De manera que lo que era nuestro, ahora
no lo es y en el fondo los bolivarenses no saben a quien responsabilizar, si al
gobierno guzmancista por incrementar las obligaciones impositivas que siempre
están en la agenda del día o a los descendientes de Siegert por buscarle una
salida tan enteramente crematística al problema.
Había que pensar que si Juan Teófilo
Benjamín Siegert, inventor y fabricante del Amargo Angostura, hubiera muerto el
13 de septiembre de 1870, habría hecho cualquier cosa, menos llevarse de
Angostura el amargo que le había dado fama tanto a él como a la capital de
Guayana en el mundo entero.
La aromática como aperitiva y febrífuga
bebida tenía gran demanda tanto en Venezuela como en todo el concierto de las
Antillas, Estados Unidos, Inglaterra e importantes ciudades del resto de
Europa.
Mister Wiston Churchill era adicto al
amargo y los turistas que visitan el “Ron Q” de Puerto Rico lo hacen atraídos
por los deliciosos coktailes equilibrados con las oscuras gotas del “Angostura
Bitter”. Lo igual puede decirse de algunos sitios de Alemania donde
asombrosamente existe un cuadro denominado “Monumento al Amaro Angostura”
conservado en uno de los Museos de Berlín. En Hong Kong, por ejemplo, uno de
sus avisos publicitarios, gigantes, está destinado a promocionar la legitimidad
del amargo en consideración a que existe diversidad de imitaciones.
Aquí mismo en Ciudad Bolívar, Teodoro
Minhard en 1875 y los Hermanos Mathison, en 1885, trataron de llenar el vació
fabricando productos similares, pero éstos jamás pudieron competir. El Amargo
Angostura de Siegert, mudado a la vecina Isla de Trinidad, seguía y sigue
mandando en el mundo a pesar de que ya no utiliza la corteza de una variedad de
quina que se producía en las Misiones del Caroní. De todas maneras se prepara
con arreglo a la fórmula original, en Puerto España, por la Compañía Bitters
(Dr. J. G. B. Siegert & Sons) Litd Sucesores.
J. T. B. Siegert, médico cirujano
berlinés que sirvió en el ejército de su país en guerra contra Napoleón, llegó
a la Angostura del Orinoco el primero de agosto de 1820 para integrarse como
médico cirujano al ejército patriota que luchaba para independizarse del
colonialismo español.
Siegert tenía entonces 24 años de edad
y antes de llegar a Angostura había estado cinco meses en la isla San Thomas, a
donde arribó el 25 de febrero de 1820 después de haber embarcado en Hamburgo
junto con el Barón Von Eben, amigo de Luis López Méndez, agente diplomático de
los patriotas en Londres y quien recomendó a Siegert que deseaba venirse a
América después de un problema con su hermano Juan Teófilo por cuestiones de
dinero.
Angostura para esa fecha tenía una
Guarnición de 100 hombres y 200 milicianos. Sus zonas de mayor movimiento eran
la calle El Comercio, la Plaza Angostura y el Hospital Militar que funcionaba
donde está hoy la Plaza Centurión, en área del abandonado Convento Franciscano.
Aquí en este Hospital comenzó a trabajar Siegert como médico traumatólogo con
un sueldo de 80 pesos mensuales y bajo la dirección del doctor Burton. Tres
años después, el 4 de julio de 1823, adquirió la ciudadanía grancolombiana.
Para ese año ya Venezuela era un país totalmente libre y Angostura, menos
agobiada por los asuntos de la guerra y la política, comenzaba a fortalecerse
como plaza comercial del sur y tercer puerto más importante del país.
Las transacciones comerciales se hacían
prácticamente en las arenosas playas orinoquenses. Con un peso se podía comprar
30 libras de carne de res y 3 libras de casabe por medio centavo. Una tortuga
de 120 libras costaba dos pesos y con medio centavo se podía comprar una cesta
de 15 zapoaras. Abundaba la carne de animales de caza como venado, faisanes y
patos, pero también abundaban enfermedades terribles de la selva como la
malaria y la fiebre amarilla que los guayaneses trataban con corteza de quina
macerada con ron y que más tarde con otros ingredientes botánicos Siegert
convertiría en su famoso Amargo Angostura.
Angostura para la época de Siegert no
llegaba a los cinco mil habitantes. El distrito capital apenas si doblaba la
cifra. El Alto Orinoco acusaba un censo de 569 habitantes y 740 en todo Río
Negro y Casiquiare como se llamaba entonces al hoy Territorio Federal Amazonas,
pero el puerto angostureño siempre estaba animado de fragatas, goletas, falcas,
piraguas y balandras. En el Barrancón Nº 8 como se llamaba la parte oriental
del Paseo Orinoco se remataban esclavos negros bozales de ambos sexos traídos
por barcos negreros de la costa africana.
Angostura tenía fácil comunicación con
Europa y las Antillas dadas su proximidad fluvial con el Atlántico. Esta
circunstancia estratégica la favorecía en el comercio de importación y
exportación con influencia directa tanto en la propia provincia de Guayana como
sobre la parte Suroriental y suroccidental de Venezuela.
Los veleros de ultramar tomaban entre
18 y 20 días en cubrir la ruta Europa-Angostura y de regreso la travesía era
más penosa, tardaba hasta un mes. El comercio interno con Barinas era bastante
movido. Con destino a la Angostura la occidental provincia despachaba ganado
mular, cacao, añil, algodón, azúcar y de regreso iban los productos
manufacturados que provenientes de Europa se receptaban en Angostura. El
llamado eje fluvial era entonces superactivo. Se remontaba el Orinoco hasta
Cabruta. Luego se subía el río Apure vía San Vicente y finalmente se tomaba el
río Santo Domingo para llegar a Barinas. Siegert muchas veces hizo esa
navegación para cumplir con sus obligaciones asistenciales y explorar las posibilidades
de la medicina botánica.
Los angostureños y demás habitantes del
Orinoco sentían entrañable respeto por el médico alemán hasta el punto de
llamarlo “Padre”. Lo consideraban un patriarca. El propio Siegert lo confiesa
en una carta que guardan celosamente sus descendiente directos María Siegert
Grus e Hilda Siegert Mariani, casi toda una vida conectada con la C. A.
Electricidad de Ciudad Bolívar.
Siegert, quien además del alemán
hablaba francés, castellano e inglés se casó en Angostura, primero en 1827 con
María del Pilar Araujo y luego en segunda nupcias con la diecisieteañera
Bonifacio Gómez Saa, en 1830. Este año llegó a ser Director del Hospital,
posición que ocupó durante largo tiempo. De los dos matrimonios nacieron
Carolina de Las Nieves, María Carlota, Juan Benjamín, María del Carmen, María
Bonifacio, Trinidad, Carlos Luis y Alfredo. Los tres último fueron quienes
decidieron reubicar la fábrica del Amarga Angostura en Trinidad.
En 1833, Siegert fue admitido como
miembro del Consejo de Médico Real de Halbertadt, al cual ya pertenecía su
hermano Juan Teófilo, médico cirujano como él y con quien al parecer nunca pudo
reconciliarse, aún después de 1932 cuando decidió reanudar las relaciones con
su familia, de la que permanecía desconectado.
Como Teniente coronel que era, solía
este médico alemán uniformarse haciendo resaltar su aire prusiano. En las
ocasiones especiales vestía casaca de tela azul oscura con cuello y ribetes
bordados de plata, espada al cinto y sombrero; pantalones azul oscuro de
cachemira blanca con galones plateados a lo largo de la pierna, guantes de
cuero blanco y un bastón con empuñadura dorada. Montaba cabello y tenía buenos
ejemplares de carrera. La gustaba tomar cerveza importada de Inglaterra y
Norteamérica. Le atraía el baile y la música que ejecutaba en una pianola forte
que había hecho traer de Luberck por 300 pesos. Era muy amigo de Dalla costa y
George Blohm. En 1867 presidió al Junta que promovió los fondos para erigir la
estatua del Libertador en la plaza mayor de Angostura. Mucho antes, 1848, el
Gobierno de José Tadeo Monagas lo había distinguido con el título de “Médico
Cirujano de los Ejércitos de la República” y concedido licencia
indefinida con el goce de los dos terceras partes del sueldo. Siegert ejerció
la medicina hasta 1858 cuando se retiró a la vida privada para morir doce años
después.
No obstante sus méritos como médico
cirujano, traumatólogo, farmacéutico y hombre de importantes iniciativas
cívicas, J. G. B. Siegert es más conocido por su Amargo Angostura,
producto que es difícil decir que lo inventó, pues de alguna forma ya era
conocido en toda la provincia. El lo que hizo en todo caso, fue patentizarlo y
perfeccionarlo científicamente.
Siegert había estudiado los
beneficiosos efectos de la corteza del quino, prodigioso árbol de las altas
regiones de las Andes americanos cuyas propiedades medicinales los aborígenes
ocultaron por mucho tiempo a los españoles.
Había estudiado la corteza del quino y
sabía también de muchas otras plantas medicinales observadas y relacionadas por
botánicos que exploraban las selvas americanas. Por eso, cuando se alistó como
teniente coronel del ejército patriota y cirujano mayor del Hospital de
Angostura, entabló relaciones con su sobrino Kunzel, gran botánico de Berlín, para
proponerle un plan de recolección y estudio de plantas medicinales con fines
farmacológicos.
Durante sus periódicas visitas a los
pueblos del interior de Guayana tratando enfermos y buscando plantas, Siegert
verificó lo que le había comunicado su esposa, que en las Misiones del Caroní
los nativos utilizaban la corteza de la cuspa contra las fiebres.
Esta corteza llamada también “Corteza
de Angostura”, “Quina de las Misiones del Caroní” y “Cúspira Febrífuga”
la utilizaban los nativos después de cocida, por vía oral, contra la fiebre,
cólicos y en baños contra las úlceras y hemorroides. Interesado por este
preparado casero, estudió por un tiempo la planta y luego con otros aditamentos
logró una fórmula más completa que al principio regalaba y posteriormente
vendía en sus boticas de Ciudad Bolívar y Upata, las primeras fundadas en estos
lados del Orinoco.
Rápidamente el “Amargo Angostura” tomó
cuerpo y fama como bebida aromática, aperitiva y febrífuga. Su demanda no se
hizo esperar en el resto de Venezuela y puertos extranjeros con los cuales la
capital de la provincia tenía fluida comunicación.
En una noble casona, la marcada con el
número 29 de la calle Igualdad que la separa de la Catedral, estaban las instalaciones del Amargo
Angostura, desmanteladas en tiempos de Guzmán Blanco para desde la
vecina isla de los colibríes continuar agradando el paladar de los catadores
del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario