Las primeras elecciones
constitucionales se realizaron el primero de agosto de 1931, pero antes el
General Páez debió movilizarse para sofocar brotes rebeldes partidarios del
integracionismo grancolombiano sostenido por el Libertador. Una de las
sublevaciones más importantes fue la del General José Tadeo Monagas que siempre
tuvo dudas sobre la separación, pero que al saber la muerte del Libertador
justificó su revolución abogando por un “Estado Oriental” constituido por las
provincias de Barcelona, Cumaná, Margarita y Guayana. Esta última fue
comprometida al calor de un movimiento insurreccional encabezado por el Coronel
Remigio Femayor, el cual sometió al Comandante de Armas Juan Antonio Mirabal y
derrocó al Gobernador Eusebio Afanador, que ejercía tal función tras ser declarada
Venezuela como República soberana e independiente.
Páez tratando de consolidar la unidad en
torno al proyecto de soberanía venezolana, evitó el enfrentamiento con los
sublevados y abrió negociaciones, especialmente con Monagas, de quien logró un
acuerdo suscrito el 23 de junio que incluía indulto pleno para todos los jefes
comprometidos y respeto absoluto a las vidas, bienes y grados militares. Más
esto no valió para Guayana, pues el Coronel Pedro Hernández, recién nombrado
con el grado de General de Brigada, Comandante General de Operaciones de la
Provincia, ordenó sin fórmula de juicio el fusilamiento (6 de agosto) en la
Plaza de Angostura, del Coronel Remigio Femayor junto con el teniente Nicolás
Quiroga y el Sargento Justo Prieto.
Pedro Hernández, natural de El
Chaparro, a pesar de su jerarquía de General no sabía leer ni escribir, pero
fue un valiente soldado de la Caballería de Piar al igual que Remigio Femayor,
pero ambos no se pasaban hasta el día en que “El Chingo Hernández” como era
apodado, se aprovechó de la coyuntura para quitar definitivamente del medio al
Coronel Femayor y a otros tres de sus hombres de confianza. El coronel Remigio Femayor, había sido Jefe
del Escuadrón de la Guardia de Honor de Piar y fue soldado de caballería desde
1812 al lado de Villapol y José Tadeo Monagas.
Fue fusilado en la misma plaza que le sirvió de cadalso a su otrora
comandante Piar.
Este fusilamiento ocurrido el Día de nuestra
Señora de las Nieves (5 de agosto) provocó la protesta indignada y renuncia del
Gobernador Eusebio Afanador, enrolado en la causa independentista desde 1811
junto con sus cinco hermanos. Había
sufrido prisión por esa causa y consolidada la República, representó a Guayana
en el Congreso de Angostura y como Senador en el Congreso de Bogotá de
1825. Apoyo decididamente la disolución
de la Gran Colombia y separado de la magistratura regional se retiró de la vida
política. Falleció en Angostura el 12 de
julio de 1849.
Ejerciendo provisionalmente su cargo de
Gobernador quedaron en su calidad de
Vicepresidentes Bibiano Vidal y finalmente Pedro Volastero, bajo cuyo mandato
estalló la sublevación de los negros que en Angostura y desde los mismos
tiempos de la Colonia trabajaban en las casas familiares de los blancos. .
. La sublevación estalló el 24 de
febrero de 1832, Tomaron el Parque de
Artillería, pero luego fueron sometidos. Tres de ellos murieron en la refriega
y los cabecillas del movimiento fusilados al mediodía del 7 y 8 de mayo en los
antiguos predios del Fuerte San Gabriel entonces ocupados por el Mercado. Otros
con menos cargos sufrieron condena por cinco años en los presidios de Maracaibo
y Puerto Cabello.
Los cabecillas de la llamada Rebelión
de los Negros pasados por las armas fueron: Eusebio Contasti, esclavo
de la familia Contasti; Francisco y Bruno Basanta, Felipe y José del Carmen
Ferrán, esclavos de la familia Ferrán y Ezequiel, esclavo de la familia
Burmeister.
La libertad de los esclavos proclamada
por el Libertador y establecidas en las leyes, no terminaba de surtir efecto y
los negros esclavos desesperados prefirieron acelerar el camino hacia la muerte
mediante la rebelión, antes que adaptarse a la parsimonia hipócrita de quienes
ostentaban el Poder.
Los negros esclavos que traían a Angostura los ponían
en cuarentena debajo de una frondosa Ceiba del puerto de La Trinidad, antes de
ser entregados a los compradores. De ese
tiempo es este canto y baile “El Papelón” (tipo guasón) rescatado por Fitzí
Miranda:
“Mi
amita chupa caña / mi amito bebe ron / y yo tengo un hermanito / que se roba el
papelón / Los blancos usan zapatos / y chinelas con tacón / los negros
manumisos / llevan pelao el talón / Suda el negro en el trapiche / para hacerle
el amo el ron / escupiéndole a la caña / la saliva del rencor / Ceiba de la
Trinidad / cuna de la rebelión / sombra de la libertad / grito de revolución”.
En Guayana, al igual que en el resto de
las provincias, los colonizadores introdujeron negros esclavos, generalmente
para el servicio de hacendados, comerciantes y particulares. Hasta el dinámico
y progresista Manuel Centurión tenía esclavos, los cuales libertó al separase
de la Gobernación, pero nadie en Angostura siguió su ejemplo. Todavía en 1845
se vendían esclavos como lo demuestra un documento registrado en el Cantón de Upata
en diciembre de ese año en que José de la Cruz Arias da en venta pública a José
Odremán un esclavo de nombre José, de estatura regular, color sambo claro y
como de 36 años, por al cantidad de 300 pesos de los de ocho reales.
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