Justicia a cargo del Dr. Juan Martínez con los siguientes vocales: doctor Luis Peraza, Licenciados José España y Antonio José Betancourt.  
         Una semana después, 8 de noviembre de 1817, el Jefe Supremo, preocupado por el estado tan lamentable de orfandad, confusión y amargura que presentaba la Diócesis como consecuencia de la muerte del Obispo electo José Ventura y Cabello, convocó a los integrantes del Clero de la Diócesis para que se presentará en la Capital en el lapso de 50 días, a objeto de que liberaran sobre las necesidades de la iglesia y nombraran su superior eclesiástico para su administración.
         No exactamente a los 50 días, sino a los 78, el Clero atedió al llamado del Jefe Supremo y se reunió en Angostura el 25 de Enero de 1818. Ese mismo día designó Vicario Capitular Gobernador del Obispado al Pbro. Domingo Remigio Pérez Hurtado, quien ejerció la Vicaría hasta su muerte en 1822.
         Pérez Hurtado fue el confesor de Piar, y habría recibido unos papeles en el que constaba que era hijo de un Príncipe portugués. En su proclama del 5 de agosto a los pueblos de Venezuela, el Libertador se refiere al asunto en los siguientes términos: “El general Piar no desea la preponderación de un color que él aborrece y que siempre ha despreciado como es constante por su conducta y documentos. El general Piar ha tenido como timbre la genealogía de su padre y ha llegado su imprudencia hasta el punto de pretender no sólo ser noble, sino  descendiente de un príncipe de Portugal, (entre sus papeles existe este documento)”.
         Cubriendo la falta del Provisor Pérez Hurtado a raíz de su muerte en 1822, hubo de reemplazarlo el Pbro. Martín Coba hasta el 8 de marzo de 1830 que se posesionó Monseñor Mariano Talavera y Garcés en calidad de Administrador Apostólico de la Diócesis. En esa fecha estaba en pleno proceso la separación de Venezuela de la Gran Colombia que culminó con la constitución aprobada en Valencia el 22 de septiembre de ese año. Constitución que en Guayana se resistió a jurar el Prelado, lo cual le costó su expulsión a Trinidad. Allanadas las dificultades regresó en 1831 siendo gobernador el coronel Ramón Contasti. Durante su apostolado fundó el Hospital de Mujeres y terminó de construir la Catedral, bendecida el 25 de marzo de 1841.

         En 1842 hasta 1854 lo sustituyó como Obispo de la diócesis Monseñor Mariano Fernández Fortique, quien llegó a ser Senador por Guayana y echó las bases de un Seminario donde se ordenaron los primeros 22 sacerdotes. Cuando viajó a Caracas como senador dejó como Provisor y Vicario al Pbro. Silvestre Guevara y Lira, quien llegará a ser Arzobispo de Caracas. Durante su obispado se terminó de construir la torre de la Catedral y se erigió el Templo de Santa Ana, en la entonces llamada calle Amazonas, hoy Guzmán Blanco. 

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