El primer nombre de la Capital
guayanesa era de signo onomástico. Santo Tomás de la Guayana la bautizó
don Antonio de Berrío por haber iniciado el levantamiento de al ciudad el 21 de
diciembre de 1595, día de Santo Tomás, apóstol célebre por la incredulidad que
manifestó acerca de la resurrección del Cristo.
El nombre persistió a través de las
traslaciones de la Capital, pero en cada caso con un cognomento, casi siempre
del lugar donde era reubicada. Al ser mudada por le Gobernador Luis Monsalver
en 1629 zona del caño Usupamo, fue
llamada Santo Tomás del Usupamo. En 1637 Diego López de Escobar la
trasladó a la margen izquierda del Caroní, y le puso el nombre de Santo
Tomás del Santísimo Sacramento de Guayana.
Cuando en 1764 el rey Carlos III,
encomendó al Comandante don Joaquín Moreno de Mendoza su traslado a la parte
más angosta del Orinoco, la denominó Santo Tomás de la Nueva Guayana en la
Angostura del Orinoco, aunque por abreviación solía indetificárcele Nueva
Guayana o Ciudad de la Guayana, así siempre en los documentos públicos
de la Colonia. El mismo Cabildo de la ciudad se daba a conocer Cabildo
de Guayana y su lugar de reuniones: Sala Consistorial de Guayana.
En cambio, en los documentos episcopales, hasta muy avanzado el presente siglo,
no dejó de utilizarse el apelativo Santo
Tomás de Guayana.
Angostura, nombre que resultó
atractivo para Humboldt, tanto que en los relatos de su viaje es con el que
identifica a la Capital de Guayana, realmente toma vuelo y resonancia con la
llegada de los patriotas aunque en algunos documentos como la Ley sobre la
repartición de bienes nacionales entre los militares, del 10 de octubre de
1817, y la Proclama a los guayaneses del General Manuel Cedeño, 13 de noviembre
de 1817, aparecen dadas en el Cuartel General de Santo Tomas de la Nueva
Guayana, la primera, y en Nueva
Guayana, la segunda.
El Libertador y los patriotas en
general se afincaron en ese nombre y lo proyectaron a través del Correo del
Orinoco a todas partes del mundo. Es entonces, a partir de la tercera época de
la Guerra de Independencia cuando realmente se arraiga el nombre de Angostura
en el alma de los pueblos. Llega un momento en que le nombre de Guayana
tan persistente durante la época colonial, llega a confundirse con el de Angostura.
Ni siquiera se habla del Congreso de Venezuela reunido en la Capital de Guayana
sino del Congreso de Angostura; del Mensaje
de Angostura, del Puerto de Angostura, y para colmo el preparado que fabrican los boticarios con una
corteza de quina del Caroní se hizo famoso en el mundo con el denominación Amarga
de Angostura.
En nombre de Angostura se prolongó por
más de ocho decenios y cuando por fuerza legal dejó de ser al sustituirse por
el de Ciudad Bolívar, quedó perviviendo a una altura de 4.500 metros
sobre el nivel del mar en el Páramo de la Cordillera Oriental de Colombia y en
el Estrecho de Magallanes.
La idea de una Ciudad con el nombre del
Libertador Bolívar tuvo su origen en el Congreso de Angostura de 1819, donde se
sancionó la primera Constitución centralista de Venezuela, sustituida
inmediatamente por la Carta Fundamental
de la República de Colombia que comprendía la reunión de Venezuela,
Nueva Granada y Quito.
Bolívar que hasta entonces había sido un
descalabro para el sostenimiento de la República sobre las acciones de la
guerra, parece despojarse de su mala estrella en las alturas de los Andes, pues
su ejército tras vencer al Virrey Sámano en Gámeza, Pantano de Vargas y Boyacá
comienza a hilvanar victoria tras victoria hasta dejar emancipado casi un
continente.
Esta portentosa hazaña que deja libre
para siempre a Cundinamarca, suscita para Bolívar todos los obsequios
expresados en la elocuencia del diputado margariteño Domingo Alzurú: “El
General Bolívar (…) nos ha hecho conocer en esta ocasión cuánto podemos y
debemos esperar de su valor, pericia, patriotismo y actividad. Sus asombrosas
hazañas influyen sobre nosotros y hacen ver a los Pueblos que no tienen que
arrepentirse de haber puesto en nuestras manos la Suprema Autoridad. Nosotros
le hemos dado un Presidente del Estado que ha salvado la Patria, que ha hecho
triunfar las Armas de la República, que ha hollado la soberbia y tiranía de
nuestros opresores (…) Es pues necesario hacer ver a estos mismos pueblos y a
las naciones civilizadas que somos sensibles al mérito y a la virtud; siendo nosotros los primeros
en tributar obsequios juntos y debidos al vencedor de Boyacá y Libertador de
Venezuela y de la Nueva Granada, invitando a los demás con nuestro ejemplo a
manifestar su reconocimiento a tan benemérito Ciudadano (…).
“Honorable Legisladores: Estad ciertos
que por mucho que hagamos para manifestar nuestra gratitud a nuestro amigo y
Conciudadano Simón Bolívar, jamás podremos recompensar dignamente a un Héroe
que nos ha dado Patria, vida y libertad”.
Ese día, 17 de diciembre de 1819, quedó
sancionada la Ley Fundamental de la República de Colombia integrada por los
Departamentos Venezuela, Quito y Cundinamarca que tendrían como Capital una
nueva Ciudad con el nombre del Libertador Simón Bolívar.
La Ley en su Artículo 7º, se expresa
así: “Una
nueva Ciudad que llevará el nombre del Libertador BOLÍVAR, será la Capital de
la República de Colombia. Su plan y situación se determinarán por el Primer
Congreso General baxo el principio de proporcionarla a las necesidades de los
tras Departamentos, y a la grandeza que este opulento país está destinado por
la Naturaleza”.
Así quedó ratificado en la Constitución
sancionada por le Congreso General reunido en Cúcuta en mayo de 1821, pero la
nueva Ciudad con el nombre de Bolívar jamás fue erigida. La Capital de Colombia
hasta su disolución en 1930 fue siempre Bogotá.
Hasta 1843 el nombre de Bolívar parecía
sepultado en el silencio de los venezolanos. Año de transición de la segunda
presidencia de José Antonio Páez a manos de Carlos Soublette y año también en
que le Congreso de Venezuela decretó el traslado de los restos del Libertador,
un decreto que puso en sintonía al pueblo venezolano con la memoria y la gran obra del Libertador
que el temor por los prejuicios políticos había resignado hasta mejor momento.
Los angostureños, galvanizados por la
prédica bolivariana del Administrador Apostólico Mariano Talavera y Garcés,
fueron los primeros en reaccionar para poner en vigencia de una manera práctica
aquel Artículo séptimo de la Ley Fundamental de Colombia. No iban a levantar
una nueva urbe para ponerle el nombre de Ciudad Bolívar, pero podían sacrificar
con todo el dolor telúrico de la historia, el de Angostura. Si habría de venir
una nueva gran ciudad como vino, rescatarían el nombre primigenio de Ciudad
Guayana, como en efecto ocurrió.
El 19 de enero de 1843 se elevó la
petición al Congreso de la República, pero no fue considerada de inmediato.
Hubo una pausa larga que concluyó favorablemente el 30 de mayo de 1846 con el
siguiente Decreto:
“El Senado y Cámara de Representantes de la
República de Venezuela, reunidos en Congreso, vista la solicitud de la
autoridades y algunos vecinos de la ciudad capital de la provincia de Guayana
pidiendo se dé a aquella el nombre de Bolívar, y Considerando: Que el Congreso
reunido en aquella Capital decretó la erección de una ciudad que llevase el
nombre de Bolívar, cuyo acto legislativo fue ratificado por el Congreso de
Cúcuta, y que hasta ahora no ha tenido efecto; Consideramos que la capital de
la Provincia de Guayana tiene motivos muy particulares para llevar el nombre
augusto de Bolívar, porque fue la sagrada cuna de la Independencia y el asilo
de los patriotas errantes en países extranjeros, y porque allí principió la
época más gloriosa de Bolívar y de allí sacó los recursos para liberar la Nueva
Granada y el resto de Venezuela, Decretan: Art. Único. La ciudad de Angostura,
capital de la provincia de Guayana, se denominará desde la publicación de este
Decreto Ciudad Bolívar; dándosele este nombre en todo los actos oficiales y
particulares”.
Este decreto que tuvo efecto en
Angostura el 24 de junio del año siguiente, fue dado en Caracas el 30 de mayo
de 1846 y está suscrito por el Presidente del Senado, Rafael Enríquez; el
Presidente de la Cámara de Representantes, Pedro José Rojas; el Secretario de
Senado, José Ángel Freire y el Secretario de Cámara de Representantes, José
Antonio Pérez. El Presidente de la República Carlos Soublette le puso el
Ejecútese al día siguiente.
Después de traído sus restos, fue el
primer gran homenaje rendido al Libertador en Venezuela, complementado en 1869
con la conversión de la plaza Mayor de Angostura en Plaza Bolívar dominada por
una estatua pedestre del Libertador, realizada en el mismo molde en que
Tenerani hizo la Bogotá.
Para 1846, cuando el Congreso de la
República decretó el cambio de nombre de la capital guayanesa, ya en otras
partes del mundo se habían adelantado a perpetuar el nombre de Bolívar. En vida
del héroe, el Alto Perú pasó a llamarse Bolivia y el poeta inglés Lord Bayron,
bautizó su barco con el nombre del Libertador El condado de Hardiman, Estado de
Tennesse, había sido distinguido con ese nombre y lo mismo la capital de la
provincia de Chimborazo en el Ecuador.
Propusieron el cambio de nombre de
Angostura por el de Ciudad Bolívar que ostenta hoy, el entonces Gobernador
Ramón Burgos, el Administrador de la Diócesis de Guayana, Monseñor Mariano
Talavera y Garcés; el Secretario de Gobierno de la Provincia, W. Briceño; el
Rector del Colegio Nacional, Elías de Valenzuela; el Procurador municipal,
Merced Ramón Montes; el Juez de Primera Instancia del Circuito de Oriente,
Antonio Ezeira y los ciudadanos José Grillet, Xavier Courtis, Elías Gorrín,
Juan Montes Salas, Marcos Calderón, Juan Montes, Ramón Ezeira, Pedro Salas,
Bibiano Vidal, Juan J. Campos, Antonio Dalla Costa, José M. La Grave, J.
Vicente León, J. G. B. Siegert, Bautista Ripert, Ascensión Farreras, Ignacio
Briceño, Joaquín Mariño, Sinforiano Blanco, José Serreno, León Grillet, Andrés
E. Level, Juan Bautista Dalla Costa, Pbro. Carlos Ayala, Serapio Machado y P.
M. Ortiz.
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