En
el tiempo ardoroso de los Filántropos y Antropófagos, Juan Bautista Dalla Costa
(hijo) tenía 17 años y andaba por Europa ilustrándose en las más acreditadas
academias, aprendiendo idiomas, viajando y conociendo las culturas de los
pueblos más avanzados. Estaba prácticamente ajeno, aunque informado a través de
las cartas con su padre y hermanos, de la realidad político-social de Venezuela
y de su Provincia. Ello pudo verificarlo ya en los umbrales de la Guerra
Federal, cuando en Guayana por influencia del Gobierno de Carlos Soublette,
hermano político de Dalla Costa, los filántropos se volvieron centrales y los
antropófagos liberales.
El joven Juan Bautista Dalla Costa, a
quien su Padre y su hermano mayor Antonio le habían preparado el terreno en
medio de la pugnacidad política que agitaba a la provincia por el mismo efecto
de lo que pasaba en Venezuela a nivel central, entró en escena en junio de
1858, justo cuando Julián Castro había desplazado a José Tadeo Monagas de la
Presidencia de la República y la Guerra Federal comenzaba a tomar cuerpo en
Juan Crisóstomo Falcón y Ezequiel Zamora desde Coro. Desde entonces hasta 1871
que fue expulsado del Gobierno y enviado al ostracismo por la Revolución de Los
Azules, Dalla Costa gobernó en 1858, varios meses; luego de 1861 a 1863 y
finalmente desde 1866 a 1871.
Durante la Guerra Federal, la más
cruenta sufrida por el país después de la Independencia, Juan Bautista Dalla
Costa Soublette gobernó la provincia de Guayana haciendo un esfuerzo enérgico e
inteligente por mantenerla al margen del conflicto federalista. Los brotes que
se presentaron en diferentes puntos del interior, fueron rápidamente sofocados
permitiendo con relación a otras entidades del país un importante margen de
estabilidad, seguridad al comercio y la actividad industrial, de suerte que
aunados a la explotación del oro y del caucho que ya se había iniciado en la
región, contribuyeron acentuadamente a un auge económico envidiable.
Triunfante la Guerra Federal en 1863,
Dalla Costa resignó el Gobierno ante la Asamblea Legislativa presidida por
Miguel Aristeguieta y el 31 de julio de ese año el cuerpo legislativo declaró la
provincia Estado Soberano mientras se cumplía la reorganización del país bajo
el sistema federal. Al efecto nombró un Gobierno provisorio presidido por el
mismo Dalla Costa; Florentino Grillet, Vicepresidente y Merced Ramón Montes en
calidad de designado, el cual tuvo vigencia hasta el 16 de diciembre de ese
mismo año 1863 cuando Guayana quedó incorporada al pacto federal después de una
entrevista entre Dalla Costa y el General José Loreto Arismendi, Jefe Superior
del Circuito Militar de Oriente que comprendía a Guayana y Barcelona. Dalla
Costa entonces tomó el camino del autoexilio hasta 1867 cuando la Asamblea Legislativa lo eligió Presidente del Estado
para concluir el período de Gobierno que había sido interrumpido y el cual
ejercía en calidad de designado su hermano Antonio Dalla Costa.
Esta fue la más larga y productiva de
sus gestiones, pues duró cinco años y se inició con su famosa circular del 20
de julio sobre instrucción pública que “abrió en Venezuela a los desheredados
de la enseñanza la era de su redención intelectual”. Las primeras escuelas para
niños pobres fueron creadas por Decreto del 27 de julio de 1867 en el Distrito
Borbón. Dos años después, el 28 de octubre, le fue erigida en la Plaza mayor de
la ciudad, una estatua al Libertador realizada en Italia y al cual fue costeada
con una colecta pública de 12.516.21 pesos. (Rafael Pineda dice que es copia
del original de Pietro Tenerani, erigida en Bogotá en 1846).
Ignoraba Dalla Costa en ese momento que
su padre hacía dos días que había muerto en Génova donde se hallaba procurando
remedio para sus males. Falleció a la edad de 78 años y sus restos fueron
trasladados al Cementerio de la ciudad, donde reposan.
Por lo demás y en conjunto, Dalla Costa
resultó ser un extraordinario administrador e impulsor constante de la economía
local obviando cuanto pudiera ser escollo. La estimuló ofreciendo toda clase de
facilidades y exploró la factibilidad de otros recursos como la minería y el
caucho. Dictó las primeras disposiciones sobre minas que tuvo Guayana, incentivó
la inmigración, decretó medidas de protección para las comunidades indígenas,
construyó nuevas calles, plazas, alamedas, paseos, edificios públicos, organizó
el servicio postal y estimuló las organizaciones gremiales, pero lo más
importante a su favor fue el haber evitado que la provincia participara en la
cruenta Guerra Federal. No pudo evitarlo, en cambio, durante la llamada
Revolución de los Azules que pretendía nacionalmente volver por sus fueros con
la dinastía de los Monagas. Fue imposible que Guayana escapara a los efectos
perniciosos de esta guerra que al final y luego de 117 acciones de armas en
todo el país pudo ser liquidada definitivamente en enero de 1872, casi a un año
de haber asumido el Poder el General Antonio Guzmán Blanco.
La Revolución de los Azules lo aventó
hacia el ostracismo, cumplió un periplo por varios países hasta radicarse en
los Estados Unidos como Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del
Gobierno de Guzmán Blanco, terminado lo cual, ya fatigado de la diplomacia, el
ajetreo político y los negocios públicos, regresó a la Angostura que desde el
30 de mayo de 1846 ostentaba el nombre de Ciudad Bolívar.
Falleció en la mañana del 10 de febrero
de 1894, a la edad de 71 años y en un ambiente de sencilla pobreza que contrastaba
con el de riqueza que marcó su nacimiento, infancia y adolescencia. La
acaudalada casa mercantil que giraba bajo la razón social de “J. B. Dalla Costa
e hijos” hacia años que se había extinguido y su jefe principal, Antonio Dalla
Costa, se hallaba radicado en Trinidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario