domingo, 27 de noviembre de 2016

EL CEMENTERIO DE ANGOSTURA


Para 1817 cuando el General Piar fue pasado por las armas, no había Cementerio legalmente establecido en Angostura. Los restos del héroe de Chirica fueron inhumados en un monte llamado El Cardonal. Un intencional decreto impidió la inhumación en la Catedral.
El Cementerio Municipal de la Plaza Centurión, más exactamente, de la calle El Pilar que es lindero del Casco Urbano, data de 1824. En ese año se dispuso oficialmente su construcción sobre una loma naturalmente protegida de las periódicas inundaciones del Orinoco.
         Ya en enero de 1818 el entonces Gobernador Político de la provincia y Presidente Municipal de Angostura, Juan Vicente Cardozo, se había planteado la necesidad de construirlo como consta en una Ordenanza de la fecha.
         En esa Ordenanza establece en su artículo segundo que “La Municipalidad entre sus vastas atenciones, ha comprendido la del establecimiento del Cementerio, y en este concepto se prohíbe que ninguna persona, arroje al Río los Cadáveres, ni los sepulten, sin orden del Párroco por exigirlo así el orden y la facilitación del que debe observarse por aquel en el asiento de las partidas en su respectivo libro”.
         La Ciudad, con una población que estaba en el orden de los seis mil habitantes, carecía evidentemente de un cementerio con todas las de la ley, porque salvo epidemias como la de viruela y el cólera morbos, el índice de mortalidad era bajo y la clase social alta tenía a la hora de la muerte de alguno de sus miembros, un puesto bendito y reservado en la Catedral.
         Enterrar a sus muertos en las Iglesias o bajo inmensos panteones como las Pirámides de los Faraones, ha sido durante siglo privilegio de las clases sociales altas y en la Venezuela colonizada por la realeza española no se podía colocar a un lado esta tradición conservada por la nobleza y la burguesía.
De manera que en Venezuela, durante el período colonial, a prelados y notables los sepultaban en las Iglesias mientras que a los pobres los lanzaban al río o tiraban en cualquier matorral.
         Así es posible ver en el piso de templos que datan de la Colonia, lápidas de mármol con letras bajo relieve identificando al fallecido prelado o notable como el lugar y fecha del suceso infausto y una que otra reflexión escatológica.
         El templo activo más antiguo de Guayana es la Catedral de Ciudad Bolívar y en él, no obstante las reconstrucciones y remodelaciones pueden verse las lápidas tapando los restos de Monseñor García Mohedano (1803), segundo Obispo de Guayana, de Monseñor Miguel Antonio Mejía (1947), Monseñor Antonio María Durán (1917), Arzobispo Crisanto Mata Cova (1998) y hasta el corazón de Monseñor Juan José Bernal Ortiz (966) se ve allí en un nicho.
De  acuerdo con el historiador carupanero Bartolomé Tavera Acosta, el cronista más denso que ha tenido Guayana, el Cementerio de Angostura comenzó a construirse en 1824, cuando la provincia dependía del poder central de Santa Fe de Bogotá y era gobernada por el consumado bolivariano José Manuel Olivares, quien hasta 1828 debió enfrentar levantamientos, reflejos de los movimientos separatistas de la Gran Colombia.          Si Tavera Acosta, historiador bien documentado, afirma en sus “Anales de Guayana” que el Cementerio de Angostura comenzó a Construirse en 1824, ¿dónde entonces los angostureños enterraban a sus muertos? Por la Ordenanza de Juan Vicente Cardozo, antes citada, se aprecia que los tiraban al río o los sepultaban en algún lugar que deducimos por las crónicas escritas sobre el fusilamiento de Piar que era El Cardonal.
         En tiempos de la Colonia, la población angostureña era relativamente escasa. No llegaba a los 8 mil habitantes y el índice de mortalidad era muy bajo salvo cuando ocasionalmente se presentaban epidemias.
         Al hablar sobre el fusilamiento del héroe de Chirica, Tavera Acosta escribe: “El cadáver de Piar fue sepultado en un sitio denominado El Cardonal, que en ese tiempo servía de cementerio a los menesterosos. En ese mismo lugar se enterraron al año siguiente (1818) a los variolosos, y más tarde, en 1855-56 a las víctimas de cólera morbos”.
         Los celadores del Cementerio se han ido trasmitiendo de boca a boca el sitio donde enterraron a las víctimas del cólera y lo ubica en un área que abarca el Cementerio de Angostura.
         El Cementerio ha sido ampliado y remodelado cuatro veces. En 1848-62 por varias administraciones; en 1923 bajo la gestión de Vicencio Pérez Soto; en 1952 bajo el Gobierno de Barceló Vidal y en 1959 el Presidente Municipal Luis Felipe Pérez Flores ordenó la construcción de unos nichos para ampliar la capacidad en forma vertical toda vez que ya no había más terreno para continuar ensanchándolo.
         Las continuas ampliaciones terminaron por abarcar en una sola unidad el sitio de El Cardonal donde enterraban a los menesterosos y muertos por el cólera. Este sitio, según el Celador Pedro Rebolledo y los sepultureros Agustín Fajardo, Santo Tomás Pérez y Rafael Sotillo quedó bajo la estructura de concreto armado para los nichos de la parte noreste. Precisamente esta edificación jamás se utilizó porque sus bases cedieron debido a las fosas centenarias que allí había y que virtualmente no se percibían.
         Según Tavera Acosta, el Cementerio comenzó a construirse en 1824, pero existen allí tumbas como la del prócer de la Independencia, Manuel Palacio Fajardo, que data de 1819. Entonces es deducible que es ese el mismo lugar donde se inhumaban los cadáveres en tiempos anteriores que abarcarían los de la Colonia.
         Las cuatro ampliaciones sucesivas a partir de 1824 nos hacen pensar en lo pequeño que fue el Cementerio durante los primeros decenios de la Ciudad. El mismo Tavera afirma que tuvo en sus primeros años 65 varas de largo por 35 de ancho, y sus paredes de mampostería, media vara de espesor por dos de alto. Fue construido bajo la dirección de una Junta compuesta por Francisco Gambús y Pedro Grillet, presidida por el Gobernador del Obispado Domingo Pérez Hurtado, la cual propició una colecta pública que arrojó 732 pesos con cuatro reales. Más José Tomás Machado que contribuyó con 25 fanegas de cal, y Pedro María Ortiz con un albañil por diez días.
         Por decreto del 15 de octubre de 1817, un día antes fusilamiento de Piar, el Libertador dispuso que los cadáveres no se enterrasen en las Iglesias; pero al año siguiente se derogó tal disposición permitiéndose únicamente que se inhumaran en ellas los cuerpos de personas notoriamente distinguidas.
         Actualmente todo el Cementerio abarca en su forma poligonal unos 80 mil metros cuadrados con un promedio de 20 mil tumbas aproximadamente.
         Mientras el Cementerio de Angostura nos se oficializó dentro de un perímetro amurallado y una Capilla erigida a al Santísima Trinidad, no hubo problemas en cuanto a si el cadáver de un anglicano, calvinista o luterano podía enterrarse cerca de un católico. El prejuicio religioso de la época llevaba a muchos católicos a temer por un purgatorio más prolongado a causa de la contaminación por trato, amistad o cercanía con algún seguidor de religión distinta tanto en vida como más allá de la muerte. De manera que siendo este pueblo católico, apostólico y romano por herencia, sentimiento y norma constitucional, difícil resultaba tolerar en la Iglesia o el Cementerio a quien no lo fuera.
         Delimitada oficialmente el área del Cementerio Católico, jamás pudo servirse de él quien no profesara la misma religión. La Iglesia no lo permitía. De modo que los cadáveres de los protestantes eran enterrados fuera de esos muros amalgamados con piedra y barro. Por tan inhumana discriminación, el 8 de septiembre de 1840 los señores Augusto Federico Hamilton, Carlos H. Mathison, Juan Bautista Dalla Costa, Herman Monch, Adolfo Wuppermann, Alejandro Barman, Teodoro Monch, Guillermo Hood, Enrique Banch, Herman Watjen y Ernesto Krogh se reunieron en la casa del primero de los nombrados, para tratar tan serio asunto. 
         La idea era construir un nuevo Cementerio a base de contribuciones para inhumar los restos de los no católicos, en su mayoría británicos, irlandeses, alemanes, lo cual se materializó ocho años después (1848) con una colecta total de 1.235 pesos y un terreno de 100 por 50 varas donado por el Concejo Municipal de Heres, contiguo al Cementerio Católico.


jueves, 24 de noviembre de 2016

CLERO Y CONSEJO DE ESTADO

El primero de noviembre de 1817, el Libertador nombró e instaló un Consejo de Estado destinado a  las funciones de un Cuerpo Legislativo. Esto por supuesto, hasta que se convocara el Congreso General de Venezuela o Congreso de Angostura.
Una vez designado, a él correspondió la iniciativa de las leyes, reglamentos y aquellas institucionales necesarias a la salud de la República en ciernes.
Este Consejo de Estado quedó formado por un Ministerio de Hacienda, a cargo del Lic. Francisco Antonio Zea, con los siguientes vocales: Fernando Peñalver, José María Ossa y Vicente Lecuna. Guerra y Marina a cargo del Almirante Luis Brión con los siguientes vocales: Manuel Cedeño, Tomás Montilla, Pedro Hernández y Francisco Conde. Interior y Justicia a cargo del Dr. Juan Martínez con los siguientes vocales: doctor Luis Peraza, Licenciados José España y Antonio José Betancourt.  
         Una semana después, 8 de noviembre de 1817, el Jefe Supremo, preocupado por el estado tan lamentable de orfandad, confusión y amargura que presentaba la Diócesis como consecuencia de la muerte del Obispo electo José Ventura y Cabello, convocó a los integrantes del Clero de la Diócesis para que se presentará en la Capital en el lapso de 50 días, a objeto de que liberaran sobre las necesidades de la iglesia y nombraran su superior eclesiástico para su administración.
         No exactamente a los 50 días, sino a los 78, el Clero atedió al llamado del Jefe Supremo y se reunió en Angostura el 25 de Enero de 1818. Ese mismo día designó Vicario Capitular Gobernador del Obispado al Pbro. Domingo Remigio Pérez Hurtado, quien ejerció la Vicaría hasta su muerte en 1822.
         Pérez Hurtado fue el confesor de Piar, y habría recibido unos papeles en el que constaba que era hijo de un Príncipe portugués. En su proclama del 5 de agosto a los pueblos de Venezuela, el Libertador se refiere al asunto en los siguientes términos: “El general Piar no desea la preponderación de un color que él aborrece y que siempre ha despreciado como es constante por su conducta y documentos. El general Piar ha tenido como timbre la genealogía de su padre y ha llegado su imprudencia hasta el punto de pretender no sólo ser noble, sino  descendiente de un príncipe de Portugal, (entre sus papeles existe este documento)”.
         Cubriendo la falta del Provisor Pérez Hurtado a raíz de su muerte en 1822, hubo de reemplazarlo el Pbro. Martín Coba hasta el 8 de marzo de 1830 que se posesionó Monseñor Mariano Talavera y Garcés en calidad de Administrador Apostólico de la Diócesis. En esa fecha estaba en pleno proceso la separación de Venezuela de la Gran Colombia que culminó con la constitución aprobada en Valencia el 22 de septiembre de ese año. Constitución que en Guayana se resistió a jurar el Prelado, lo cual le costó su expulsión a Trinidad. Allanadas las dificultades regresó en 1831 siendo gobernador el coronel Ramón Contasti. Durante su apostolado fundó el Hospital de Mujeres y terminó de construir la Catedral, bendecida el 25 de marzo de 1841.

         En 1842 hasta 1854 lo sustituyó como Obispo de la diócesis Monseñor Mariano Fernández Fortique, quien llegó a ser Senador por Guayana y echó las bases de un Seminario donde se ordenaron los primeros 22 sacerdotes. Cuando viajó a Caracas como senador dejó como Provisor y Vicario al Pbro. Silvestre Guevara y Lira, quien llegará a ser Arzobispo de Caracas. Durante su obispado se terminó de construir la torre de la Catedral y se erigió el Templo de Santa Ana, en la entonces llamada calle Amazonas, hoy Guzmán Blanco. 

martes, 22 de noviembre de 2016

PROCLAMAS Y DECRETOS

Después de la Batalla de San Félix, el Libertador dictó varias Proclamas: El 16 de Mayo de 1817 dirigida a los guayaneses desde el Cuartel de la Mesa, frente a Angostura, dando cuenta cómo el ejército libertador de Venezuela había quebrado las cadenas de la opresión en el campo de San Félix e informando que se dedicará eficazmente en el seno de Guayana a la organización del gobierno civil y a la administración de las rentas; el 31 de julio dirigida a los españoles europeos de los castillos de Guayana instándolos a abandonar sus banderas y abrazar la causa de la justicia, de la libertad y de la independencia; el 5 de agosto desde el Cuartel General de Guayana, dirigida a los pueblos de Venezuela denunciado los crímenes de Piar y su decisión de aplicar la espada de la justicia; el 17 de oct6ubre, desde el Cuartel general de Angostura, dirigida a los soldados del ejército Libertador, dando cuenta del fusilamiento de Piar. El primero de noviembre pronunció un Discurso con motivo de la instalación del Consejo de Estado. El 8 de noviembre  se dirigió al Clero del Obispado de Guayana. El 20 de noviembre dictó un Decreto disponiendo una octava estrella al Pabellón Nacional y el 11 de diciembre dispuso alistamiento en el ejército a los ciudadanos desde la edad de los 14 años hasta los sesenta.


sábado, 19 de noviembre de 2016

LA OCTAVA ESTRELLA

Resultado de imagen para BANDERA nACIONAL DE vENEZUELAPiar recién había caído derrumbado bajo el peso de la acusación y la condena que no pudieron soportar sus cualidades de guerrero invicto. Faltaba algo más de siete meses para que apareciera el Correo del Orinoco y el doble para que se instalara el Congreso de Angostura, pero Guayana había sido escenario de importantes hechos que estimulaban al General Bolívar llevar adelante la empresa libertaria. Además, el comportamiento de los guayaneses había sido y continuaba siendo ejemplar. Guayana lucía ideal, inexpugnable, segura, un verdadero Escudo, lo cual estimulaba a pensar que la Patria podía sostenerse imbatible sobre el arco sur orinoquense, cruzar los Andes y llegar hasta la Potosí, tal cual como lo había soñado Bolívar en Casacoima. Era pues justo reconocer a la Provincia que sería dentro de poco Capital provisional de Colombia, su derecho a estar representada en el Pabellón Nacional, al lado de Caracas, Barcelona, Cumaná, Margarita, Barinas, Mérida y Trujillo, provincias que el 5 de julio de 1811 formaron la Confederación Venezolana y se declararon libres e independientes.
         El 20 de noviembre de 1817, dos días antes de marchar en campaña sobre los Llanos y el Occidente de Venezuela, el Jefe Supremo Simón Bolívar estampó su firma en el siguiente Decreto:
         “Habiéndose aumentado el número de Provincias que componen la República de Venezuela por la incorporación de la de Guayana decretada el 15 de octubre último, ha decretado y decreto:
         “Artículo Único.- A las siete estrellas que lleva la Bandera Nacional de Venezuela se añadirá una, como emblema de la provincia de Guayana de modo que el número de las estrellas será en delante de ocho”.
         Desde entonces el Tricolor Nacional comenzó a flamear con ocho estrellas azules colocadas en línea recta a lo ancho de la franja amarilla hasta que por Decreto del Congreso General de Cúcuta, el cual se instaló en mayo y clausuró sus sesiones el 14 de octubre de 1821, se dispuso que el Pabellón de Colombia continuara siendo el mismo proclamado en Venezuela en 1811, agregándole el Escudo de la Nueva Granada.
         A raíz de la disolución de al Gran Colombia en 1830, el congreso Constituyente de Venezuela, reunido en Valencia bajo al presidencia del doctor Miguel Peña, adoptó la misma Bandera (amarillo, azul y rojo), pero sin estrellas y con las cornucopias del Escudo invertidas.
         En 1836, Presidencia del doctor José María Vargas, se dispuso reubicar el Escudo de Armas en el tercio de la franja amarilla.
         La Guerra Federal o Guerra de los Cinco Años iniciada en Coro por los Generales Juan Crisóstomo Falcón y Ezequiel Zamora, enarboló junto con la divisa amarilla de la revolución la Bandera Nacional con las primitivas estrellas azules en línea recta sobre franja amarilla, pero en número de siete y no de ocho como lo había dispuesto el Libertador.
         En 1930, Dictadura de Juan Vicente Gómez, se adoptó la Bandera de nuestros días, es decir, con las siete estrellas blancas en el centro formando arco de círculo con la convexidad hacia arriba.



miércoles, 16 de noviembre de 2016

CORREO DEL ORINOCO

El Correo del Orinoco, semanario que los patriotas venezolanos fundaron en las inmensas soledades del Orinoco, nació para divulgar las ideas republicanas que animaban a la rebeldía, a las acciones de guerra contra el reino hispano que por más de 300 años se había enseñoreado sobre las tierras americanas.
Fue un parto feliz. El Correo del Orinoco nació, creció y cumplió  su cometido sin tener que pasar por la fugacidad de las publicaciones que hasta entonces habían aparecido con el mismo propósito (Semanario de Caracas, El Patriota de Venezuela, el Mercurio Venezolano y el Publicista de Venezuela). El periódico circuló desde el 27 de junio de 1818 hasta el 23 de marzo de 1822, cuando ya Venezuela y Cundinamarca se erigían ante el mundo como una sola República soberana y libre.
         Con la Bandera tricolor de ocho estrellas creada en esos días previos, el Libertador sabía que no era suficiente para continuar la guerra y conducir los ejércitos hasta el Potosí. Con sólo bandera y fusiles no bastaba. Necesario era iluminar sus caminos con la llama viva de un periódico. Un periódico ágil y bien hecho, capaz de proyectar la imagen de al revolución hacia otros pueblos. De allí que días antes se haya dirigido a don Fernando Peñalver, agente del Gobierno Supremo en Trinidad para los negocios de la guerra, pidiéndole se interesara por la imprenta: “…Sobre todo mándeme Ud. La imprenta que es tan útil como los pertrechos…”
         La imprenta, una The Washington Press de fabricación norteamericana, fue comprada al comerciante José María Istúriz por 2.200 pesos, parte de los cuales cancelados con mulas de las Misiones del Caroní. Llegó al puerto fluvial de Angostura desde Trinidad en octubre de 1817, mes y año del fusilamiento de Piar, junto con apropiadas fuentes de tipos long primer y small pica, además de itálicas y letras blancas para titularse y epígrafes. Fue instalada en la Casa Nº 83 de la calle La Muralla, facilitada por el Alcalde José Luis Cornieles que era su dueño.
         La prensa fue puesta en manos del Impresor oficial del Gobierno, Andrés Roderick, quien ganaba 50 pesos mensuales, y de la operadores de tipografía, Tomás Taverner, Juan José Pérez y un muchacho ayudante de nombre José Santos, con el interés fundamental de editar semanalmente una Gazeta o periódico con el nombre Correo del Orinoco para divulgar el pensamiento republicano, los asuntos del Gobierno y de la Guerra y cuantas noticias interesantes llegaran por la correspondencia, así como las concernientes al comercio, avisos y extractos de otros periódicos.
         Los primeros trabajos de la imprenta hasta el 27 de junio de 1818 que apareció la primera edición del Correo del Orinoco se concretaron a proclamas, leyes, ordenanzas, decretos y resoluciones, entre otros. La coordinación, redacción o dirección del periódico siempre estuvo a cargo de algún miembro de al Directiva del Congreso de Angostura o del Ejecutivo. En este caso, de Francisco Antonio Zea, Juan Germán Roscio y José Rafael Revenga, fundamentalmente.
         Constaba de cuatro páginas, texto 18 x 26 cms. Escritas a dos columnas hasta el Nº 11 y a 3 col en adelante. La suscripción costaba un peso mensual por adelantado para la Capital y 30 reales por tres semanas para las provincias. Esto hasta la edición 91 en que el impresor Tomás Bradshaw, sustituto de Roderick, tratando de aumentar la circulación lo puso a real y medio al pregón y a seis pesos la suscripción anual.
         Roderick dirigió el Taller hasta enero de 1821 cuando recibió orden superior de trasladarse a Cúcuta, capital del Gobierno de Colombia. Dejó la impresión del periódico en manos de Tomás Bradshaw, abril del mismo año y desde el Nº 100 el taller de impresión del periódico quedó bajo la responsabilidad de William Burrel Stewart, quien lo cerró con la edición 128 del 23 de marzo de 1822, prácticamente al término de la gestión del coronel José Ucroz, gobernador de la provincia de Guayana.
         Desde el traslado del Gobierno a la Villa del Rosario de Cúcuta, se temió por la desaparición del Correo del Orinoco puesto que era una gazeta del estado. En previsión, Andrés Roderick, animado por “algunos amigos de la patria que se han visto animados coadyuvar a su gloria”, pensó llenar el vació dejándole a Guayana otro periódico para lo cual se elaboró un prospecto con el nombre Amor de la Patria, del cual dio cuenta el hebdomadario de los patriotas en su edición 67.
         Efectivamente, más tarde el gobierno ordenó el traslado de la prensa a Cúcuta, pero los angostureños se movilizaron y evitaron que esto ocurriese.  Fue entonces cuando se ordenó la compra de una segunda prensa en Filadelfia, la cual llegó a bordo de la goleta nacional “El Meta” capitaneada por Guillermo Wikie, en enero de 1821, precisamente cuando el Gobierno ordenó a Roderick trasladarse con ella a Cúcuta. Sin embargo, esta prensa no llegó a su destino sino que se quedó de tránsito en Maracaibo, donde fue hábilmente aprovechada por Monseñor Mariano Talavera y Garcés, quien sería más tarde Administrador Apostólico de la Diócesis de Guayana, para editar El Correo Nacional.
         Andrés Roderick, con su recién llegada imprenta venida de Filadelfia, optó por quedarse en Maracaibo aprovechando que esta provincia de yodo y mar en poder de los realistas había proclamado su independencia el 28 de enero de 1820 y por otra parte, porque eran serias las dificultades para seguir cargando hasta Cúcuta con la pesada máquina tipográfica como bien quedó evidenciado en la nota que después publicaría el Correo a manera de editorial:
         “Casi al momento mismo de proclamarse aquí la Independencia, y cuando la sabiduría del gobierno se ocupaba en las muchas y graves atenciones que son consiguientes a la transformación políticas de algún pueblo, nos llegó como un don preciso emanado del Cielo, una de las mejores Imprentas de la República, con destino a Cúcuta para el servicio del Supremo Congreso; pero la dificultad de conducirla por caminos de tierra; la lisonjera esperanza de que venga a establecerse aquí el augusto Tribunal y más que todo el ahínco del gobierno de proteger los Pueblos desde el momento mismo en que se acogen bajo el sagrado auspicio de las leyes sabias y liberales, han hecho superar obstáculos que se oponían a tan útil establecimiento”.
         Superados los obstáculos para que la imprenta se quedara en la capital zuliana, el impresor del Gobierno Supremo, de acuerdo con Monseñor Mariano Talavera y Garcés, instaló la máquina en la calle  Libertador (antes calle nueva) Nº 11 y en ella editó el Correo Nacional, prospecto que llegó a Angostura en Agosto de 1821 con esta nota al pie: “Insertamos este prospecto, no solo con el fin de animar a las demás Provincias del departamento de Venezuela a la imitación del bello ejemplo que ofrece la de Maracaibo, si no también para invitar a nuestros compatriotas a suscribirse a un Periódico que promete ser satisfactoriamente desempañado
         El semanario estuvo circulando desde el 14 de mayo hasta el 10 de noviembre de 1821, al servicio de los intereses de la República y en una segunda etapa volvió a salir el 20 de enero de 1822. En la misma imprenta se editó Concordia del Zulia y después de la Toma de Maracaibo por el realista Francisco Tomás Morales, se editó el 23 de enero de 1822 El Posta Español que estuvo circulando durante un año.
         En 1824, Andrés Roderick abandonó la tipografía y se asoció al colombiano José Padilla en un negocio panadero. En 1828 se marchó a Bogotá donde lo aguardaba con mejores perspectivas la tipografía de Zoilo Salazar. Permaneció en la capital colombiana hasta el día de su muerte ocurrida en abril de 1864.
         Al dejar de circular el Correo del Orinoco el 23 de marzo de 1822, la prensa donde se editaba no sirvió sino para hacer efectiva la promulgación de algunas leyes del Gobierno Regional, pues otro periódico no tuvo Guyana sino en 1838, El Telégrafo, editado en una segunda imprenta traída a Angostura por Lorenzo Ayala, a través de la firma mercantil Dalla Costa.
         Cuando el General Carlos Soublette ascendió a la Presidencia de la República fue sugerido para trasladar la prensa a Caracas y siendo Cumaná capital del Departamento Orinoco igualmente hubo esa intención, pero siempre los angostureños se opusieron y para que no corriese el riesgo de oxidarse por falta de actividad, el gobierno se la cedió al tipógrafo de origen venezolano, José Cristiano Vicentini, quien residía en Angostura desde 1839. Vicentini la sumó al Taller donde imprimió El Filántropo, periódico de los liberales que hacían oposición al gobierno del general Tomás de Heres, así como otros semanarios de vida efímera.
         Para 1870 los talleres de impresión de Vicentini pasaron a propiedad de Juan Manuel Sucre, sobrino del Gran Mariscal de Ayacucho y, finalmente, la Prensa del Correo, ya superada por los adelantos tecnológicos que se operaban en los sistemas de impresión, quedó abandonada.
         A principios del siglo XX denunciaron en un periódico local que la histórica Prensa se hallaba semienterrada en la casa Nº 17 de la calle Dalla Costa por lo que el propio director de El Luchador, Agustín Suegart, la rescató y la acomodó en su Editorial La Empresa de la calle Venezuela. Finalmente sus descendientes, la donaron al historiador Bartolomé Tavera Acosta, quien la puso a la orden del gobernador Arístides Tellería en 1911 para que la ofreciera al Museo Nacional de la Historia en Caracas. Allá fue a tener y allá permaneció hasta el 15 de noviembre de 1973 cuando por iniciativa de la Sociedad Amigos de Guayana, fundadora del Museo de Ciudad Bolívar en la Casa del Correo del Orinoco, retornó a ese recinto donde se venera como prominente símbolo del periodismo y de la patria libre.


lunes, 14 de noviembre de 2016

EL CONGRESO DE ANGOSTURA

Resultado de imagen para imagen del congreso de angostura
El proceso que dio lugar a nuestra emancipación tardó diez años y durante ese lapso tuvo sólo dos Congreso legislativos, ambos de carácter Constituyente: el de Caracas, instalado el 2 de marzo de 1811 y el de Angostura el 15 de febrero de 1819.
         El Congreso de Caracas, instalado el 2 de marzo de 1811 en la Casa del Conde de San Javier, bajo la presidencia del diputado Juan Antonio Rodríguez Domínguez y con asistencia de 30 de los 42 diputados electos, sesionó hasta el 23 de febrero del año siguiente cuando se trasladó a Valencia. Su función principal estuvo centrada en la Declaración de la Independencia el 5 de Julio de 1811 y en darle al país una constitución que resultó de corte federalista, semejante a la de los Estados Unidos de Norteamérica y que fijó la Capital de la naciente República en Valencia a donde fueron trasladados (marzo) los Poderes, disueltos inmediatamente después ante la aproximación de las fuerzas realistas comandadas por el Capitán de Fragata Domingo Monteverde, quien avanzando desde Coro rompió toda resistencia republicana hasta quedar de nuevo el país bajo dominio español con la firma del tratado de Capitulación del 25 de julio de 1812.
         Detrás de la Capitulación quedó sepultada también la primera Constitución que se dio el país. Una Constitución, como dijimos antes, de corte federalista y que abarcaba sólo a las provincias de Caracas, Barquisimeto, Cumaná, Margarita, Mérida, Trujillo y Barinas, con libertad, autonomía e independencia, en todo aquello que no estuviera delegado a al autoridad de la confederación. Maracaibo, Coro y Guayana habían quedado fuera debido al dominio allí de los realistas.
         Esta primera Constitución que tuvimos los venezolanos, establecía la división de Poderes: el Poder Ejecutivo formado por un triunvirato, renovable cada cuatro años; el Legislativo que formaban la Cámara de Senadores nombrados por las Legislaturas de provincia y la de Representantes electos directamente por el pueblo.
         Dicha Constitución abolía la esclavitud, los fueros personales y títulos de nobleza. Aseguraba la igualdad ante la ley así como las libertades de prensa, industria y religión, entre otras.
         De manera que este primer Congreso de la Venezuela que pugnaba por independizarse de la Monarquía española, funcionó durante un año y 20 días. Posteriormente no hubo oportunidad para otro Congreso sino el 15 de febrero de 1819, es decir, casi siete años después y ya no en Caracas o Valencia, sino en la Angostura del Orinoco que pasó a ser también la tercera Capital que tuvo Venezuela durante el proceso emancipador.
         El primero de octubre de 1818 el Jefe Supremo Simón Bolívar reunió al Consejo de Estado para la convocación de un Congreso Constituyente dada la conveniencia de darle al Gobierno recién instalado en Angostura “una forma y carácter de legalidad y permanencia”. En 19 días estuvo listo y aprobado el Reglamento Electoral y se fijó el primero de enero de 1819 para la instalación del Congreso. Luego hubo que diferirlo para le 15 de febrero debido a que para la fecha prevista no habían podido trasladarse a Angostura los representantes de las provincias bajo control de los patriotas.
         El Congreso General de Venezuela, como oficialmente se denominaba, fue anunciado desde la víspera  con salvas de artillería y se instaló el lunes 15 a las diez y media de la mañana con 27 diputados de los 35 electos por las provincias de Caracas, Barcelona, Cumaná, Barinas, Guayana, Margarita y Casanare, igualitariamente 5 representantes por entidad. Los representantes de Casanare para la fecha no habían llegado y faltaban tres de los nombrados en Cumaná, Guayana y Margarita.
         El Jefe Supremo instaló el Congreso con un discurso para deponer el mando y proponer una nueva Constitución. Una Constitución centralista, distinta a la del primer Congreso. Las motivaciones, previo a un análisis de los elementos que habían dificultado el proceso emancipador, las sustentó en las experiencias de los países más civilizados.
         Fue un discurso denso y amplio en el que Bolívar tocó aspectos relevantes de lo que debía ser un sistema de gobierno ideal para los pueblos colonizados de América. En él habla del peligro del continuismo en los Poderes Públicos y del régimen absoluto, de la forma de gobierno conveniente, del origen de la tiranía y del imperio de la Democracia, de los inconvenientes de la Federación no obstante lo atractivo del sistema, de la mezcla de razas que forma al tipo de venezolano, de la desigualdad inevitable, del más perfecto sistema de gobierno y de la imposibilidad de la Democracia absoluta, de las lecciones de la experiencia y ejemplos de Roma, Francia e Inglaterra, de la legislación inglesa, del senado vitalicio y hereditario, de la Inglaterra como modelo de pueblos libres, del imperio de las leyes y necesidad de fortalecer el principio de autoridad, de las utopías políticas y del justo equilibrio del Gobierno y de la sociedad, del amor a las leyes como el verdadero amor a la Patria y de las causas del desamor del pueblo a las leyes y a los Magistrados, de la importancia de la educación popular, de ciudadanos activos y ciudadanos pasivos, de la unión y concordia de los Poderes, de su preferencia por el centralismo a la Federación, de la abolición a la esclavitud, de las pretensiones de España y del génesis de la Gran Colombia. En síntesis, todo el lineamiento de un cuerpo político o Constitución para una nueva nación o sociedad.
         El proyecto de Constitución motivado en el discurso y que Bolívar en su carácter de Jefe Supremo presentó, fue acogido en líneas generales por el Congreso de Angostura, excepto el Senado hereditario que sufrió fuerte y elocuente oposición de los diputados Fernando Peñalver (Guayana), Francisco Antonio Zea (Caracas), José Ignacio Méndez (Barinas) y Antonio María Briceño (Barinas), pero admitían, en cambio, la figura del Senado vitalicio en contra del Senado electivo que proponían los diputados margariteños licenciados Gaspar Marcano y Domingo Alzurú.
         En definitiva quedó acordado y establecido en esta materia que los primeras senadores con carácter vitalicio serían escogidos por el Congreso Constituyente entre los ciudadanos más beneméritos de la República y en lo sucesivo, caso de muerte o destitución de un senador, cubierta la vacante con uno de la terna que la correspondería presentar a la Cámara de Representantes.
          De acuerdo con esa Constitución de 1819, el Congreso ejercía el Poder Legislativo dividido en Cámara de Senadores y Cámara de Representantes. El número de senadores igual al de Representantes y éstos últimos elegidos popularmente, lo mismo que el Presidente de la República, por las Asambleas Electorales.
         La novedosa Constitución dividía al país en diez provincias (Barcelona, Barinas, Caracas, Coro, Cumaná, Guayana, Maracaibo, Margarita, Mérida y Trujillo). Cada provincia subdividida en Departamentos y éstos en Parroquias. Los vecinas activos de la Parroquia debían reunirse el primero de noviembre cada cuatro años y nombrar a los miembros de la Asamblea de Electores departamentales (uno por cada 500), un Juez departamental, los miembros municipales y un juez de paz de la parroquia y los jurados.
         Los ciudadanos con derechos al sufragio tenían que ser venezolanos y domiciliados en cualquier parroquia, casado, mayor de 21 años y poseer una propiedad raíz de valor de quinientos pesos en cualquiera parte de Venezuela. Suplía la falta de esta propiedad, el tener algún grado, aprobación pública en alguna ciencia, arte liberal o mecánica, grado militar vivo y efectivo o algún empleo con renta de 300 pesos por año.
         A propuesta del presbítero Ramón Ignacio Méndez en la Constitución se estableció un artículo, el séptimo de la Sección Tercera del Título sexto, según el cual los obispos fuesen miembros honorarios del Senado.
         Rechazó el Congreso asimismo la Presidencia vitalicia a imitación británica y, en su defecto, se estableció que el Presidente durase sólo cuatro años y fuese elegido popularmente por las Asambleas Electorales formadas por los representantes de parroquias.
         Se determinó que le Presidente fuese responsable, en virtud de acusación de la Cámara de Representantes ante el Senado, por los delitos de traición, conspiración contra la Constitución y el Estado, venalidad, usurpación o malversación de las rentas públicas.
El Poder Moral propuesto en el proyecto de Constitución por le Libertador fue diferido aduciendo el Congreso que “convenía consultar la opinión de los sabios de los países” y hacer algunos ensayos parciales que permitieran comprobar las ventajas o perjuicios de esta nueva institución para en su vista proceder a ponerla en ejecución o rechazarla”.
         La materia sobre el Poder Moral la discutió el Congreso de Angostura el 23 de julio y mientras algunos diputados la consideraron como “la idea más feliz y la más propia de influir en la perfección de las instituciones sociales”, otros la criticaron de “inquisición moral, no menos funesta ni menos horrible que la religiosa”. Todos en principio estuvieron de acuerdo en que era “de muy difícil establecimiento, y en los tiempos presentes absolutamente impracticable”. No obstante, al final, acordaron diferirla, pero quedó como apéndice de la Ley con la consiguiente advertencia.
         El Poder Moral o Cuarta Potestad era una especie de Tribunal para velar efectivamente por la educación de los niños, la instrucción pública, y opinar de las penas y castigo dables contra los corruptos, en fin, velar por la salud moral de la República acusando a la ingratitud, al egoísmo, la frialdad del amor a la patria, el ocio, y la negligencia de los ciudadanos.
         La Constitución quedó aprobada el 15 de agosto para todo el territorio de Venezuela, pero no fue puesta en práctica debido a que el propio Congreso de Angostura, tras la victoria del Libertador en Boyacá que decidió la libertad de Cundinamarca, aprobó a proposición de Bolívar y con el asentamiento de una gran asamblea de notables reunida en Bogotá, lo que se conoce como Ley Fundamental de la República de Colombia, sancionada el 17 de diciembre de 1819, la cual reunía en una sola nación a lo que es hoy Venezuela, Nueva Granada y Quito.
         Al surgir de esta manera otra República, necesario era dotarla de una nueva Constitución, para lo cual se convocó a un Congreso General Constituyente que debía reunirse, como en efecto ocurrió en mayo de 1821, en la Villa de Nuestra Señora del Rosario de Cúcuta.
         Con esta nueva Constitución de 1821, sancionada en Cúcuta, Venezuela, Nueva Granada y Quito pasaron a ser Departamentos de la República de Colombia, a su vez, divididos en provincias y éstas en Cantones y Parroquias.
         A partir del 28 de junio de 1821, lo que es hoy la conformación venezolana se entendía política y territorialmente así: Departamento Venezolano integrado por las provincias de Caracas, Carabobo, Barquisimeto, Barinas y Apure; Departamentos Orinoco, formado por las provincias de Guayana, Cumaná, Barcelona y Margarita y Departamento Zulia, configurado por las provincias de Maracaibo, Coro, Mérida  Trujillo.



sábado, 12 de noviembre de 2016

DISTURBIOS EN ANGOSTURA

Resultado de imagen para juan bautista arismendi
La paz de los angostureños se alteró un día de 1819 en que el Gral. Juan Bautista Arismendi, contrariando los designios del Libertador, salió de la Cárcel apoyado por la oficialidad para desplazar a Francisco Antonio Zea, vicepresidente encargado de la Presidencia de la República en ausencia de Bolívar.
Como lo fue Piar en 1817, pero con mejor fortuna, el revolucionario margariteño había sido trasladado preso por desacatar una orden del Gobierno.
         Ocho años más viejo que Bolívar puesto que nació en la Asunción el 15 de marzo de 1775, Juan Bautista Arismendí nunca antes de 1819, había estado en la capital de la provincia de Guayana. Cuando estuvo en ella, fue desgraciadamente en calidad de preso. No como preso del gobernador realista Cnel. Joaquín Urreiztieta o del “pacificador” Pablo Morrillo, quienes lo congnotaban de “monstruo” y querían verlo muerto, sino como preso del gobierno patriota con sede en Angostura.
         A Angostura llegó preso del Gral. Arismendi el 21 de julio de 1819, a bordo del bergantín “Libertador” que había zarpado de Pampatar con el coronel José Manuel Torres, comisionado por el General Rafael Urdaneta con esa finalidad.
         El General Urdaneta tenía su Cuartel General Divisionario en el Norte de la Isla de Margarita a donde había llegado el 8 de mayo para tomar el mando de la expedición inglesa que estaba llegando a la isla, y el 29 de mayo redactó un oficio para le Ministro de Guerra y Marina, general Pedro Briceño Méndez, en el que le manifiesta que “todo ha terminado con la prisión del Excmo. General Arismendi (…) Está embarcado en le bergantín de guerra el Libertador, anclado en el puerto de Pampatar para sustraerlo de la vida del pueblo”.
         Evidentemente, hubo que sustraerlo de la vista del pueblo porque al igual que el General Francisco Esteban Gómez, quien venció con sólo 300 margariteños a tres mil soldados de Morillo en el Cerro Matasiete, era un ídolo. La idolatría del pueblo margariteño por Arismendi se fundamentaba en sus proezas guerreras y estaba reforzada por la conducta valerosa de su esposa Luis Cáceres, quien prefiró la prisión en el Castillo de Santa Rosa y en la ultramarina cárcel de Ceuta antes que ceder a la delación.
         El para entonces General en jefe Juan Bautista Arismendi, libertador de Margarita al igual que lo había sido Piar de Guayana, fue preso y trasladado a la Cárcel de Angostura por desacatar una orden del Gobierno que lo obligaba a entregar a Urdaneta 500 hombres para junto con las columnas de tropas inglesas que estaban llegando a Margarita organizar una expedición a Costa Firme.
         “El general Arismendi se opone a la saca de tropas, aparentando al mismo tiempo obediencia al Gobierno…” informó Urdaneta y el General Carlos Soublette, Jefe del Estado Mayor, quien ordenó “suspenderlo del mando, arrestarlo y enviarlo a dar cuenta de su conducta al Gobierno General”.
         ¿Por qué se oponían reforzar con 500 soldados margariteños a la legión inglesa? Arismendi aducía ante Urdaneta que  “la peste” había golpeado muy duro la calidad de las tropas, que había renuncia manifiesta en el seno de la mismas y que por otra parte él tenía un compromiso y una responsabilidad muy seria con la defensa de la isla. No obstante, el historiador Francisco Javier Yánez escribió que la “resolución de los margariteños se atribuyó a las sugestiones del general Arismendi, resentido de que no le hubiesen dado el mando de la expedición como lo había solicitado y a los consejos de otros jefes de influjo como Joaquín Maneiro, Juan Miguel y Saturnino Lares, por lo que fueron reducidos a prisión luego de una Junta de Guerra que convocó el general Urdaneta en su posada, siendo al mismo tiempo remitido a Angostura a disposición del Gobierno, y los demás oficiales puestos a bordo de la escuadra que se hallaban en la bahía de Juan Griego”.
         Antes de proceder a la detención del General en jefe Juan Bautista Arismendi así como del general Francisco Esteban Gómez, gobernador político de la isla y de otros oficiales, el Congreso de Angostura, a instancias del Poder Ejecutivo, llamó al general en jefe Santiago Mariño para que dejara el mando de las tropas de oriente al general José Francisco Bermúdez y él se reincorporara a las sesiones.
         Mariño disgustado por esa decisión, envió una carta al Congreso diciendo que se le había privado del mando con agravio a su reputación y con escándalo del pueblo y del Ejército. El Congreso rechazó los términos de la comunicación tras un cruce de cartas que escandalizaron a la opinión angostureña y que se complicaría con el arresto de Arismendi.
         Mariño se hallaba en Angostura fuera de mando y reincorporado a las sesiones del Congreso cuando llegó Juan Bautista Arismendi (julio 21) y fue internado en la casa de prisiones que flaqueaba la Plaza en su lado más alto junto con la casa de la Guardia y los cuarteles militares. La Cárcel que se había comenzado a construir durante la gestión de Miguel Marmión en tiempos de la colonia aun se hallaba inconclusa.
         Arismendi es llamado a rendir declaraciones y procura sincerarse diciendo que quien se oponía a la expedición era el Gobernador Político de la isla, general Francisco Esteban Gómez y pidió ser juzgado por el Congreso. El Congreso examinó el expediente en agosto y lo devolvió esperando mejor oportunidad para decidir al respecto.
         En septiembre, los diputados por Margarita licenciado Gaspar Maracano y Dr. Domingo Alzurú replantearon el asunto y atacaron al Libertador por haber pasado a Nueva Granada sin autorización del Congreso. Asimismo atacaron al Vicepresidente del Poder Ejecutivo, Francisco Antonio Zea diciendo que por ser granadino y civil, desconfiaban de él algunos generales venezolanos. A tal efecto propusieron el reemplazo de Zea, nada menos que por Arismendi, quien se hallaba preso. Las intervenciones de los diputados resonaron favorablemente en la barra del Congreso atestada de oficiales y civiles promovidos por Mariño que pedían la renuncia de Zea.



jueves, 10 de noviembre de 2016

JUAN BAUTISTA ARISMENDI

Resultado de imagen para juan bautista arismendi
El Licenciado Francisco Antonio Zea abdicó el cargo de Vicepresidente y Juan Bautista Arismendi, nombrado inmediatamente para sustituirlo, fue llevado en hombros desde su prisión hasta el Congreso, titulándose en sus proclamas y decretos Capitán General de los Ejércitos de Venezuela.
 Uno de sus primeros decretos consistió en estatizar la producción de los cueros de ganado vacuno, principal artículo de exportación de entonces. De igual manera decretó el reconocimiento a los soldados extranjeros de los mismos derechos que a los naturales; dispuso el arrendamiento del privilegio  de la venta de Ron nacional y sustituyó al General José Francisco Bermúdez por el General Santiago Mariño en el mando del ejército de Oriente.
         A las tres de la madrugada del 11 de diciembre, llegó a Angostura la gran noticia: el Libertador tras el sorprendente triunfo de Boyacá y liberación de la Nueva Granada, venía en camino. A esa misma hora el vecindario se movilizó para tributarle el más caluroso recibimiento. La calle por donde iba a pasar se adornó de flores y palmas y el Gobernador de la plaza, Nicolás Pumar, con varios oficiales, fue a recibirlo a dos leguas fuera del Puerto. Luego que se avistó el buque en que venía, la Escuadrilla que salió a recibirlo disparó una salva que siguió la de la Plaza al poner el Libertador pie en tierra a las diez de la mañana donde lo esperaba una Diputación del Congreso, el Comandante General de la Provincia con su Estado Mayor, Generales, Jefes y oficialidad residentes en la Plaza, la Municipalidad y un lúcido acompañamiento de vecinos y extranjeros. Por la noche hubo un banquete e iluminación general de la ciudad. 
         El día 14 al mediodía, el Congreso lo recibió en sesión extraordinaria y Bolívar informó de su marcha contra el Ejército de Occidente, a cuyo frente se hallaba el General Pablo Morillo, con fuerzas superiores. Informó de las dificultades climáticas y muchos otros obstáculos que hubo de vencer para liberar a doce provincias de la Nueva Granada en menos de tres meses y las ventajas que produciría a la República la libertad de la Nueva Granada, que venía a complementar la de Venezuela. Recomendó al Congreso el mérito de sus compañeros de armas y la decisión del pueblo granadino de ser libre y vivir en una nueva República compuesta de Nueva Granada y Venezuela.
         El discurso de Bolívar fue respondido favorablemente por el Presidente del Congreso y el diputado por Margarita doctor Domingo Alzurú, quien concluyó así su largo discurso: “Honorables Legisladores: Estad ciertos que por mucho que hagamos para manifestar podremos recompensar dignamente a un Héroe que nos ha dado Patria, vida y Libertad”.
         Ese mismo día Bolívar lanzó una proclama a los Bravos Soldados de la Legión Irlandesa y dos días después Juan Bautista Arismendi envió al Congreso su renuncia a la Vicepresidencia del Estado.
         Bolívar pasó por alto la disidencia de Arismendi e hizo que el Congreso le pasase una nota reconociéndole sus servicios y le nombró General en Jefe de las Provincias de Oriente, pero reemplazó al General Santiago Mariño por el General Carlos Soublette y despachó a Margarita a los Generales Juan Bautista Arismendi y Francisco Esteban Gómez.


martes, 8 de noviembre de 2016

ANGOSTURA LA MADRE DE COLOMBIA

Resultado de imagen para la gran colombia
El Congreso de Angostura acogió y resolvió de inmediato sobre la propuesta del Libertador de unir a Nueva Granada y Venezuela en una sola República y al efecto designó una Comisión especial para su estudio y conclusión.
En sesión extraordinaria del 17 de diciembre, escuchado previamente el informe de la Comisión respectiva y luego de algunas ligeras modificaciones resultantes de los debates, se votó, aprobó por unanimidad y esa misma mañana se firmó la Ley Fundamental que reúne a Venezuela y la Nueva Granada bajo el título de República de Colombia, vale decir, el territorio que comprendían la antigua Capitanía General de Venezuela, y el virreinato del Nuevo Reino de Granada, todo lo cual abarcaba una extensión de 115 mil leguas cuadradas.
         La Ley dividía la República en tres grandes Departamentos: Venezuela, capital Caracas; Quito y Cundinamarca, capital Bogotá. Cada Departamento con una Administración Superior y un Jefe. La Capital de la República sería una nueva ciudad con el nombre de Bolívar, cuyo plan y situación determinaría el Congreso General de Colombia que la misma Ley Fundamental previó debía reunirse el primero de enero de 1820, funcionaría una Diputación de seis miembros y un Presidente con atribuciones especiales. La Ley Fundamental fue ratificada el 12 de julio de 1821 por el Congreso General de Colombia reunido en el pueblo de Nuestra Señora del Rosario de Cúcuta.
         El Congreso de Angostura que sesionaba en la ocasión con 17 diputados procedió conforme a la Ley Fundamental a elegir a los gobernantes siendo el General Bolívar electo por voto unánime Presidente de la República de Colombia; Vicepresidente, Francisco Antonio Zea, con 14 votos y los otros tres votos se repartieron entre Rafael Urdaneta, Manuel Restrepo y Francisco de Paula Santander. En la votación para Departamentos, Santander obtuvo en cambio 16 y uno Zea como vicepresidente de Cundinamarca; Juan Germán Roscio 13 como Vicepresidente de Venezuela contra 2 que obtuvo Urdaneta, uno Páez y otro Ignacio Muñoz. En cuanto a la Vicepresidencia de Quito se acordó posponerlo para cuando entrasen allá las Armas Libertadoras.
         Cinco días después, víspera de Navidad, vale decir, al anochecer del 24 de diciembre, Bolívar, ya con el título Presidente de Colombia, se despide de Angostura. Su corta estancia, apenas de 14 días, la dedicó casi exclusivamente a los negocios públicos y todos los ramos de la Administración recibieron con su presencia el mayor vigor. El semanario Correo del Orinoco dice en la nota de despedida que “sólo una vez se le vio desprenderse de tan importantes y penosos trabajos por complacer a los que a porfía querían obsequiarlo; y esta excepción era debida a los extranjeros que habiendo identificado su suerte con la nuestra, deseaban manifestar al digno Presidente de Colombia su adhesión, su reconocimiento y el precio en que lo estiman”. Efectivamente, el día 19 por la noche, la colonia extranjera lo obsequió con un convite y baile. Ese mismo día de la partida de Bolívar, el Vicepresidente Juan Germán Roscio lanzó una proclama a los venezolanos y al día siguiente se promulgó la Ley Fundamental de la República de Colombia y hubo al efecto salvas de artillería, misa oficiada por el Provisor Gobernador del Obispado y Oración alusiva al acontecimiento pronunciada por el Presbítero José Félix Blanco. El Correo del Orinoco a propósito rogaba en su última edición de año (1819), que nos hiciéramos dignos del nuevo nombre adoptado, dedicándonos a la agricultura y a la industria y correspondiendo a los votos del Libertador. Asimismo invoca para el primero que se le ocurriese la idea de la segregación “se de continuo atormentado por la sombra de los que trabajaron para formar la Unión, y por la convicción de su propia perversidad”
         Fue la última estada de Bolívar en Angostura y su despedida definitiva.  Había llegado a la Provincia de Guayana en mayo de 1817. En septiembre de ese mismo año se instaló en la Angostura del Orinoco. Su permanencia en ella conforme a las exigencias del estado de cosas, transcurrió así: 1817: del 18 de septiembre al 21 de noviembre y del 15 al 31 de diciembre. 1818: del 5 de junio al 24 de octubre  y del 11 de noviembre hasta el 27 de febrero del año siguiente. 1819: del 10 al 24 de diciembre, día de despedida para realizar la Campaña del Sur y no regresar jamás.