El
Correo del Orinoco, semanario que los patriotas venezolanos fundaron en las
inmensas soledades del Orinoco, nació para divulgar las ideas republicanas que
animaban a la rebeldía, a las acciones de guerra contra el reino hispano que
por más de 300 años se había enseñoreado sobre las tierras americanas.
Fue
un parto feliz. El Correo del Orinoco nació, creció y cumplió su cometido sin tener que pasar por la
fugacidad de las publicaciones que hasta entonces habían aparecido con el mismo
propósito (Semanario de Caracas, El Patriota de Venezuela, el Mercurio
Venezolano y el Publicista de Venezuela). El periódico circuló desde el 27 de
junio de 1818 hasta el 23 de marzo de 1822, cuando ya Venezuela y Cundinamarca
se erigían ante el mundo como una sola República soberana y libre.
Con la Bandera tricolor de ocho
estrellas creada en esos días previos, el Libertador sabía que no era
suficiente para continuar la guerra y conducir los ejércitos hasta el Potosí.
Con sólo bandera y fusiles no bastaba. Necesario era iluminar sus caminos con
la llama viva de un periódico. Un periódico ágil y bien hecho, capaz de
proyectar la imagen de al revolución hacia otros pueblos. De allí que días
antes se haya dirigido a don Fernando Peñalver, agente del Gobierno Supremo en Trinidad
para los negocios de la guerra, pidiéndole se interesara por la imprenta: “…Sobre
todo mándeme Ud. La imprenta que es tan útil como los pertrechos…”
La imprenta, una The Washington Press de
fabricación norteamericana, fue comprada al comerciante José María Istúriz por
2.200 pesos, parte de los cuales cancelados con mulas de las Misiones del
Caroní. Llegó al puerto fluvial de Angostura desde Trinidad en octubre de 1817,
mes y año del fusilamiento de Piar, junto con apropiadas fuentes de tipos long primer
y small pica, además de itálicas y letras blancas para titularse y
epígrafes. Fue instalada en la Casa Nº 83 de la calle La Muralla, facilitada
por el Alcalde José Luis Cornieles que era su dueño.
La prensa fue puesta en manos del
Impresor oficial del Gobierno, Andrés Roderick, quien ganaba 50 pesos
mensuales, y de la operadores de tipografía, Tomás Taverner, Juan José Pérez y
un muchacho ayudante de nombre José Santos, con el interés fundamental de
editar semanalmente una Gazeta o periódico con el nombre Correo del Orinoco para
divulgar el pensamiento republicano, los asuntos del Gobierno y de la Guerra y
cuantas noticias interesantes llegaran por la correspondencia, así como las
concernientes al comercio, avisos y extractos de otros periódicos.
Los primeros trabajos de la imprenta
hasta el 27 de junio de 1818 que apareció la primera edición del Correo
del Orinoco se concretaron a proclamas, leyes, ordenanzas, decretos y
resoluciones, entre otros. La coordinación, redacción o dirección del periódico
siempre estuvo a cargo de algún miembro de al Directiva del Congreso de
Angostura o del Ejecutivo. En este caso, de Francisco Antonio Zea, Juan Germán
Roscio y José Rafael Revenga, fundamentalmente.
Constaba de cuatro páginas, texto 18 x
26 cms. Escritas a dos columnas hasta el Nº 11 y a 3 col en adelante. La
suscripción costaba un peso mensual por adelantado para la Capital y 30 reales
por tres semanas para las provincias. Esto hasta la edición 91 en que el
impresor Tomás Bradshaw, sustituto de Roderick, tratando de aumentar la
circulación lo puso a real y medio al pregón y a seis pesos la suscripción
anual.
Roderick dirigió el Taller hasta enero
de 1821 cuando recibió orden superior de trasladarse a Cúcuta, capital del
Gobierno de Colombia. Dejó la impresión del periódico en manos de Tomás
Bradshaw, abril del mismo año y desde el Nº 100 el taller de impresión del
periódico quedó bajo la responsabilidad de William Burrel Stewart, quien lo
cerró con la edición 128 del 23 de marzo de 1822, prácticamente al término de
la gestión del coronel José Ucroz, gobernador de la provincia de Guayana.
Desde el traslado del Gobierno a la Villa del Rosario de Cúcuta,
se temió por la desaparición del Correo del Orinoco puesto que era
una gazeta del estado. En previsión, Andrés Roderick, animado por “algunos
amigos de la patria que se han visto animados coadyuvar a su gloria”,
pensó llenar el vació dejándole a Guayana otro periódico para lo cual se
elaboró un prospecto con el nombre Amor de la Patria , del cual dio cuenta el
hebdomadario de los patriotas en su edición 67.
Efectivamente, más tarde el gobierno
ordenó el traslado de la prensa a Cúcuta, pero los angostureños se movilizaron
y evitaron que esto ocurriese. Fue
entonces cuando se ordenó la compra de una segunda prensa en Filadelfia, la
cual llegó a bordo de la goleta nacional “El Meta” capitaneada por Guillermo
Wikie, en enero de 1821, precisamente cuando el Gobierno ordenó a Roderick
trasladarse con ella a Cúcuta. Sin embargo, esta prensa no llegó a su destino sino
que se quedó de tránsito en Maracaibo, donde fue hábilmente aprovechada por
Monseñor Mariano Talavera y Garcés, quien sería más tarde Administrador
Apostólico de la Diócesis de Guayana, para editar El Correo Nacional.
Andrés Roderick, con su recién llegada
imprenta venida de Filadelfia, optó por quedarse en Maracaibo aprovechando que
esta provincia de yodo y mar en poder de los realistas había proclamado su
independencia el 28 de enero de 1820 y por otra parte, porque eran serias las
dificultades para seguir cargando hasta Cúcuta con la pesada máquina
tipográfica como bien quedó evidenciado en la nota que después publicaría el
Correo a manera de editorial:
“Casi al momento mismo de proclamarse aquí
la Independencia, y cuando la sabiduría del gobierno se ocupaba en las muchas y
graves atenciones que son consiguientes a la transformación políticas de algún
pueblo, nos llegó como un don preciso emanado del Cielo, una de las mejores
Imprentas de la República, con destino a Cúcuta para el servicio del Supremo Congreso;
pero la dificultad de conducirla por caminos de tierra; la lisonjera esperanza
de que venga a establecerse aquí el augusto Tribunal y más que todo el ahínco
del gobierno de proteger los Pueblos desde el momento mismo en que se acogen
bajo el sagrado auspicio de las leyes sabias y liberales, han hecho superar
obstáculos que se oponían a tan útil establecimiento”.
Superados los obstáculos para que la
imprenta se quedara en la capital zuliana, el impresor del Gobierno Supremo, de
acuerdo con Monseñor Mariano Talavera y Garcés, instaló la máquina en la calle Libertador (antes calle nueva) Nº 11 y en ella
editó el Correo Nacional, prospecto que llegó a Angostura en Agosto de
1821 con esta nota al pie: “Insertamos este prospecto, no solo con el fin
de animar a las demás Provincias del departamento de Venezuela a la imitación
del bello ejemplo que ofrece la de Maracaibo, si no también para invitar a
nuestros compatriotas a suscribirse a un Periódico que promete ser
satisfactoriamente desempañado”
El semanario estuvo circulando desde el
14 de mayo hasta el 10 de noviembre de 1821, al servicio de los intereses de la
República y en una segunda etapa volvió a salir el 20 de enero de 1822. En la
misma imprenta se editó Concordia del Zulia y después de la
Toma de Maracaibo por el realista Francisco Tomás Morales, se editó el 23 de
enero de 1822 El Posta Español que estuvo circulando durante un año.
En 1824, Andrés Roderick abandonó la
tipografía y se asoció al colombiano José Padilla en un negocio panadero. En
1828 se marchó a Bogotá donde lo aguardaba con mejores perspectivas la
tipografía de Zoilo Salazar. Permaneció en la capital colombiana hasta el día
de su muerte ocurrida en abril de 1864.
Al dejar de circular el Correo
del Orinoco el 23 de marzo de 1822, la prensa donde se editaba no
sirvió sino para hacer efectiva la promulgación de algunas leyes del Gobierno
Regional, pues otro periódico no tuvo Guyana sino en 1838, El Telégrafo, editado en
una segunda imprenta traída a Angostura por Lorenzo Ayala, a través de la firma
mercantil Dalla Costa.
Cuando el General Carlos Soublette
ascendió a la Presidencia de la República fue sugerido para trasladar la prensa
a Caracas y siendo Cumaná capital del Departamento Orinoco igualmente hubo esa
intención, pero siempre los angostureños se opusieron y para que no corriese el
riesgo de oxidarse por falta de actividad, el gobierno se la cedió al tipógrafo
de origen venezolano, José Cristiano Vicentini, quien residía en Angostura
desde 1839. Vicentini la sumó al Taller donde imprimió El Filántropo, periódico
de los liberales que hacían oposición al gobierno del general Tomás de Heres,
así como otros semanarios de vida efímera.
Para 1870 los talleres de impresión de
Vicentini pasaron a propiedad de Juan Manuel Sucre, sobrino del Gran Mariscal
de Ayacucho y, finalmente, la Prensa del Correo, ya superada por los adelantos
tecnológicos que se operaban en los sistemas de impresión, quedó abandonada.
A principios del siglo XX denunciaron
en un periódico local que la histórica Prensa se hallaba semienterrada en la
casa Nº 17 de la calle Dalla Costa por lo que el propio director de El
Luchador, Agustín Suegart, la rescató y la acomodó en su Editorial La Empresa
de la calle Venezuela. Finalmente sus descendientes, la donaron al historiador
Bartolomé Tavera Acosta, quien la puso a la orden del gobernador Arístides
Tellería en 1911 para que la ofreciera al Museo Nacional de la Historia en
Caracas. Allá fue a tener y allá permaneció hasta el 15 de noviembre de 1973
cuando por iniciativa de la Sociedad Amigos de Guayana, fundadora del Museo de
Ciudad Bolívar en la Casa del Correo del Orinoco, retornó a ese recinto donde
se venera como prominente símbolo del periodismo y de la patria libre.
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