José
Solano y Bote fue tan importante para la Guayana de la Colonia como Manuel
Centurión. Aquél, alma de la Expedición de Límites (1753-1761), cumplió una
extraordinaria labor conquistando y ganando espacio para la colonización y,
sobremanera, comprendiendo su realidad y formulando las recomendaciones
convenientes al dominio total y desarrollo de una región densamente virgen como
rica, extendida desde el Orinoco hasta el Amazonas.
De allí la reubicación de la Capital de
la provincia en la Angostura del Orinoco, su planificación y consolidación como
plataforma de lanzamiento hacia la verdadera conquista de la región.
Al Reino hispano le interesaba Guayana
y ese interés fue creciendo en la misma medida que la provincia era asediada,
invadida y saqueada por ingleses, holandeses y franceses.
El Capitán de Fragata, José Solano,
había dado con la solución de un problema demorado durante más de dos siglo y
medio y, siendo así, lo conducente era darle jerarquía de mando y poder de
decisión como Gobernador de Venezuela (Caracas), la provincia de mayor
jerarquía, subordinándole la Comandancia de Guayana.
Al efecto, en 1762 el Rey de Carlos III
expidió una Cédula separando a Guayana de Nueva Andalucía al tiempo que
ordenaba el traslado de su Capital. Al año siguiente (1763) designó a Solano
Gobernador de Caracas.
Esta correlación definía el propósito
que se tenía con Guayana. Sólo resaltaba el inconveniente de estar la provincia
in situ gobernada por dos Comandancias: una política-administrativa iniciada
con Moreno de Mendoza y otra militar que venía ejerciendo el Jefe de Escuadra
José de Iturriaga.
Este inconveniente fue el que hizo
difícil la gestión de Moreno de Mendoza y el cual vino a resolverse con la
muerte inesperada de Iturriaga, cuando Guayana tenía otro Comandante, el Tcnel,
Manuel Centurión Guerrero de Torres, proveniente de La Guaira donde en calidad
de Capitán comandaba la dotación de Artillería. Centurión aprovechó esta
circunstancia de la muerte de Iturriaga para lograr con el Reino la
reunificación del mando y poder llevar adelante exitosamente su gran empresa de
organización, defensa y poblamiento.
Manuel Centurión era un oficial
egresado de la Real Academia Militar de Matemáticas de Cadiz que a la edad de
16 años había tenido su prueba de fuego siendo plaza de un Regimiento de Infantería
fijo en el puerto mediterráneo de Orán (Argelia) conquistado por España en 1508
y ocupado por los turcos desde 1709.
Antes de ser enviado a Caracas como
Capitán de la Compañía de Artilleros, fue Cadete del Regimiento de Caballería
de Órdenes y Subteniente del Regimiento de Infantería de la Reina.
Nacido en Málaga, villa de Nerja, en
1732, hizo carrera profesional desde temprana edad y escribió un libro sobre la
ciencia militar que cimentó su prestigio para ascender y llegar a ser, a la
edad de 34 años, Gobernador de una provincia donde todo estaba por hacer.
Casado con doña Antonia Sevilla, tuvo
tres hijos: Rafael María, Luis y María Francisca. Todos residenciados en
Angostura y a ellos se agregaron otros parientes como Isabel Centurión, madre de
Josefa Matea Guerrero Centurión, esposa de Ramón Velez, teniente coronel del
ejército patriota.
El nuevo destino de Centurión se decide
con esta participación suscrita en Aranjuez el primero de mayo de 1766 por Don
Julián de Arriaga, Secretario del Despacho Universal de Indias, dirigida al
Gobernador de Caracas: “En vista de las repetidas instancias de don
Joaquín Moreno, Comandante interino de la Provincia de Guayana, se ha dignado
el Rey admitirle la dejación que ha hecho de aquel destino, concediéndole el
sueldo de Coronel y su colocación en la Comandancia de las Armas de Puerto
Cabello, según hayan estado sus antecesores; y ha nombrado S. M. al capitán de
la compañía de artillería de la dotación de Laguaira, don Manuel Centurión,
para que le suceda en la Guayana en calidad de que por ahora haya de estar
inmediatamente subordinado a las órdenes de U. S. según manifiesta el adjunto
Real despacho, para que lo entregue al interesado, y disponga lo conveniente a
su puntual cumplimiento”.
Centurión llegó a Guayana a mediados de
1766 y se instaló en el Cuartel de oficiales del Fuerte San Gabriel mientras
construía una buena casa para la familia, tal el inmueble de balcones al Sur de
la Plaza Bolívar, restaurada y adecuada en 1988 para Despacho del Gobernador.
Su idea era construir muchas casas por
cuenta propia o del gobierno a objeto de alojar unas 200 familias y artesanos
que pensaba traer de Caracas, Cumaná, Margarita y Nueva Granada para darle vida
y rango de capital a aquel embrión apenas conformado por el Fuerte sobre una
punta pedregosa que se adentraba al río, una docena de casitas de tejas y otras
tantas de palma moriche donde vivían indios controlados por misioneros.
Así lo realizó luego de revisar y
rectificar el Plano de la ciudad encargado por Moreno de Mendoza al cosmógrafo
José Monroy.
A fuerza de barra y pólvora hizo
remover peñascos y construyó las primeras calles empezando por la falda del
cerro El Vigía paralela al río. Tal la calle de al Muralla en razón de los
grandes rellenos de piedra y tierra que hubo de hacerle a los barrancos que
había dejado las periódicas crecidas del Orinoco.
Luego se fueron construyendo a lo largo
de diez años, también de manera paralela, las calles Principal, hoy Venezuela;
la de la Iglesia, hoy calle Bolívar y otra, la hoy Amor Patrio, donde Centurión
construyó su residencia.
Estas paralelas al río fueron
atravesadas de Norte a Sur por la llamada calle del Gobierno, hoy Constitución;
calle de la Paciencia, llamada también Fajardo, hoy calle Igualdad y la calle
Nueva o de las Orozco, hoy Libertad.
Muy posteriormente a Centurión fueron apareciendo las
calles del Espejo, hoy Boyacá; San Cristóbal o de las Vallés, hoy Carabobo;
Tumbazón, hoy Santa Ana empatada con la Amazonas, y Miscelánea, hoy Dalla Costa
en cuyas inmediaciones existió un barrio llamado El Retumbo; la del Rosario y
Babilonia que conservan sus nombres originales.
Otras obras importantes de Centurión fueron el Fortín
San Rafael en los cerros que moran al otro lado del río, bis a bis con el San
Gabriel y cuyo fuego cruzado de artillería en la estrechura del Orinoco habría
detenido cualquiera invasión corsaria de ultramar; el Convento de los
Franciscanos que luego los patriotas convertirán en Hospital Militar y Parque
de Artillería. En las inmediaciones buscando lo que es hoy la calle Concordia,
un Hospital para soldados enfermos y muy de cerca, en la parte más alta de la
colina, un Almacén de Pólvora construido por el ingeniero militar Agustín
Kráner y cuyos gruesos muros sobreviven alrededor del Estanque del acueducto y
poderosas antenas para la comunicación a distancia.
Las obras militares se extendieron hasta el interior de la provincia. Se trabajó
en el reforzamiento de los Castillos de Guayana La Vieja; se construyó una
Batería en la isla Fajardo para proteger las bocas del Caroní; Fortines en el
Alto Caura y Alto Paragua además de lanchas corsarias que se cruzaban en el
Orinoco para evitar que prosperara el comercio clandestino introducido desde
las islas antillanas controladas por Inglaterra, Holanda y Francia. El
contrabando amainó cuando Centurión logró establecer un comercio libre directo
con los puertos de Andalucía y Cataluña.
Centurión llevó adelante igualmente la construcción de
una Casa frente a la Plaza Mayor para una Escuela de latinidad y primeras
letras. En 1819 se reunió allí el Congreso Constituyente de Venezuela o
Congreso de Angostura. Contigua, la Casa de la Real Hacienda a la cual en el
siglo veinte le agregó una segunda planta. En la parte oriental de la Plaza
Mayor, sin calle de por medio, la Iglesia de Santo Tomás convertida en Catedral
en 1790. El Gobierno de Centurión desarrolló en buena parte los trabajos de la
Iglesia para lo cual trajo de España al ingeniero Bartolomé de Amphoux. Frente
a ella funcionaba provisionalmente una capilla para los oficios religiosos que
más tarde fue transformada en el Palacio Episcopal.
Guayana era muy grande y doradamente muy rica. Había
que abarcarla en el puño de la colonización, pero vencer los ríos, la selva y
la hostilidad indígena parecía empresa imposible; sin embargo, el Gobernador
Centurión era hombre de grandes retos y al cuarto año de su mandato preparó la
primera expedición al mando de alférez guayanés Antonio Santos de la Puente,
que remontó el río Paragua, trasmontó la Sierra Pacaraima hasta la Parima y
luego continuó profundizando en territorio amazónico donde fue capturado por
soldados portugueses que lo condujeron a una prisión del Pará, donde permaneció
retenido con sus compañeros expedicionarios
por espacio de tres años.
Una segunda expedición por la zona occidental
siguiendo el curso del río Caura se realizó al mando del Capitán Antonio
Barreto y la cual tras atravesar la Sierra Maigualida y bajar por el Manapiari
y Ventuary llegó hasta La Esmeralda y levantó en su curso 15 fortificaciones.
Tanto estas expediciones como otras sirvieron al
Gobernador para completar el levantamiento de un mapa corográfico de Guayana y
fundar y reconstruir un total de cuarenta pueblos, de los cuales sobreviven hoy
Santa Rosa de Marhuanta (1768) y Buena Vista (1770) en las inmediaciones de
Angostura; Borbón, Caicara, Tapaquire y Cerro del Mono, en el Orinoco; La
Carolina, en el Aro y Barceloneta, en el río Paragua.
Preocupación del Gobernador Manuel Centurión cuando
asumió la comandancia era la escasa población de la capital y resto de la
provincia. De manera que puso en práctica una política de estímulo a la
inmigración y permitió el mestizaje entre españoles e indígenas. Así los
ranchos y las once casitas de tejas que encontró en Angostura se incrementaron
para 1770 cuando practicó el primer censo, en 163 casas con una población de
400 habitantes. Pocos antes de ausentarse definitivamente de la Gobernación
(1776), extendieron el censo a toda la provincia y se contaron 700 casas, 20
mil habitantes, 30 mil cabezas de ganado y 3 mil labranzas.
Gracias al impulso dado por este Gobernante, Angostura
continuó aumentando su población, la cual se ubicó en 1.513 habitantes para
1780, discriminados en 455 blancos; 449, negros, 363, sambos y mulatos y 246
indios puros. En el Censo de 1790 la población angostureña se situó en 4.600 y
en 1800, tenía 6.600 almas.
En 1776 cuando Centurión decidió ausentarse del
Gobierno a causa de una dolencia y también por diferencias jurisdiccionales con
respecto a las Misiones regentada por los Capuchinos, se sentía satisfecho de
su ardorosa obra cumplida. El 30 de abril de 1777 ya estaba en España y al mes
siguiente, tras haber sido ascendido a Coronel lo designaron Gobernador de la
ciudad de San Sebastián e inmediatamente después miembro del Estado Mayor de su
tierra natal Málaga, donde falleció en 1812, cuando Venezuela se enrumbaba
hacia la independencia.