En 1815 se internaron por Caicara y
llegaron a librar unas siete acciones cerca de Angostura. Luego de la Batalla
del Juncal, El General Manuel Piar
marchó sobre Guayana y unidas las fuerzas de Cedeño con las suyas en noviembre
de 1816 emprendieron la gran jornada que culminó victoriosa con la Batalla de
San Félix.
Piar hasta entonces era un desconocido
para los comandos angostureños, tanto así que en los despachos de Morillo a la
Corte española no mencionan a Piar sino a Cedeño: “El General Sedeño, cuando pasó
al Orinoco y atacó la Capital de Guayana se hizo, por así decirlo, dueño de la
Provincia, y en Caicara combatió varias veces los Cuerpos Españoles que fueron
a su encuentro”.
Cedeño, sin embargo, no participó
directamente en la Batalla de San Félix, porque Piar le impuso sitiar Angostura
con mil hombres. Luego de la victoria de San Félix y el reconocimiento de
Bolívar como Jefe Supremo, éste designó al general José Francisco Bermúdez,
acaso para que se desquitara del Sitio y Toma de Cartagena por Morillo,
comandante de la empresa militar de estrechar el cerco y tomar Angostura, la
que al final se rindió por hambre.
Ignoramos como se sintió Cedeño al ser
desplazado, pero distinto a Piar, dio una gran demostración de obediencia y
disciplina que Bolívar premió nombrándolo Gobernador de al Provincia de
Guayana. Más convencido de ello quedó luego que destinado para pacificar un
brote sedicioso en Maturín, el Jefe Supremo le asignó el penoso encargo de
perseguir y aprehender a su amigo el General en Jefe Manuel Piar, quien
desplazado de mando, se había dirigido hacia el Oriente irritado por la toma de
Angostura, en la cual no había participado, acusando al Libertador de “usar
procedimientos tiránicos, de haberse alzado con el ejército después del triunfo
de San Félix y de aprovecharse de sus trabajos y de su victoria en Guayana para
gloria propia y menoscabo de la suya”. Para Piar esto ocurría por la
inexistencia de un Congreso que regulara las ejecutorias del jefe Supremo y por
ello saludaba y buscaba a los inspiradores del Congresillo celebrado en Cariaco
del 8 de mayo de 1817.
Mientras en Guayana Bolívar había
logrado la unidad del ejército en torno a su jefatura, en el Oriente,
especialmente en el Departamento Maturín, no ocurría lo mismo. Los brotes
sediciosos amenazaban y Bolívar tomó importantes decisiones en las cuales
involucró directamente al General Cedeño.
“Señor General –le escribe el 17 de
septiembre de 1807-: Los distinguidos servicios de V. S. a nuestra Patria, su
amor al orden, la constante obediencia que ha prestado V. S. al Gobierno, su
señalado valor y pericia militar, me han determinado a confiar a V. S. el mando
de la expedición destinada a socorrer el Departamento de Maturín.
“Las instrucciones que tengo el honor
de acompañar a V. S. modelarán enteramente su conducta en esta importante y
delicada operación. Ella es de tal naturaleza que debe ejecutarse con un tino y pulso que produzcan los
resultados que el gobierno se propone.
“V. S. Señor General, tiene las
cualidades que se requieren para llenar absolutamente los justos deseos del
Gobierno de la República. Desengañe V. S. a los infelices inocentes que por
sencillez hayan dejado seducirse: hágales V. S. ver el abismo en que algunos
enemigos de la tranquilidad pública quieren sepultarlos y hágales ver las
rectas paternales intenciones que han guiado hasta hoy los pasos del Gobierno
de Venezuela.
“Terminada la comisión de V. S.
regresará a esta plaza a encargase de esta Provincia, para yo continuar las
operaciones de la campaña en el Occidente contra el enemigo común. Dios guarde
a V. S. muchos años, Simón Bolívar”
En efecto, Cedeño cumplió al pie de la
letra las instrucciones del jefe Supremo. Pacificó Maturín, capturó en Aragua
de Barcelona en medio de cien fusileros comandados por el Tcnel. Francisco
Carmona, le abrió la brecha a Bermúdez como Jefe del Ejército de Oriente y
regresó a Guayana el 22 de noviembre. Al día siguiente, mientras el Libertador
salía para iniciar la Campaña del Centro, se encargó de la Gobernación de
Guayana con una proclama a sus habitantes en la que juraba defenderla a todo
trance al tiempo que daba cuenta de los días difíciles que pasó en ella
batallando contra los realistas y de la necesidad que tenía el Jefe Supremo de
marcharse para destruir las tropas de Morillo escapadas de Margarita.
Cuatro días luego, el 17 de noviembre,
el General Manuel Cedeño publicó un Indulto que fue desaprobado por le
Libertador y recogido luego como se desprende de un oficio dirigido por Bolívar
desde San Diego, toda vez que esta materia es una atribución que no puede
delegar ningún Jefe de Estado.
“VS, pues –escribe el Libertador
seriamente disgustado al Gobernador Militar de la plaza de Angostura- hará
que se recojan y hará entender al señor General Cedeño, el desagrado que me ha
causado a mí y a todo el ejército este acto, y que no obstante el
convencimiento y satisfacción que reina generalmente de su lealtad y fidelidad
al Gobierno, no ha faltado quien se adelante a observar que si estando la
autoridad suprema a las puertas, por decirlo así, de esa Provincia, se cometen
tales trasgresiones, mucho debe temer la República, cuando aquella se separe y
se ponga a una grande distancia”
Manuel Cedeño no puede sentarse a
Gobernar Guayana con tranquilidad porque son múltiples sus responsabilidades y
como el tiempo es de guerra, debe salir en campaña a cubrir ciertas emergencias
así como lo había hecho antes en Maturín.
De la orden de los Libertadores y
General de División de los Ejércitos, Consejero de Estado, Miembro de Consejo
Supremo de Gobierno en ausencia del Libertador, Presidente de Tribunal de
Repartición de Bienes Nacionales y Gobernador Comandante de la Provincia de
Guayana, todo eso era Cedeño.
No había cumplido un mes en la
Gobernación cuando ya a finales de diciembre debió partir a tranquilizar los
Llanos, luego que el General Pedro Zaraza fuera derrotado en le curso de la
Compaña del Centro que al final resultó desastrosa para el Libertador.
Entonces Cedeño se separó de la
Gobernación y dejó en su lugar al guayanés Juan Vicente Cardozo, a quien le
tocó presidir el primer Concejo Municipal de la Guayana libre, hasta el 16 de
julio cuando por estar en situación militar de alerta la Ciudad debido al
develamiento de una sublevación, fue reemplazado por el General Tomás Montilla,
a quien el Libertador encomendará luego preparara un proyecto de defensa de la
provincia.
1819 se inició en Angostura con nuevo
concejo Municipal y otro Gobernador: el General Juan Manuel Valdés, un oficial
que se distinguió en la guerra de independencia por su serenidad, valor e
intrepidez. Gobernará hasta marzo cuando el General Manuel Cedeño, reestablecido
de fuertes quebrantos de salud que le aquejaban asumió la Gobernación, la cual
ejerció hasta once días después de la muerte de Manuel Palacio Fajardo,
diputado al Congreso de Angostura por Margarita y Ministro de Estado y
Hacienda. Vale decir, hasta el 19 de mayo de 1819, cuando el Congreso que se
había instalado el 15 de febrero, decretó la separación del Poder Militar del
Poder Político y designó al diputado por Barinas, Nicolás Pumar, Gobernador de
la Provincia. Tres meses luego, en agosto, entró Alonso Uzcátegui, bajo cuya
administración se designó Alcalde para cada uno de los cinco Barrios que tenía
la ciudad (El Retumbo, Temblador, El Zanjón, La Sapoara y Perro Seco).
Uzcátegui, trujillano que había sido comandante militar de las Misiones del
Caroní en 1817, gobernó hasta febrero de 1821 que fue sustituido por el coronel
José Ucroz.
Para entonces las siete calles
inconclusas que había dejado el gobernador Manuel Centurión no sólo crecieron y
se poblaron con nuevas construcciones sino que a ellas se habían sumado otras
seis: Calle del Espejo (Boyacá), San Cristóbal (Carabobo), Babilonia que aún
conserva su nombre; calle de al Tumbazón (Santa Ana) y Amazonas.
Había dos Escuelas sostenida por el
Municipio: una de varones y otra de hembras, seis panaderías, trece tiendas,
veintisiete pulperías, once ventas de víveres y una taberna con billar y mesas
de juego.
Una ve clausurada las sesiones del Congreso de
Angostura y trasladados los Poderes a la Villa de Cúcuta, el General Cedeño,
con la satisfacción de haber firmado la Ley fundamental de Colombia sancionada
por el Congreso el 17 de diciembre de 1819, al igual que Bolívar, dejó para
siempre Guayana y se fue a ejercer la segunda Jefatura del Ejército de Oriente.
José Ucroz, quien había sido miembro
del Consejo de Administración de Guerra, se identificaba en sus Proclamas como
de la Orden de Libertadores, Coronel de los Ejércitos de Colombia, Comandante
General y Gobernador Político de Guayana, Presidente de la Municipalidad, del
Tribunal de Distribución de Vales Nacionales, Vacunación y Subsistema. A
escasos meses de haber asumido la Gobernación se dio la Batalla de Carabobo en
la que murió el General Manuel Cedeño, comandante de la Segunda División del
Ejército patriota en ese gran episodio militar. Su muerte conmovió a los
angostureños, tanto como la del Vicepresidente interino de Colombia, Juan
Germán Roscio, sucedida hacía más de tres meses (9 de marzo) en la Villa del
Rosario de Cúcuta a donde se había dirigido desde Angostura.
La histórica Batalla ocurrió el 24 de
junio de 1821 y el parte oficial llegó a Angostura la noche del 24 de julio,
justamente al mes. Al siguiente día apareció una edición extraordinaria del Correo
del Orinoco, impresa en
castellano, inglés y francés dando cuenta del suceso y en el párrafo que
reproducimos a continuación, la forma como murió el General Cedeño.
“La conducta del General Páez, en la última
y más gloriosa victoria de Colombia, le ha hecho acreedor al último rango en la
milicia; y yo, en nombre del Congreso, le he ofrecido en el campo de batalla el
empleo de General en Jefe del Ejército.
“De la segunda División no entró en
acción más que una parte del batallón Tiradores de la Guardia que manda el
benemérito Comandante Heras. Pero su General (Cedeño), desesperado de no poder
entrar en la batalla con toda su División por los obstáculos del terreno, dio
solo contra una masa de infantería, y murió en medio de ella del modo heroico
que merecía terminar la noble carrera del bravo de los bravos de Colombia. La
República ha perdido en el General Sedeño un gran apoyo en Paz o en guerra;
ninguno más valiente que él, ninguno más obediente al Gobierno. Yo recomiendo
las cenizas de este General al Congreso Soberano, para que se le tributen los
honores de un triunfo solemne. Igual dolor sume la República por la muerte del
intrepidísimo Coronel plaza, que lleno de un entusiasmo sin ejemplo se
precipitó sobre un batallón enemigo a rendirle. El Coronel Plaza es acreedor a
las lágrimas de Colombia, y a que el Congreso le conceda los honores de un
heroísmo eminente”.
Los
restos de Manuel Cedeño, quien nació en el pueblo del Cardonal, Chaguaramas de
Guárico, en 1790, fueron sepultados en la iglesia de San Felipe, demolida en
1972 para construir la Catedral. En 1942 ya habían sido transferidos al Panteón
Nacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario